Luz verde a la vivienda sostenible / Opinión

Hace quince años, aproximadamente, el concepto de ‘arquitectura verde’ empezó a ocupar la información de los medios de comunicación para identificar los proyectos que, por medio del ahorro de energía y agua, entre otros recursos, aportaban al objetivo de ser amigables con el medioambiente.

Aunque los países desarrollados tenían un gran recorrido en torno al tema, Colombia apenas daba sus primeros pinitos; después de ese tiempo, y aún con mucho por hacer, es un hecho que se ha avanzado.

Según el Consejo Colombiano de Construcción Sostenible (CCCS), el país ya suma 830 proyectos en busca de una certificación en construcción sostenible (en aquella época apenas conocíamos una: Leadership in Energy & Environmental Design, LEED, pero ahora se han sumado Edge y CASA Colombia, entre otras).

Además, 338 tienen certificado y, para confirmar que el trabajo se está haciendo bien, entre enero y marzo de este año se registraron 53 en busca de una certificación y 22 ya cuentan con ese reconocimiento.

Es importante destacar cómo las personas se empezaron a familiarizar con el concepto de ‘arquitectura sostenible’, algo que era necesario para dejar de lado la idea de que la llamada ‘arquitectura verde’ era la de las construcciones con unos arbolitos bien sembrados y estéticamente atractivos.

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No, el tema iba más allá y, tal como lo reconoció un reciente informe de la Asobancaria, incluye una creciente preocupación por el cuidado del planeta y la inclusión de criterios de sostenibilidad en su fase ambiental, social y de gobierno corporativo.

“Enfocándonos en el aspecto ambiental –dice el informe– tenemos la implementación de carros eléctricos, luces de menor consumo, adecuaciones para el aprovechamiento de luz solar, energía eólica, mareomotriz, por nombrar solo algunas tendencias”.

Y agrega: “El sector vivienda, en el mundo, no se ha mantenido ajeno a estos cambios y desde hace años ha fomentado la construcción de unidades habitacionales sostenibles, es decir, las que ofrecen el bienestar a las personas y al medioambiente, y que aprovechan los recursos disponibles para reducir su consumo energético y de agua, todo ello con los esfuerzos del sector financiero y del Estado por incentivar su desarrollo”.

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Aquí es importante destacar, además del papel de la banca y los constructores, la participación activa del Gobierno Nacional que, de hecho, de la mano del Ministerio de Vivienda, entendió la importancia del tema e incluyó en su política de subsidios el programa Ecobertura, que hoy entrega un beneficio adicional a los hogares en el pago de su cuota mensual cuando compran inmuebles sostenibles. Es, sin duda, otra demostración del alcance de aquello que vio la luz hace quince años.

También es una forma de estar alineados con lo que, según la Asobancaria, “quedó plasmado al más alto nivel internacional en la definición de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU en el 2015, donde se señala la importancia de que las ciudades y los asentamientos humanos cumplan con el criterio mencionado, afirmando, incluso, que no es posible lograr un desarrollo sostenible sin transformar radicalmente la manera en que se construyen y istran los espacios urbanos”.

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Y las acciones continúan, por ejemplo, con el sistema financiero apoyando la emisión de bonos verdes y bonos clima, dos productos diseñados para conseguir recursos que ayuden a fondear proyectos con ahorros en energía y agua en transporte, desechos, agricultura, industria y construcción, que incluye la vivienda.

Y es que, como nunca antes había sucedido, el 57 por ciento de los proyectos registrados entre enero y marzo del 2022 fueron de este segmento, un gran avance, si tenemos en cuenta que hace quince años era el último de la lista, después de las oficinas, los centros comerciales y otros usos.

GABRIEL E. FLÓREZ G.

Especial para ELTIEMPO