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El empresario del espectáculo que compró la Arena Bogotá
El caleño Henry Cárdenas produce eventos en EE. UU. y está al frente del escenario en construcción.
Diseño del Arena Bogotá, aún en construcción. El escenario será el más grande de su tipo en América Latina. Foto: Cortesía CMN
A punta de promover el talento latino y de llevar a sus estrellas, dando conciertos a lo largo y ancho de Estados Unidos, el empresario caleño Henry Cárdenas se ha convertido en una figura, tras bambalinas, del mundo del espectáculo en ese país.
A los 21 años, cuando estudiaba en una universidad de Chicago, empezó a organizar fiestas disco. Invitaba a DJ reconocidos de discotecas famosas.
Se inventó las ‘batallas’ de DJ. Eran los años 70 y décadas después, al frente de Cárdenas Marketing Network, maneja la agenda de conciertos de numerosas superestrellas latinas. Cuando le preguntan quienes, nombra primero a Marc Anthony –son amigos desde antes de que el artista despegara–, pero trabaja con muchos, entre ellos Bad Bunny, Nicky Jam y Daddy Yankee.
Y muchos años antes, con Celia Cruz, Juan Gabriel y Vicente Fernández. De hecho, una anécdota cuenta que en un estadio de Illinois hizo un concierto tan exitoso de Fernández, que el charro mexicano rompió el récord que había dejado Michael Jackson.
Personas de la industria coinciden en que parte del éxito de Cárdenas se debe a que cuando Cárdenas cree en un artista, va con él hasta el final. Por ejemplo, un colega suyo, Lázaro Megret, que lo conoce hace tres décadas, indicaba en una entrevista que aprendió del empresario a cuidar de los artistas: "Un artista infeliz no es un buen negocio", parece ser una de sus máximas, según el Megret.
Ahora, Cárdenas tiene un vínculo más con Colombia. Compró la Arena Bogotá de la calle 80 (500 metros después del puente de Guadua, en límites con Cota).
“He sido dueño de arenas en Chicago –le dijo Cárdenas a EL TIEMPO–, así que tengo la experiencia. Sé cómo manejarla porque trabajo con los principales artistas latinos, el contenido que necesita una arena”.
Henry Cárdenas, empresario del espectáculo. Tiene sede en Estados Unidos y es el actual propietario de la Arena Bogotá. Foto:Cortesía CMN
El complejo que rodea la Arena Bogotá tiene centro comercial, salas de cine, restaurantes. Pero Cárdenas solo se ocupa del escenario, descrito como centro cultural y de entretenimiento.
¿Cómo fue su historia en Estados Unidos?
Llevo 40 años en la industria. Llegué a ser dueño de 20 discotecas en ciudades como Houston, El Paso, Los Ángeles. Compré en Chicago: El Aragon Ballroom, de 7 mil personas, y el otro, el Anfiteatro internacional, que ya no existe. Lo vendí a la ciudad y allí construyeron un parque industrial.
¿Cómo llegó a la Arena Bogotá?
Por el trabajo que hago en entretenimiento, bien sea musical o deportivo. De repente, las oportunidades aparecen. Guillermo Rincón, el desarrollador del proyecto, me propuso hace dos años que operara la arena. Acepté. Después, quisieron venderla y la compré. Añoraba algo en Colombia, una arena o un equipo de fútbol. Hace años quise comprar Millonarios. Pero, no se dio, ya es historia.
¿Qué pasó con sus escenarios y bares en EE. UU.?
En el 2000 vendí la compañía con todo, incluido el Aragón Ballroom, que hoy lo tiene Live Nation. Mi único inmueble hoy es la Arena Bogotá de la calle 80. Era tiempo.
Cuando la industria cambia, tienes que cambiar. Por darte un ejemplo: las discotecas solían cobrar la entrada y la gente pagaba 20 o 30 dólares por entrar.
