En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información aquí

Suscríbete
Disfruta de los beneficios de El Tiempo
SUSCRÍBETE CLUB VIVAMOS

¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo [email protected] no ha sido verificado. Verificar Correo

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión

Parir en casa

Foto:Ilustración: María José Porras.

Contenido

Noticia

Parir en casa, lejos de la violencia obstétrica en Colombia

Más de 22.000 bebés no nacieron en hospitales entre 2021 y 2023 en el país.

Valeria Urán Sierra.

Ilustración: María José Porras.

La violencia obstétrica es de carácter “estructural, institucional —ejercida por directivas y funcionarios de los centros médicos y hospitalarios— y de género, ya que se ejerce contra las mujeres y las personas con la capacidad de gestar, vulnerando los derechos humanos, los derechos sexuales y reproductivos, el derecho a la salud y a decidir en autonomía sobre nuestro cuerpo”, según el Movimiento Nacional por la Salud Sexual y Reproductiva en Colombia (Mnssr).
(Volver al especial: Parir, un asunto político)
Esta organización reconoce que, para el caso particular de Colombia, algunos de los factores que han dificultado el reconocimiento, la prevención y la erradicación de la violencia obstétrica es que en el país no existen cifras oficiales para comprender cuántas personas la han sufrido y que las víctimas no saben que la experiencia por la que atravesaron al parir pudo estar marcada por este tipo de violencia.
Es por esto que el Movimiento Nacional por la Salud Sexual y Reproductiva lanzó, entre el 9 de noviembre de 2022 y el 30 de abril de 2023, la ‘Primera Encuesta Nacional de Parto y Nacimiento en Colombia’, de la que aún se desconocen los resultados.
Por su parte, la encuesta de Huitaca, Observatorio de Salud Sexual y Reproductiva, —organización que también hace parte del Mnssr— y su investigación ‘Se robaron mi parto’, recogió el testimonio de 106 mujeres de Bogotá, Cali y Medellín, quienes compartieron sus experiencias de parto entre 1986 y 2018.
Esta investigación arrojó que 81 de las mujeres encuestadas atravesaron algún comentario o actitud desobligante del personal médico que las hizo sentir incómodas, agredidas o avergonzadas, “que estuvieron bastante tiempo solas sin ningún tipo de apoyo o atención, que fueron testigos del maltrato que vivieron otras mujeres durante el parto (...) o que no las escucharon o fueron coartadas para que se quedaran calladas y no expresaran sus emociones y dolor”, señaló el estudio.
En otros países de América Latina también se han llevado a cabo encuestas para medir la violencia obstétrica. En 2020, el colectivo ‘Matrias Guardianas del Parto’ de Ecuador le preguntó a más de 1.000 mujeres (en varios países de la región, entre esos Colombia) si sabían lo que era la violencia obstétrica y si reconocían haber recibido, de parte del personal médico, comentarios negativos sobre su cuerpo, sobre su manera de pujar, su llanto, chistes sobre su condición, amenazas y cohesión, entre otras acciones violentas, durante la atención a su embarazo y parto.
Así mismo, un grupo de mujeres periodistas llevó a cabo un especial sobre violencia obstétrica en Cuba, donde recogieron datos y testimonios de personas que habían parido. Los resultados fueron presentados en el 2022, a través de la publicación ‘Partos Rotos’.

La violencia obstétrica parte del trato deshumanizado, abuso y maltrato psicológico, y procedimientos realizados sin consentimiento

Comisión Interamericana de Derechos Humanos

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos explicó, a través de su informe ‘Violencia y discriminación, contra mujeres, niñas y adolescentes’ del 2019, que la violencia obstétrica es una práctica normalizada y común que perpetúa la relación de poder entre el personal de la salud y las mujeres.
Esta violencia, según el mismo informe, se encuentra en “el trato deshumanizado (dejar a mujeres parturientas esperando por largas horas, inmovilización del cuerpo, partos sin anestesia); abuso de medicalización y patologización de los procesos fisiológicos (prácticas invasivas, medicalización injustificadas); maltrato psicológico (burlas, humillaciones, omisión de información, infantilización); o procedimientos no urgentes realizados sin el consentimiento de las mujeres (esterilizaciones, el llamado “punto del marido”)”.
Además, el documento advierte que este tipo de violencia “encierra concepciones machistas y estereotipadas sobre el rol de las mujeres, su experiencia de la maternidad y sobre sus cuerpos y que, por lo tanto, representa una forma de discriminación contra ellas, basándose en el supuesto que el sufrimiento hacer parte de la experiencia del embarazo”.
Por eso, explica la Organización Mundial de la Salud (OMS) que solo será posible encontrarse frente a una experiencia de parto positivo y respetado, cuando esta “cumple o supere las creencias y expectativas personales y socioculturales previas de la mujer” y haya contado con un apoyo emocional continuo, porque estuvo “acompañada en el momento del nacimiento del bebé y fue asistida por personal amable y con competencias técnicas adecuadas”.

