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Análisis
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Reino Unido: ¿qué hay en juego en las elecciones generales y por qué los conservadores pueden perder el poder?
Los británicos acuden a las urnas para decidir la configuración del próximo Parlamento. Los opositores laboristas son los favoritos. Sin embargo, la extrema derecha viene ganando adeptos.
A pocas horas de las elecciones generales en el Reino Unido de este 4 de julio, el otrora imperio británico entra en una encrucijada crucial que podría reconfigurar no solo su futuro político interno sino también su posición en la geopolítica regional justo cuando en Europa el péndulo se empieza a inclinar hacia una derecha antimigrante y nacionalista.
Estas elecciones prometen ser un punto de inflexión para una nación en la que todas las encuestas de opinión dan por cantada la victoria del opositor partido Laborista y su líder de centro derecha, Keir Starmer, de 61 años, quien tiene todas las opciones para arrebatar del poder a Rishi Sunak, de 42 años, del desgatado partido Conservador y el cual viene gobernando desde hace 14 años.
El Reino Unido –de 69 millones de habitantes- tiene un sistema político parlamentario en el que un récord de 4.515 candidatos aspira a ocupar uno de los 650 escaños del Palacio de Westminster, el histórico edificio de más de 900 años, sede del Legislativo británico en pleno corazón londinense.
El sui géneris sistema electoral consiste en que gana el candidato de cada circunscripción representada por un Miembro del Parlamento (MP) o diputado y el partido político que tenga más representantes legislativos hará gobierno con el consentimiento del rey Carlos III, quien es la cabeza de la monarquía constitucional y cuyas decisiones políticas están en manos del poder político parlamentario.
En la actualidad hay 543 escaños en Inglaterra, 57 en Escocia, 32 en Gales y 18 en Irlanda del Norte.
El líder del Partido Conservador, el primer Ministro británico, Rishi Sunak, entrega el manifiesto electoral del partido en Silverstone Racetrack, Gran Bretaña. Foto:EFE
En medio de lo que algunos han calificado como un aguacero que parecía premonitorio, el pasado 30 de mayo, de manera sorpresiva, Sunak disolvió el Parlamento y llamó a elecciones generales. Todos los escaños de los diputados quedaron vacantes y el ente legislativo solo volverá a reunirse el próximo 9 de julio para designar al nuevo primer ministro que estará seleccionado por el partido político que tenga mayorías.
Una curiosidad de este proceso es que, por primera vez en la historia, se requiere un documento con fotografía de los votantes que asistan a las urnas, algo que no ha sido bien recibido por muchos británicos desacostumbrados a tener que probar identidad de manera legal.
Según los pronósticos electorales, a la llamada tolda tory, el apelativo con el que se conoce a los conservadores, le estaría pasando factura las erráticas políticas gubernamentales tomadas desde el año 2010.
“Esto significa que, aunque la desigualdad de ingresos se ha mantenido estable, el progreso en la reducción de la pobreza absoluta ha sido dolorosamente lento”
Aislado de sus otrora aliados de la Unión Europea tras el brexit, en el país ha habido un deterioro de las finanzas en medio de la peor crisis económica desde la Segunda Guerra Mundial, que lo han dejado muy por detrás de sus socios de los países más poderosos del G7, incluyendo a Estados Unidos, Alemania y Japón.
De nada le ha valido al multimillonario primer ministro, de padres indios y educado en una de las más elitistas universidades, haber controlado la inflación de su pico de 11 por ciento registrado en el 2022 al 2 por ciento en mayo pasado. A pesar de esta mejora, las tasas de interés bancarias se mantienen en un 5,5 por ciento, lo que refleja las persistentes tensiones económicas.
