En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información
aquí
Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión
¡Hola! Parece que has alcanzado tu límite diario de 3 búsquedas en nuestro chat bot como registrado.
¿Quieres seguir disfrutando de este y otros beneficios exclusivos?
Adquiere el plan de suscripción que se adapte a tus preferencias y accede a ¡contenido ilimitado! No te
pierdas la oportunidad de disfrutar todas las funcionalidades que ofrecemos. 🌟
¡Hola! Haz excedido el máximo de peticiones mensuales.
Para más información continua navegando en eltiempo.com
Error 505
Estamos resolviendo el problema, inténtalo nuevamente más tarde.
Procesando tu pregunta... ¡Un momento, por favor!
¿Sabías que registrándote en nuestro portal podrás acceder al chatbot de El Tiempo y obtener información
precisa en tus búsquedas?
Con el envío de tus consultas, aceptas los Términos y Condiciones del Chat disponibles en la parte superior. Recuerda que las respuestas generadas pueden presentar inexactitudes o bloqueos, de acuerdo con las políticas de filtros de contenido o el estado del modelo. Este Chat tiene finalidades únicamente informativas.
De acuerdo con las políticas de la IA que usa EL TIEMPO, no es posible responder a las preguntas relacionadas con los siguientes temas: odio, sexual, violencia y autolesiones
Roger Waters: 80 años del creador de la banda Pink Floyd
Es polémico, talentoso y radical ¿El último revolucionario del rock?
Roger Waters, exintegrante de la mítica banda Pink Floyd, en el concierto que ofreció en el estadio El Campin, el pasado 21 de noviembre. Foto: Archivo / Juan Diego Buitrago / EL TIEMPO
“He estado loco por muchos y jodidos años (…). Siempre he estado loco, como la mayoría de ustedes”, fue la frase con la que el cantante y bajista Roger Waters sacudió a casi 40 mil personas en el estadio el Campín de Bogotá durante su show de la gira Us &Them del 2018. Los gritos no se hicieron esperar ni la histeria tampoco.
No todos los días se ve a un loco que fue uno de los artífices de la banda de rock Pink Floyd, ni el gestor de discos conceptuales como The Wall o Radio K.A.O.S. (ya en solitario); ni el artista que hace temblar a todo el mundo mientras se ensaña contra el consumismo, la inequidad y la maldita guerra, esa que una vez le quitó a su padre y que marcó su niñez.
Waters no está loco, simplemente siempre ha querido construir algo bajo sus propias reglas, sin concesiones y pagando todas las consecuencias. No en vano comenzó a estudiar arquitectura, pero supo que con la música podía mover el mundo y su mensaje no se derrumbaría tan fácilmente.
Roger Waters en Bogotá Foto:Juan Diego Buitrago / EL TIEMPO
Amado y odiado a partes iguales, Roger Waters cumplió el miércoles 80 años con una vitalidad que envidiaría un atleta de alto rendimiento. En su agenda que tiene escrito en letras grandes una gira de despedida en la que volverá a reencontrarse con Bogotá; una nueva mirada a uno de sus clásicos que ya augura un debate encarnizado entre melómanos y puristas musicales; y que decir de sus consabidas posturas políticas que, en un mundo tan polarizado y cruel, siempre desencadenan polémicas y titulares alarmantes.
Waters es fascista, es amigo de Nicolás Maduro, sigue la ideología de Vladimir Putin, no se aguanta a sus excompañeros de Pink Floyd y ni a él mismo, pueden ser las frases que desencadena este artista dedicado en exceso a su música y a su postura política, tan radical como su eterna pelea con pelea con David Gilmour, el guitarrista de Pink Floyd y quizá su némesis, en un choque que parece contradecir su espíritu antibelicista y su odio visceral por la tiranía y la virulencia de una parte de la clase política que mueve los hilos del mundo.
La formación de Pink Floyd en 1973 (de izq. a der.): Rick Wright, Dave Gilmour, Nick Mason y Roger Waters. Foto:FOTO: Getty Images
Quizá sea el último revolucionario del rock o un dolor cercano a una migraña infernal para algunos políticos o los que alimentan con sus armas conflictos en todo el mundo y guerras como la de Rusia y Ucrania, ante la que no pudo quedarse callado.
“La invasión de Ucrania por parte de la Federación Rusa fue ilegal (…), además, la invasión rusa de Ucrania no fue sin provocación, por lo que también condeno a los provocadores en los términos más enérgicos posibles”, dijo en una intervención en un encuentro con la ONU en video, equilibrando las cargas en su comentario a pesar de que fue invitado por el gobierno de Putin al encuentro. En el 2019 le llovieron críticas por reconocer su apoyo al mandatario de Venezuela Nicolás Maduro y por hacer referencia al objetivo de Estados Unidos de entrometerse en la política del país.
