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Noticia
¿Quiénes fueron Roberto Junguito y Antonio García Nossa, los protagonistas de polémica por cambio en MinHacienda?
El cambio de nombre de una sala del Ministerio de Hacienda revive una vieja tensión entre dos modelos de país.
Fachada del edificio del Ministerio de Hacienda y Crédito público. Foto: Néstor Gómez/CEET
El Ministerio de Hacienda de Colombia protagonizó recientemente una polémica tras el cambio de nombre de una de sus salas internas, que llevaba el nombre del exministro y economista Roberto Junguito Bonnet, y que fue rebautizada en honor al economista y pensador social Antonio García Nossa.
Aunque podría parecer un gesto simbólico, la decisión generó un debate que reabrió discusiones sobre los modelos económicos que han influido en la historia del país, así como sobre el legado de ambos personajes, figuras emblemáticas de dos visiones distintas de la economía colombiana.
Roberto Junguito Bonnet: el economista de la ortodoxia fiscal
Roberto Junguito (1943–2020) fue uno de los tecnócratas más influyentes en la política económica colombiana de las últimas décadas.
Graduado en Economía de la Universidad de los Andes y doctorado en Economía por la Universidad de Princeton, Junguito encarnó el perfil del servidor público ilustrado, técnico y pragmático.
A lo largo de su carrera ocupó importantes cargos del Estado colombiano: fue Ministro de Agricultura (1983), dos veces Ministro de Hacienda (1984–1985 y 2002–2003), Codirector del Banco de la República (1991–1999), Embajador de Colombia ante la Unión Europea y Francia, y Director de Fedesarrollo, uno de los centros de pensamiento económico más reconocidos del país. En todas sus responsabilidades se destacó por su defensa de la estabilidad macroeconómica, el control del gasto público y el fortalecimiento de las instituciones financieras del país.
Durante su segunda gestión en el Ministerio de Hacienda, en el gobierno de Álvaro Uribe, lideró una agenda de ajustes fiscales que fueron clave para evitar una crisis de deuda pública, en medio de una coyuntura internacional adversa. Era respetado incluso por sus críticos y exaltado por su seriedad, rigor técnico y espíritu dialogante. Su fallecimiento en diciembre de 2020 fue ampliamente lamentado por el sector académico y político colombiano.
Cambio de nombre de la sala del ministerio de Hacienda Foto:minhacienda
La sala del Ministerio de Hacienda se llamaba Roberto Junguito Bonnet en homenaje a uno de los economistas más influyentes por su papel clave en la política fiscal y económica del país durante varias décadas.
Su nombre fue puesto en 2021, como reconocimiento a su trayectoria y al impacto que tuvo en la institucionalidad fiscal colombiana. Para muchos dentro del Ministerio y del sector económico, Junguito representaba el ideal del servidor público técnico, prudente y comprometido con la sostenibilidad de las finanzas públicas.
Uno de los principales defensores de este homenaje fue el exministro de Hacienda José Manuel Restrepo, quien expresó su desacuerdo con el reciente cambio de nombre. A través de una columna publicada en El Tiempo, Restrepo señaló que la decisión del Ministerio era un “acto innecesario que desconoce el legado de un colombiano íntegro, sin filiaciones políticas, y que trabajó siempre con una sola ideología: la responsabilidad fiscal y el servicio a la patria”. Añadió que “los países se construyen respetando su historia y reconociendo a quienes, con hechos, fortalecieron sus instituciones”.
Antonio García Nossa: el economista crítico y defensor de lo social
Cambio de nombre de la sala del ministerio de Hacienda Foto:minhacienda
Antonio García Nossa (1912–1982), en contraste, representó una mirada heterodoxa, profundamente crítica del sistema económico tradicional. Fue abogado de la Universidad del Cauca, sociólogo, historiador y, sobre todo, un pionero del pensamiento económico social en Colombia. Su trabajo fue esencial para sentar las bases de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional, donde fundó el Instituto de Economía en 1943.
García Nossa estuvo ligado desde joven a las luchas campesinas e indígenas. Utilizó el teatro experimental como herramienta de organización comunitaria en el Cauca, promoviendo la conciencia social desde un enfoque educativo y transformador. Fue un destacado colaborador del movimiento gaitanista y coautor del Plan Gaitán en 1947, que proponía una profunda reforma agraria, mayor intervención estatal en la economía y redistribución de la riqueza.
Después del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948, García Nossa fue perseguido políticamente y despedido de la Universidad Nacional. No obstante, continuó su labor intelectual como asesor del gobierno en temas agrarios e indígenas, y escribió numerosas obras en las que defendía una economía más humana, enfocada en la justicia social, la soberanía nacional y la dignidad de los trabajadores del campo.
Fachada del edificio del Ministerio de Hacienda y Crédito público. Foto:Néstor Gómez
Un debate más allá de los nombres
El cambio de nombre de la sala en el Ministerio de Hacienda, de Junguito a García Nossa, fue interpretado por algunos como un acto de reparación histórica hacia un pensador marginado por su postura crítica y su defensa de una economía incluyente. Otros, sin embargo, lo consideran un gesto innecesario que borra la memoria de un funcionario que dejó un legado de responsabilidad fiscal y servicio público.
El exministro José Antonio Ocampo, al comentar el cambio, señaló que no se trata de enfrentar a uno con otro, sino de reconocer la riqueza del pensamiento económico colombiano. “Colombia necesita recordar tanto a los tecnócratas responsables como a los pensadores sociales que imaginaron un país distinto”, dijo.
Desde sectores conservadores y parte del gremio económico, la decisión fue recibida con molestia. Argumentan que Junguito, más allá de representar una visión económica ortodoxa, fue un funcionario íntegro que defendió el interés nacional. En redes sociales, muchos economistas y exfuncionarios lo calificaron como “un referente de ética y conocimiento técnico”.
Por su parte, sectores progresistas celebraron la reivindicación de García Nossa como un gesto simbólico que reconoce la diversidad de voces históricamente silenciadas. Organizaciones sociales y académicas señalaron que este tipo de reconocimientos abren espacio para nuevas narrativas dentro del Estado, más cercanas a las luchas sociales y populares.