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La sucia táctica de enlodar a las víctimas para justificar crímenes

Desconexión moral, sesgos y atribuciones sin contexto, razones que explican esta forma de actuar.

Muchos trataron de justificar el asesinato de George Floyd a manos de policías señalando que él tenía antedecentes penales. Algo similar ocurrió con Javier Ordóñez.

Muchos trataron de justificar el asesinato de George Floyd a manos de policías señalando que él tenía antedecentes penales. Algo similar ocurrió con Javier Ordóñez. Foto: Archivo Particular

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“No era ningún santo”, “maltrataba a su familia”, “sus vecinos no lo querían”, “algo debió hacer para que le pasara lo que le pasó”, “eso le pasa por no ser una persona decente”, “es que mírela como viste”, “quién la mandó a estar por fuera de su casa tan tarde”, “no es una santa paloma”, etc., etc...
Comentarios como estos son los que, a diario, se encuentran y se leen en las redes sociales. Están, siempre, dirigidos a quienes sufren algún tipo de daño o son víctimas de un asesinato, un robo, una tortura, una violación.
El caso más reciente tiene que ver con Javier Ordóñez, el hombre que murió, el pasado miércoles 9 de septiembre en Bogotá, luego de ser víctima de abuso policial.
Sobre Ordóñez se ha dicho todo: desde que era un alcohólico hasta que era violento, problemático y que “algo debió hacerles a los policías para que lo atacaran así”.
Otro que fue víctima de este tipo de ataques fue el afroamericano George Floyd, quien, en mayo pasado, murió asfixiado durante un acto de abuso policial, en Mineápolis (EE. UU.).
Pero, ¿a qué se debe que se intenten justificar acciones delictivas atacando a quienes son víctimas de ellas?

La influencia de la moralidad

Para la psicóloga clínica María Elena González, esta forma de actuar tiene que ver con nuestras categorías morales y con una habilidad humana de hacer algo llamado ‘desconexión moral’, que “consiste en poner su moral en virtud de sus propios juicios”.
“Justificamos un evento violento o agresivo o una injusticia por categorías morales que hemos construido como personas a lo largo de la vida. Entonces, se termina empatizando con el agresor en lugar de con la víctima porque esa víctima tiene características que violan el juicio moral propio. En ese sentido, nos desconectamos de la situación”, comentó González.
La doble moral surge cuando decimos que ‘hay que respetar a las mujeres’, pero creemos que una mujer ‘respetable’ no debe vestir de forma provocativa
La experta explicó que “somos heteronormativos, lo que quiere decir que hemos sido educados bajo la mirada de ‘quien tiene la razón es quien tiene la autoridad’”.
“Es muy fácil hacer esta desconexión para validar a quien está cometiendo el acto injusto. Si a eso se le suman historias personales (situaciones violentas a lo largo de tu vida), seguramente va a ser mucho más fácil hacer la desconexión, pues la violencia ya está completamente normalizada. Es más sencillo responder a la historia que hemos construido que enfrentarla y emitir juicios críticos que permitan desarrollar nuevas categorías morales para evaluar una situación particular”, complementó.
Manifestantes en el CAI de Villa Luz, en medio de disturbios rechazando lo ocurrido con Javier Ordóñez.

Manifestantes en el CAI de Villa Luz, en medio de disturbios rechazando lo ocurrido con Javier Ordóñez. Foto:César Melgarejo. EL TIEMPO

Los sesgos

Felipe Riaño Jaramillo, experto en comportamiento humano, insistió en que este tipo de acciones surgen por una doble moral que es reforzada por un sesgo inconsciente llamado el ‘sesgo de confirmación’.
“Este sesgo implica la tendencia a buscar y considerar de forma más intensa y selectiva aquella información que confirme nuestras creencias personales y subjetivas. Lamentablemente, este tipo de sesgo puede impedirnos mirar las situaciones objetivamente. También puede influir en las decisiones que tomamos y llevarnos a hacer elecciones deficientes”, afirmó.
Para explicarlo más claro Riaño agregó: “La doble moral surge cuando decimos que ‘hay que respetar a las mujeres’, pero creemos que una mujer ‘respetable’ no debe vestir de forma provocativa: en ese momento justifico un poco las razones y motivos del porqué fue violada. O en el caso del abuso policial contra Javier Ordóñez: muchos justifican las acciones de los uniformados por ciertos antecedentes de la víctima”.

Atribuir lo que creemos

Según el psicólogo Edwin Olaya, experto en análisis del comportamiento, las personas tendemos a hacer atribuciones para ‘explicar’ lo que hacen o les puede pasar a los demás.
Momento en el que tienen sometido a Floyd.

Momento en el que tienen sometido a Floyd. Foto:Archivo particular

Esas atribuciones nacen en lo que creemos que el otro quiere o es y, entonces, se genera un proceso de insensibilidad sobre lo que les sucede a los demás. Dada esa insensibilidad, tomamos distancia para sentirnos diferentes, mejores”, sostuvo.
Olaya añadió que esa sensación de ‘ser mejores’ nos da un “falso sentimiento de control, de tranquilidad, de rectitud”.
Es decir, a las personas ‘malas’ les pasan cosas ‘malas’; a las buenas, solo cosas ‘buenas’. Pero eso es solo una forma fantasiosa de ver la realidad
“Pero no leemos los contextos de lo que está pasando y las situaciones se le asignan de manera negativa a la víctima, lo que es una mirada reduccionista de lo sucedido y, en consecuencia, pensamos que la única que estaba en capacidad de evitar lo que le sucedió era la misma víctima. Eso ya es una equivocación grandísima”.
También señaló que gracias a esa mirada que tenemos del otro como único responsable de lo que le pasa, esa forma de ver la realidad se conecta con algo llamado el ‘mundo justo’, que tiene mucho que ver con la aceptación de ideas estereotipadas.
“Cuando se convierten en estereotipos es cuando se empieza a concebir que si a la persona le pasó algo es porque hizo algo para que eso le pasara. Es decir, a las personas ‘malas’ les pasan cosas ‘malas’; a las buenas, solo cosas ‘buenas’. Pero eso es solo una forma fantasiosa de ver la realidad y que no se aplica por una sencilla razón: no se leen los contextos y se deja de entender que hay cosas que no están bajo mi control y que, al no estarlo, me pueden pasar”.

¿Se puede hacer algo?

Para la psicóloga González, cambiar la forma en la que las personas fueron criadas, “sobre todo en contextos como los colombianos”, es muy difícil.
Hacemos parte de una sociedad que sobrevive y no que construye (tiene que ver mucho nuestra situación económica), entonces, violar estos patrones sistemáticos de violencia intrafamiliar, de violencia contra la mujer, apuntar a las categorías heteronormativas que hemos construido para juzgar ciertas cosas, ciertos comportamientos, es muy desesperanzador, desde mi punto de vista”, dijo.
No obstante, cree que podría ser útil trabajar con niños y educar a las personas cuando están pequeñas sobre “nuevas categorías formales, nuevas formas de relacionarse, nuevas estrategias para construir sociedades, pero, de nuevo, siento que es muy difícil hacerlo en nuestro contexto social y político”.
El experto Olaya, por su parte, cree que hay que fortalecer la empatía, que “no es solo ver lo que le pasó a alguien, sino entender las implicaciones de lo que le sucedió y actuar en consecuencia de eso”.
"En Colombia, y en el mundo, nos estamos acostumbrando a ‘darnos palo’ a nosotros mismos y, si nosotros nos castigamos tan duramente, es muy fácil que castiguemos a los demás. Falta empatía y compasión”, cerró.
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