Detrás del escritor, editor y periodista Juan David Correa Ulloa, nuevo Ministro de Cultura, se esconde un observador sensible de la realidad nacional, desde que era incluso un joven estudiante colegial. Para ratificarlo basta echarle un vistazo a dos de sus novelas más personales: 'Casi nunca es tarde' y ‘El barro y el silencio’.
La primera, que da cuenta -en clave literaria- de la cruenta época del narcoterrorismo de finales de la década de los años 80, surgió, precisamente, porque Correa creció al lado del edificio del DAS, destruido por una bomba en el momento más crítico de la guerra contra la mafia.
‘El barro y el silencio’ es tal vez uno de las crónicas de largo aliento en primera persona más emotivas de alguien que no solo fue testigo, sino que padeció en carne propia –allí perdió a sus abuelos maternos Otilia y Luis Ulloa- una de las tragedias más dolorosas que han marcado la historia del país en el siglo pasado: la desaparición de la población de Armero, luego de una erupción del volcán nevado del Ruiz en 1985.
Estos dos libros, como muchos otros de escritores colombianos que luego él ha acompañado a lo largo de una perseverante carrera como editor literario, llevan implícitos una particular obsesión por la memoria. Así se lo dijo Correa a este diario, precisamente, cuando publicó ‘Casi nunca es tarde’.
“Si hay algo que se clama con urgencia en este país, es la memoria de quienes fuimos, la de nuestra infancia. Creo que la memoria no ha sido importante aquí. Hemos destruido el pasado por encima de muchas cosas, y la literatura tiene ese deber y ese valor de recuperar la memoria”, comentó.
Crecer además en una familia intelectual y formarse en sus años escolares en los innovadores métodos educativos del Liceo Juan Ramón Jiménez y luego del Gimnasio de Los Robles, fueron para Correa (Bogotá, 1976) un abono fértil para lo que sería luego su formación como literato en la Universidad de los Andes.
“Mi madre es abogada y una lectora de tiempo completo y mi padre, que viene de la izquierda, es editor, sociólogo y obviamente tiene una inclinación muy viva por la lectura”, anota Correa.
A partir de ahí comenzó una carrera profesional que lo llevó a apostarla a este sector desde las letras, en diferentes escenarios como la edición editorial, en Planeta y en la editorial independiente El Peregrino Ediciones, que él fundó con su amigo Álvaro Robledo. Ya completa un catálogo que se supera los 40 títulos, en los doce años de creada.
Y también como periodista cultural en El Espectador y corresponsal de ese diario en París, y luego en la edición y dirección de la revista Arcadia. Correa también fue coordinador de prensa y comunicaciones de Fundalectura.
En el campo de la gestión cultural, el nuevo ministro se desempeñó como coordinador cultural de la Biblioteca Nacional de Colombia y como director cultural de la Feria Internacional del Libro de Bogotá.
De tal suerte que la cultura es algo que corre por sus venas y a la que podrá rendirle el tributo que siempre le ha profesado, ahora desde el cargo más alto y desafiante al que se puede llegar en el sector.
Correa recibe una cartera por la que ya pasó la maestra en dramaturgia Patricia Ariza y que tuvo como encargado durante varios meses al profesor y formador musical Jorge Ignacio Zorro. Una situación de interinidad que generó, sin embargo, un gran malestar entre varios actores del sector cultural del país.
Al respecto, Correa envía un parte de tranquilidad. El suyo será un ministerio de puertas abiertas que busca estrechar lazos y oír a todas las partes. Así se lo dijo este miércoles a EL TIEMPO, cuando apenas salía del Palacio de Nariño, de reunirse con el presidente Gustavo Petro.
¿Cómo se enteró de su nombramiento?
Me llamaron hace dos noches a decirme si me interesaba ser considerado para este cargo. Después de hablar con mi esposa y mi familia, y pensando en que llevo 25 años haciendo periodismo, literatura y gestión cultural, pensé que era el momento propicio para que esto sucediera. Y ayer en la mañana me llamaron a confirmarme. Acabo de salir de hablar con el Presidente.
¿Y cómo se sintió?
Muy bienvenido, con autonomía y bastante simpatía. Se trata de empezar a limar un poco las molestias. Yo no vine aquí a sacar a nadie sino, precisamente, a construir sobre lo construido. Y a proponer, por supuesto, una línea de acción que me guía y a trabajar con la mayor cantidad de gente posible.
¿Cómo recibe este nombramiento?
La recibo como un reconocimiento a un ciudadano. A alguien que se ha preocupado por el tema cultural desde hace más de 25 años y con una enorme responsabilidad. Yo siento que esto es un mensaje muy claro del Presidente y tendré que estar a la altura de esa misión. Me alegra mucho la solidaridad y el regocijo que he recibido hasta ahora, pero hasta ahora soy una promesa. Tengo que cumplir ese encargo que se me ha hecho y espero estar a la altura.
¿Algún mensaje a los diferentes actores que se quejaban del abandono del Gobierno al sector?
Lo primero, decirles que todos serán escuchados. Todavía no me he posesionado, pero una vez lo haga tendré que tener por lo menos una semana para organizar el equipo. El viceministro Jorge Ignacio Zorro permanecerá en su cargo. Para el presidente es prioritario el Plan Nacional de Música para la Paz. Yo creo que eso se puede hacer, por supuesto, y se puede armonizar con las expresiones musicales de todo el país. Y voy a trazar también unas líneas de acción generales y concretas: ir a los lugares y los territorios mandando un mensaje de que lo que queremos es abrir los espacios para que la gente se vuelva dueña de sus destinos y sus espacios.
¿Alguna ambición en términos de presupuesto para el Ministerio?
Como me lo dijo el Presidente, para él es una prioridad seguir estimulando este sector. Ahora hizo una nueva adición al presupuesto de la cultura. Es el presupuesto más alto que se ha aprobado para el sector en la historia de Colombia y él me dice que su voluntad es que tiene que crecer. Obviamente yo estoy de acuerdo con eso: la cultura tiene que ser tratada con la dignidad y con la imaginación que se merece. Sin imaginación moral, sin posibilidad de una idea de cultura amplia, llevada con una inversión decidida, no hay un cambio real en las costumbres de la sociedad.
¿Estaría de acuerdo en revivir el Premio de Cuento Gabo?
Es prematuro pensarlo. Yo ni siquiera me he posesionado y decir algo es afirmar algo que no sé si voy a poder cumplir o no. Entonces, yo conozco muchos de los programas que se hicieron y que ya no se hacen y espero pasar por el tamiz de la discusión ese tipo de temas; el premio y otras cosas que seguramente son herencias, y hay que mirarlas con atención por supuesto.
El Presidente tiene colgado en su despacho una imagen que quiere mucho: la del galeón San José. ¿Le dijo algo al respecto?
Sí, es un tema prioritario para él. Tengo que hacer una reunión de urgencia apenas me posesione sobre ese tema, que es prioritario para el país.
¿De qué otro tema habló con el presidente?
Yo pienso, como lo hablaba con él, que un niño que tiene a la cultura, que tiene posibilidades de imaginación en su temprana infancia, es un niño que crece que con posibilidades enormes de imaginar el mundo. Y yo creo que tenemos que insistir en algo que hizo el ministerio de Mariana Garcés con la lectura en la primera infancia. Yo creo que aquí hay que incluir líneas de acción y hacer cosas por la primera infancia de una manera decidida porque si no apostamos por eso, y nos dedicamos solo a los programas, pues no estamos apostando por el futuro del país.
CARLOS RESTREPO
REDACCIÓN CULTURA EL TIEMPO