Parto en casa: 'La mujer sabe parir y el bebé sabe nacer'

Paola Benavides es veterinaria y vive en Manizales. Tuvo a sus dos hijos en casa, rodeada de su familia y acompañada por su pareja durante la labor de parto. Al igual que Angie Bucurú, contó con el apoyo de la doula y partera, Marcela Ocampo y la médica Paulina Ocampo Osorio, quienes atienden partos domiciliarios.
Cuando Paola tomó la decisión de parir en casa, se basó en que no quería hacerlo en un hospital por temor a sufrir malos tratos y que le restringieran su libertad para parir. “Nosotras somos mamíferas, la mujer sabe parir y el bebé sabe nacer”, dice. “Durante los controles prenatales, mi ginecólogo me dijo en varias ocasiones que parir lejos del hospital podría llegar a ser peligroso”. Sin embargo y pese a las advertencias, ella y su esposo decidieron tener a sus dos bebes en casa.
“Yo quería tranquilidad, que mi bebé naciera junto a mi esposo y mi familia. Sin irrespetos, con ayuda para el manejo del dolor y poder moverme con libertad, porque no quería entregarle el control de mi parto al médico”, explica Paola. “Deseaba poder pujar y gritar, si así lo deseaba. A ratos me agachaba, me paraba o me ponía de rodillas. Pude acomodarme como quise hasta que nacieron mis hijos”.
Durante este proceso, Marcela jugó un papel importante para Paola. “Por un momento me quise rendir. Pero ella siempre estuvo dándome ánimos y pidiéndome que confiara en mi cuerpo. Me media la presión, me hacía masajes y, sobre todo, no dejó que me invadiera el miedo. Me decía: ¡tú puedes!”.
La partería tradicional del Pacífico colombiano es ahora Patrimonio Cultural.

La partería tradicional del Pacífico colombiano es ahora Patrimonio Cultural.