Los carteles cambiaban en un detalle la frase original de Another Brick in The Wall: "We don't need more education' por "We do need more education'. Foto:Armando Neira / EL TIEMPO
Cuando se llevaron las elecciones en Colombia, el artista también mandó un mensaje en sus redes sociales. “Me uno al pueblo colombiano, a los movimientos de solidaridad internacional y a los activistas por la democracia y los derechos humanos para exigir el fin de la violencia política, que cobra vidas cada día y que hace que estas elecciones en Colombia sean una burla”, opinó. “Que la voz del pueblo colombiano sea escuchada y respetada en estas elecciones. Que la voz del pueblo pueda dar un paso a un nuevo amanecer que refleje las necesidades y deseos de todos, y no de la élite gobernante corrupta. Con amor, su hermano, Roger Waters”.
El trauma de la guerra
Pero ha marcado tendencia al reconocer que todo conflicto armado es aberrante, de hecho su disco The Wall (el más popular que realizó con Pink Floyd, explora la tensión de un chico en un mundo cuadriculado y los traumas que le dejó perder a su padre en una guerra). Precisamente el papá del cantante y bajista, Eric Fletcher Waters, fue un teniente durante la Segunda Guerra Mundial y murió el 18 de febrero de 1944 en Aprilia, Italia tras un ataque de las tropas de ese país. No lo conoció, pero hace unos años el excombatiente británico Harry Shindler le contó lo que pasó. Ahí pudo cerrar esa herida que tantas veces ha expuesto en su música.
Waters estudiaba arquitectura en la Regent Street Polytechnic, donde comenzó su gusto por la música. Antes tocaba guitarra y escuchaba discos de jazz. Se dice que eran un poco pendenciero, pero cuando conoció a Nick Mason, Richard Wright y el guitarrista y vocalista principal Syd Barrett se calmó un poco e hizo parte del germen inicial de Pink Floyd. Eso sucedió en 1963, cuando todos estaban embebidos en la experimentación sonora y psicodélica. Los cada vez más eternos viajes de Barrett lo llevaron a salir de la banda, la entrada de David Gilmour y el posicionamiento de Waters como mente creativa y musical de la banda dieron sus frutos. Pink Floyd estaba labrando su camino a ser una leyenda y el bajista y cantante asumiría casi todo el control de un disco mítico: The Dark Side of the Moon.
Luego vendrían Wish You Were Here Animals, el ya nombrado The Wall y The Final Cut, este último lanzado en 1983 y que tendría en su título (algo así como el corte final) un halo premonitorio ya que Roger Waters dejaría al grupo y comenzaría una carrera en solitario.
¿Por qué se acabó la banda?
Una batalla de egos apareció como una fantasma en sus giras, sobretodo en la de The Wall, que fue una pesadilla para la banda. Se habló de peleas, de maltratos de un Waters que parecía haber tomado el papel del tirano que caricaturizaba en su disco conceptual más famoso. La música evolucionaba mientras Gilmour y el bajista no podían encontrar un espacio de tregua para que Pink Floyd latiera sin complicaciones.
Se pensó en un adiós definitivo, en realidad fue Waters el de la idea, pero sus ahora excompañeros no le siguieron el juego y sacaron A Momentary Lapse of Reason, tras una pelea en tribunales acerca del dominio del nombre de la banda. Eso le dolió mucho al bajista, pues pensaba que era la columna vertebral de la agrupación.
El desgaste fue brutal, Roger Waters perdió la querella y asumió del todo su papel en la música con su nombre en primer plano. En febrero de este año explotó el volcán de odios entre los dos músicos, tras un mensaje en la red social X (antes twitter) de la esposa de Gilmour, Polly Samson, quien lo tildó de antisemita, apologista de Putin, mentiroso, de usar pistas y no cantar en sus conciertos y de ser megalómano. Luego su adversario remato diciendo que todas esas palabras eran ciertas.
Grabar le ha ayudado también a lidiar con la vida, con los recuerdos de una infancia difícil y, porque no decirlo, con una compleja vida amorosa. Hace dos años se casó (por quinta vez) con Kamilah Chavis, que fue chofer del músico en algunas giras. El cofundador de Pink Floyd, ya había pasado por el altar en 1969 con su novia de la juventud Judith Trim, pero solo duraron 6 años. Su segunda esposa fue Lady Carolyne Christie, con quien tuvo dos hijos, vivieron juntos hasta a 1992.
Su tercer matrimonio fue con Priscilla Phillips, de quien se divorció en el 2001. Tras un ‘descanso de once años’ se reencontró con el amor al casarse de nuevo con la actriz y directora Laurie Durning, pero esa unión solo duró tres años.
El sonido Waters
La buena convivencia con la música lo llevó a lanzar The Pros & Cons of Hitch Hiking, otro experimento en la que lo musical se anudaba al concepto y conflicto que significa llegar a la madurez y seguir el camino de la vida. El protagonista de este ejercicio sonoro, que no se despegó del estilo de Pink Floyd, se centraba en la experiencia de un hombre y una chica que pide un aventón en la carretera. En ese disco contó con el apoyo de otra leyenda Eric Clapton.