Hoy, los muchachos no pagan entradas, quieren entrar gratis. Eso ya no era negocio para mí. Ahora, las discotecas viven de concesiones. Si quieres una mesa VIP te cobran 50.000 dólares. En ese tiempo era impensable cobrar eso por una mesa.
¿Qué sigue para la Arena Bogotá?
La Arena está construida en un 60 por ciento. El reto es terminarla para el segundo semestre del 2020. Falta lo más importante, porque está apenas el esqueleto. Ahora hay que acondicionarla con todos los juguetes que necesita.
Será un ícono de Latinoamérica. Trabajo en todos los países del continente, y esta es la más grande. La única que se acerca es la de México, pero no le gana. El peso de Bogotá –110 toneladas– no lo tiene ninguna otra. Puedes colgar ahí el espectáculo que quieras. Bruno Mars andaba con 90 toneladas de equipo. Cuando vino tuvo que reducir su producción porque no la podía colgar. Estamos construyendo un techo que llene los requisitos.
Tengo la experiencia. Sé cómo manejarla porque trabajo con los principales artistas latinos, el contenido que necesita una arena
Estará planeando una gran inauguración...
Es temprano para eso, por la forma como se mueve la música. En un año y medio habrá que presentar un artista que sea relevante en ese momento. El que suena hoy puede no ser relevante mañana. La inauguración tiene que estar a la altura del recinto, de la capacidad, del techo, de la platea que tiene. No es un teatro de 4 mil personas, sino de una arena de 24.000. A lo mejor será con varios artistas o una combinación de 'shows' de viernes, sábado y domingo.
Su trabajo tiene algo de descubridor de talentos...
Es un don que tengo cuando veo a alguien. Vi por primera vez a Bad Bunny en Miami, en unos premios Billboard. Me despedía ya, pero lo vi y me quedé un rato viéndolo actuar y volví a preguntarle a la gente si sabían quién era. “Se llama Bad Bunny”. Y les dije: “Ojo con él”. Hoy es el artista que más ganancias le da a la compañía.
Espero que todos los días del año, como el Auditorio Nacional de México. Pero eso necesita un proceso. Entonces calculamos unos 100 o 120 eventos al año inicialmente. No todo es música. El sector corporativo es importante, lo mismo que el familiar y el deportivo con exhibiciones de tenis, baloncesto. La platea es de un tamaño poco común. Podrás hacer hasta un partido de fútbol, si quieres.
Usted comenzó con la música ¿Qué lo llevó a los deportes?
Pasé al deporte porque como colombiano siempre me ha gustado el fútbol. He hecho más de 250 partidos en Estados Unidos.
¿Qué puntos comunes hay entre producir un concierto y producir deportes?
En común tienen que ambos son un riesgo. Si contrato dos selecciones de fútbol para que juegen un partido, no hay mayor diferencia que contratar a Marc Anthony. Los dos tienen el mismo riesgo y serán exitosos si venden boletas.
La diferencia está en la publicidad. En estados Unidos, si es un partido de fútbol nos enfocamos en llegar al público masculino. Si es un concierto de Marc Anthony o de Chayanne, le hacemos una publicidad diferente, se pone en novelas, porque a estos shows la mujer es la que lleva al marido o novio a los espectáculos.
También cambia la forma de hacer relaciones públicas para el evento, los medios. Después viene la logística. Pero un partido de fútbol es más fácil que un concierto.
¿Sí?
Un partido necesita una cancha, que ya está hecha. Lo único que cambian son las estáticas al lado, la publicidad. No hay sonido ni luces, ni guía de instrumentos, video y pantallas gigantes. En un espectáculo musical llegamos al teatro a las 6 de la mañana y estamos listos a las 6 p.m. Se gastan 12 horas para montar luces, sonido y video.
Con un partido de fútbol uno va, marca la cancha, después llegamos con los equipos, los llevamos al camerino, se le spone agua, juegan 90 minutos y se acabó.