Foto:Héctor Fabio Zamora / EL TIEMPO

Así que durante esos momentos en los que tuvo miedo a que su parto no saliera bien, contaba con el apoyo de su doula y la médica, personas responsables que sabían que si no lograba parir en la casa, íba a la clínica, ya que ellas habían dado aviso a una ambulancia.
En algunos momentos describe su experiencia como si ella también hubiera regresado al útero de su madre. Porque estaba en un cuarto cerrado, con baja luz, entre una piscina con agua caliente, en cuclillas, acompañada de su esposo, quien la sostenía, mientras al mismo tiempo se sujetaba de la mano de su madre.
“Estaba dentro de una piscina con agua tibia, viviendo las contracciones. Cuando el bebé salió, el cambio no fue brusco, porque venía de nadar en líquido amniótico, además mi esposo pujó conmigo y todo el tiempo estuvo junto a mí haciendo fuerza, hasta que vimos el nacimiento. No importa si no es en casa, pero esta experiencia te marca. Todas merecen parir en amor, ver a su bebé apenas salga, hacer o piel con piel. Sostenerlo y amamantarlo apenas nace”, dice.
Sin embargo, aunque el Ministerio de Salud y Protección Social en Colombia aún no ha regulado el parto en casa —porque considera que podría llegar a ser un gran riesgo para la vida del recién nacido y la madre, como lo señaló la entidad a través de una solicitud de información que realizó EL TIEMPO—, doulas como Marcela, con más de diez años de experiencia atendiendo partos en casa, explican que el éxito de parir en casa ha sido posible gracias a las precauciones que se han tomado.
“Durante la preparación del parto, siempre les digo que es posible que se pueda complicar, por eso hay que estar preparadas. Saber a qué hospital dirigirnos, a qué servicio de ambulancia vamos a llamar”, explica Marcela.
Además, desde su experiencia como doula, las barreras que antes existían para ejercer su labor dentro de hospitales y clínicas son cada vez menores, a pesar de que una parte del personal aún se cierra a esa posibilidad.
“No buscamos competir con ellos, ni ponernos a decir qué deben hacer. Solo queremos acompañar, dar apoyo emocional y no solo durante la gestación o el parto, también en el postparto”, agrega la partera.
La Resolución 3280 de 2018, posibilita que las mujeres y las personas con capacidad de gestar puedan “ser acompañadas de manera individual o de forma continua por la persona que elija”.
Al respecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que, durante el parto, se garantice el apoyo emocional por medio de un acompañante, que exista “comunicación efectiva de parte del personal, estrategias para el alivio del dolor, una constante vigilancia del trabajo de parto, la ingesta de líquido y alimentos por vía oral —solo en los casos donde el embarazo no es de alto riesgo—, se permita la movilidad en el trabajo de parto y elegir una postura para parir”.
También recomienda que, en los casos que exista, se respete el plan de parto —un documento que recoge las decisiones, preferencias, necesidades, deseos y expectativas sobre el proceso del parto y el nacimiento—. Así mismo, la organización insta a brindar información detallada a la persona gestante sobre las intervenciones a su cuerpo.
En el 2022, el Hospital Universitario San Juan de Dios de Armenia empezó a implementar su estrategia de atención en parto respetado: DA (dar calidez, amabilidad, información, y bienestar), DE (derechos respetados), DI (dignidad respetada), DO (dolor adecuadamente manejado) y DU (duelo intervenido).
Sin embargo, el ginecobstetra Richard Orozco, uno de los promotores del programa dentro de la institución y en esta región del país, reconoció que el Hospital no cuenta con la suficiente “disponibilidad de personal médico, tiempo para la atención y el espacio dentro de la sala de parto”.
A noviembre del 2023, el 90 por ciento de los partos en el departamento del Quindío estaban siendo atendidos por esta entidad, según cifras entregadas por el hospital.
Este tipo de programas en el país se originan en la Resolución 3280 del 2018 por parte del Ministerio de Salud, a través de la cual se busca brindar una atención materno perinatal integral con un “enfoque en derechos humanos, sexuales y reproductivos, de género e interseccionalidad” y de la Ley 2244 de 2022, “Ley de parto digno, respetado y humanizado”, que tiene como fin “garantizar el derecho de la mujer al trabajo de parto, postparto y duelo gestacional y perinatal con libertad de decisión”.
Aunque los dos partos en casa de Paola fueron exitosos, ella confiesa que el camino no ha sido tan sencillo. Cuando tuvo a su primer hijo, él fue hospitalizado de emergencia porque el tipo de sangre de Paola no fue compatible con la del bebé y se presentó una reacción alérgica. “Esto pasa cuando el cordón umbilical, que está adherido a la placenta, todavía tiene sangre de la madre, por lo que una parte de ella aún puede entrar al bebé, después de que este sale del vientre. Entonces, se mezclan las sangres y se genera una reacción que no es positiva para el bebé”. explicó Paulina Ocampo Osorio, la médica que atendió su parto.
Paola y su esposo, a raíz de este episodio, atravesaron varios días de tensión, ya que la istración del hospital al que ingresaron para atender la urgencia llamó al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) porque dudaban de que pudiera tratarse de su hijo, ya que no contaban con su registro de nacido vivo.
Este documento sólo puede ser expedido por el centro de salud en donde nace o por un notario, siempre y cuando el padre y la madre puedan probar su vínculo.
“Debíamos de llevar dos testigos para sacar el registro civil, o sea, dos personas que hubieran estado en el parto y ojalá un video del alumbramiento y el RH. Con eso fue suficiente”, explica Paola, quien agrega que el ICBF estuvo pendiente durante un buen tiempo de la salud de su hijo hasta confirmar que el bebé estuviera fuera de peligro y que, ese caso, se conoció en el departamento de Caldas.
Entre el 2021 y 2023, el Dane registró que más de un millón de bebés nacieron en un hospital de Colombia, frente a los 22 mil que lo hicieron en casa.
Datos y gráficos del proyecto Parir, un asunto político
Datos y gráficos del proyecto Parir, un asunto político

Conforme a los criterios de