Luego en el disco Radio K.A.O.S exploró el consumismo, la alienación y, claro, la guerra y sus dolores, a través de un personaje que logra engañar al mundo haciéndole creer que una guerra nuclear acabará con todo, para crear conciencia y ‘cambiar el chip’. En Amused to Death, hizo una reflexión acerca de la estupidez humana, mientras que en Is this the Life We Really Want?, recalcaba en el mensaje de acabar las diferencias entre las personas y abrir espacios de diálogo, entre la melancolía y una grandielocuencia sonora en la que habla de la inequidad social, el individualismo, la política y hasta la dependencia de la tecnología.
La locura de reimaginar un clásico
Asimismo, ahora a sus 80 años se le reconoce como un músico entregado, obsesivo y que supo remarcar lo emocional en lo que algunos llaman los discos conceptuales. Sus canciones propenden una profundidad ya perdida en estos tiempos y sus comentarios (tanto fuera como en los escenarios) solo alimentan la atención a un artista entregado a sus ideales (más cercanos a la izquierda) que no ha dejado de tocar la música que creó con Pink Floyd y que se ha dado el gusto de reimaginar la joya de la corona de sus excompañeros: The Dark Side of the Moon, ahora con el nombre de The Dark Side of the Moon Redux, que trabajó por su cuenta y con el apoyo de los músicos Gus Seyffert, Joey Waronker y Jonathan Wilson.
“El Dark Side of the Moon original se siente en cierto modo como el lamento de un ser anciano sobre la condición humana. Pero Dave, Rick, Nick y yo éramos muy jóvenes cuando lo hicimos, y cuando miras el mundo que nos rodea, claramente el mensaje no se ha quedado. Por eso comencé a considerar qué podría aportar la sabiduría de una persona de 80 años a una versión reinventada”, comento Waters en un comunicado. Es más fácil dar una batalla a los problemas de la humanidad con música que con armas.
Waters parece entrever un halo de esperanza, aunque nunca haya podido cumplir con el mensaje de reconciliación con sus colegas (de Pink Floyd). El disco saldrá al mercado el próximo 6 de octubre e indudablemente va a llamar la atención para bien o para mal. El músico no tuvo reparos en transformar el hit más grande (popularmente hablando) Money, en una canción acústica de uno de esos discos que parecía intocable y que desde su lanzamiento el 1 de marzo de 1973 se ganó un lugar entre las joyas de la musica contemporánea.
Con el debido respeto a The Weeknd o Drake o cualquiera de ellos, soy mucho, mucho, mucho más importante de lo que cualquiera de ellos será jamás
“Si la Money original era un comentario sobre el capitalismo, esta revisión superflua hace que uno quiera abrazar a esos perros cerdos que trafican con la libre empresa y celebrar el individualismo desenfrenado y desalmado en el centro del mercantilismo de los peces gordos”, dijo el periodista David Mouriquand en una reseña en Euronews.com, acerca de esta jugada tan arriesgada. Ya se sienten más peleas y aplausos para un Waters acostumbrado a esa dinámica.
“Cuando mencioné por primera vez la idea de volver a grabar el álbum, todos pensamos que estaba loco, pero cuanto más lo considerábamos, más pensábamos -¿No es ese el punto?- Estoy inmensamente orgulloso de lo que hemos creado, un trabajo que puede sentarse con orgullo junto al original, de la mano durante medio siglo”, fueron las palabras de Waters acerca de esa producción.
Ahora se prepara para su gira de despedida, quizá cansado de ver al mundo partirse en pedazos Roger Waters empuña su bajo y ese afán desmedido e indiscutible talentoso de hacer vibrar a las masas, a sus fanáticos con un poco de diversión, nostalgia y reflexión roquera con This is not a Drill Tour’, en el que revisita sus clásicos de antaño como Another brick in the wall, Sheep, Us &Them, Wish you were here y Money, y que comenzará en Londres en octubre, Estados Unidos y Latinoamérica.
Tocará en Colombia el 5 de diciembre en el Coliseo Live de Bogotá. Es la tercera vez que visitará el país, en el que hace dos años dejó una frase que sigue taladrando en la cabeza de muchos de sus fanáticos. Así como un show siempre imponente cargado de luces, proyecciones en pantallas gigantescas y coloridas, al igual que infaltable cerdo volador que ya es una marca de la casa. Gilmour no tiene en su agenda parar.
Hay fuerza para tocar y hacer activismo político, exponer sus ideas y seguir cazando polémicas como el reproche que le hizo a una periodista canadiense de The Globe and The Mail por no cubrir su concierto dentro de la nueva gira y si tener artículos de los shows de The Weeknd o Drake, que coincidieron en fechas con su recital. “con el debido respeto a The Weeknd o Drake o cualquiera de ellos, soy mucho, mucho, mucho más importante de lo que cualquiera de ellos será jamás, sin importar cuántos miles de millones de reproducciones tengan”, fue el comentario del músico en ese momento. Waters siempre será Waters.