Más allá del debate sobre el respeto por la diversidad sexual en los colegios, las últimas jornadas han demostrado hasta qué punto la educación es un tema altamente sensible para los hogares colombianos. Sensible… pero también oneroso. De acuerdo con la encuesta ‘Road Trip Latam 16’,
las deudas educativas son las más comunes en el país.
“Esto muestra un cambio importante en las prioridades de los hogares colombianos que ahora miran con interés inversiones de largo plazo”, explica Jaime García, director comercial de Kantar World, la organización autora del estudio. El 17% de los encuestados respondieron que tienen deudas pendientes. La misma investigación arrojó en 2013 que el 13% de los hogares colombianos tenía cuentas por saldar en este rubro. Es decir que el fenómeno está creciendo.
Con la explosión de universidades privadas y la aparición de programas como Ser Pilo Paga, fuertemente criticado por voceros de las universidades públicas, ¿será que el modelo educativo está atado inexorablemente a los créditos? Tanto el Icetex como Colfuturo han sido blancos de fuertes críticas debido a sus formas de cobro, al punto que el Gobierno acaba de expedir un documento Conpes que asigna $ 20.000 millones para paliar la complicada situación de los becarios de Colfuturo, golpeados por la devaluación del peso.
Esta institución de capital mixto, que financia los posgrados en el exterior de los colombianos, calcula que un egresado debería destinar un máximo del 25% de su sueldo para cancelar su deuda. “Sin embargo, con la devaluación del peso estos datos empiezan a oscilar entre el 30% y el 70% de los sueldos”, revela el Grupo de Trabajo de Beneficiarios de Colfuturo. Endeudarse o no endeudarse, esa es la cuestión académica.
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