La polémica por la posibilidad que abrió la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, para una futura importación de gas de Venezuela llevó a varios gremios y empresarios a encender las alarmas y a pedir citas con la funcionaria.
Esto, para analizar los efectos que traería no solo esta posibilidad, sino la de parar en seco el sector, al no suscribir nuevos contratos de exploración y producción de hidrocarburos.
Y uno de los efectos más fuertes se daría en el suministro de gas domiciliario, que llega a más de 10,5 millones de hogares y a más de 3.600 industrias, que entrarían a pagar una factura más costosa. Sobre estos aspectos, EL TIEMPO dialogó con Luz Stella Murgas, presidenta del gremio Naturgás.
¿Cómo está el país para lo que se viene?
Colombia cuenta con unas reservas de 4,5 terapiés cúbicos, para unos 11 años, y puede llegar a tener una autosuficiencia hasta de 100 años.
Recordemos que en la costa Atlántica se dio un descubrimiento hace 45 años en costa afuera en La Guajira que permitió la masificación del servicio. Y algo similar sucedió en el interior del país, cuando gracias al descubrimiento de Cusiana y Cupiagua (Casanare), hace 38 años, la vida de los bogotanos cambió. Si seguimos desarrollando ese potencial de reservas que tenemos, podremos tener autosuficiencia por 100 años.
Si no se explora, ¿cuáles son los riesgos para los contratos ya firmados?
Es importante que no dependamos del gas natural de otros países porque eso incrementaría el costo del servicio en Colombia.
El cien por ciento del gas que consumimos se produce en Colombia y eso implica que los precios se transen en el mercado local entre el productor y el industrial y el distribuidor, y nos aleja de la fluctuaciones de precios internacionales que, con ocasión de la guerra de Rusia y Ucrania, han llegado a estar alrededor de 81 dólares por millón de BTU (unidad británica de poder calórico), mientras que en Colombia hemos negociado el gas natural a 4,5 dólares por MBTU, diferencia que ha permitido mantener los precios de la tarifa a niveles competitivos para 36 millones de colombianos.
¿Es decir, en Europa está 20 veces más caro?
Así es, y por eso les ha tocado a los gobiernos otorgar subsidios para el pago del servicio de energía eléctrica, para el gas natural, porque ante una escasez, que no es precisamente lo que nos está ocurriendo en Colombia, en Europa los precios se fueron al alza.
En Colombia, como tenemos gas propio, disponible, no nos afectamos por esas fluctuaciones de precios y mantener esa seguridad energética debe ser la prioridad tanto del Gobierno como de la industria.
¿Qué han hablado con la ministra?
Por lo menos quedó claro, para la tranquilidad de los colombianos, que el Gobierno manifestó no tener la intención de depender del gas natural de otros países.
Eso lo ratificó el presidente Petro en declaración conjunta con el presidente Sánchez (del Gobierno español). Más allá de eso, existe un gasoducto que conecta desde Manaure hasta Maracaibo en Venezuela, que no se utiliza desde el 2015 y que no está en óptimas condiciones en este momento.
Con la ministra concluimos lo siguiente: para la industria del gas natural son bienvenidas las distintas fuentes de energía que puedan brindar respaldo y confiabilidad, tanto a la generación eléctrica como al servicio domiciliario de gas. Eso tiene unas implicaciones distintas a concluir que debemos frenar la exploración para depender de otros países. Por eso, la ministra y el Gobierno hicieron la aclaración sobre ese punto en específico.
En concreto, al no hacer nuevos contratos de exploración y producción, ¿qué efecto habrá en los ya firmados y en descubrimientos como los del mar Caribe?
Yo creo que para poder mantener autosuficiencia y no sacrificar la seguridad energética como lo mencionó el Presidente, necesariamente hay que hacer actividad exploratoria. No podemos frenar la actividad exploratoria porque si no perforamos, no encontramos el gas natural.
Entonces, si el Gobierno es consecuente con su anuncio de no sacrificar la seguridad energética, la medida que debería primar es darle prioridad a impulsar y destrabar, inclusive, aquellos contratos de exploración y producción de gas natural que están suscritos, pero también mantener la suscripción de nuevos para que se pueda llegar a esa autosuficiencia de 100 años.
Además hay que tener en cuenta que la demanda va a ir creciendo. Hoy no tiene en cuenta por lo menos el crecimiento de la población ni el de las industrias. Eso va a implicar que va a haber mayor consumo de gas natural.
Y para garantizar seguridad energética, el abastecimiento, tenemos que mantener y acelerar la actividad exploratoria.
¿Cómo será la transición de gas a nuevas tecnologías con hidrógeno, y en movilidad, en la que el gas no ha crecido tanto?
El gas natural es clave para acelerar la transición energética por tres condiciones. Uno, porque es medioambientalmente sostenible e implica una reducción de material particulado fino comparado con combustibles tradicionales hasta del 99 por ciento, y al tiempo reduce entre 30 y 50 por ciento el dióxido de carbono en materia de combustión, dependiendo de la marca del vehículo que estemos.
Lo segundo, es un energético económico, y tercero, es que lo tenemos disponible en Colombia.
Entonces, si queremos migrar a la energía eólica y a la energía solar, el energético más consistente con acelerar ese proceso es el gas, porque es limpio, disponible, va a permitir respaldar intermitencias del sol y viento para garantizar confiabilidad tanto en la generación eléctrica como en el servicio domiciliario.
Entonces, ¿cuáles serán las grandes apuestas?
La movilidad sostenible. El 12 por ciento de los gases de efecto invernadero que se emiten en Colombia provienen del sector transporte. Es la principal fuente contaminante de las principales ciudades, más que las fuentes fijas como industria y hogares. Si queremos una solución inmediata de reducción de gases de efecto invernadero y cumplir esos compromisos hacia la carbono neutralidad, tenemos que hacer renovaciones en transporte de carga y transporte público de pasajeros.
¿Por qué es clave el gas natural para producir fertilizantes en el país?
De acuerdo con el Ministerio de Agricultura, Colombia no produce urea, fosfato diamónico ni cloruro de potasio, y la industria local de fertilizantes y abonos depende de la importación de estos elementos, que provienen principalmente de Rusia, Estados Unidos y China con alrededor de un 70 por ciento. El principal insumo para la producción de estos elementos es el gas natural.
El consumo de fertilizantes en el país se estima en 1,5 millones de toneladas por año, con importaciones de urea de más de 500.000 toneladas y cloruro de potasio de 360.000 toneladas por año. En 2021 se importaron 603.000 toneladas de urea por 305 millones de dólares. Estas importaciones exponen al país a la volatilidad de precios del mercado internacional de estos elementos, como se ha observado recientemente por
la guerra Rusia-Ucrania, lo cual puede comprometer nuestra seguridad alimentaria.
Aprovechar el gas natural para ser autosuficientes en la producción de urea, fertilizante esencial en la producción de alimentos de la canasta familiar, contribuirá al cumplimiento del objetivo de hambre cero.
Y para desarrollar proyectos de producción de fertilizantes, como la urea, se requieren contratos de suministro de gas de largo plazo, que dependen en gran medida de una continua exploración que asegure el abastecimiento de largo plazo. También se requieren incentivos para la inversión en plantas de producción de fertilizantes que son intensivas en capital.