Según el Instituto de Estudios Fiscales (IFS), en estos casi 15 años de dominio conservador, en el Reino Unido se ha registrado un crecimiento lento para prácticamente todos: ricos y pobres, viejos y jóvenes. “Esto significa que, aunque la desigualdad de ingresos se ha mantenido estable, el progreso en la reducción de la pobreza absoluta ha sido dolorosamente lento”, dijo Tom Waters, director asociado del IFS a medios locales a inicios de la campaña electoral a finales de mayo.
Al líder conservador se le percibe como desconectado de la realidad que vive una décima parte de la población, sumida en una pobreza extrema, además de acarrear con los efectos del desgaste político tras pasar por cinco primeros ministros en 14 años de gobierno, comenzando con David Cameron (ahora secretario de Asuntos Exteriores), pasando por Teresa May, Boris Johnson, Liz Trust y el propio Sunak.
Todas las consultoras de opinión aseguran que el triunfo laborista sería de avalancha, que podría asegurar un control del Parlamento de 650 escaños en la Cámara de los Comunes con una ventaja de al menos 100 diputados, mientras que el conservadurismo podría quedar relegado a un tercer lugar.
Cualquiera que gane los comicios del jueves se enfrentará a los desafíos expuestos en la campaña electoral de apenas seis semanas, dominada por temas locales como el estancamiento de la economía, el costo de vida o la alta inmigración extranjera.
En temas de política exterior, la agenda ronda en torno a la guerra en Ucrania y la amenaza de Rusia en el sistema europeo, además de la grave crisis en Oriente Próximo con las acciones armadas de Israel en territorio palestino en retaliación por los ataques del grupo Hamás de octubre del año pasado, el cual dejó unas 1.200 personas asesinadas y otras 250 secuestradas.
El ex primer ministro británico Boris Johnson en su intervención en la investigación sobre el covid-19 en el Reino Unido. Foto:AFP
El fantasma de la derecha se impone
La debacle tory va de la mano del auge de la extrema derecha encabezada por el populista antieuropeísta y antimigración Nigel Farage del movimiento Reforma, el cual ha aglutinado el descontento de rebeldes conservadores. Ese es el mismo fenómeno que se vio en las elecciones del Parlamento Europeo y los gobiernos de extrema derecha en seis países del bloque, incluidos Italia, Finlandia, Eslovaquia, Hungría, Croacia y la República Checa.
Esta ola derechista se palpa también en los Países Bajos (Holanda) donde el agitador antiislámico Geert Wilders está al borde del poder tras haber sellado un acuerdo histórico para formar el gobierno más derechista de la historia reciente del país. Además, los partidos de extrema derecha dominan las encuestas en gran parte de Europa.
En Francia, el Agrupamiento Nacional de la líder de extrema derecha Marine Le Pen se mantiene con más del 30 por ciento, muy por delante del partido Renacimiento del presidente Emmanuel Macron, según la encuesta de la firma Político.
Al otro lado del río Rin, Alternativa para Alemania, un partido bajo vigilancia policial por sus opiniones extremistas, está en segundo lugar en las encuestas, cabeza a cabeza con los socialdemócratas.
Folletos electorales de la ultraderechista sa Agrupación Nacional. Foto:AFP
"En el contexto de una Europa que ya se está moviendo hacia la derecha, las elecciones del Reino Unido parecen, a primera vista, una especie de enigma”, explicó a EL TIEMPO el periodista y político laborista, Paul Donovan, al detallar que un electorado aparentemente casado con una forma muy destructiva de política de derecha basada en el mercado está a punto de elegir a un partido socialdemócrata de izquierda por una abrumadora mayoría”.
"En el contexto de una Europa que ya se está moviendo hacia la derecha, las elecciones del Reino Unido parecen, a primera vista, una especie de enigma”
A juicio de Donovan, si se examina la situación más de cerca, lo que se está dando en el Reino Unido “encaja bien en los movimientos europeos más amplios”. En el contexto europeo, la realidad es que el Reino Unido ya está a la derecha de la Europa dominante: el acto de autolesión llamado brexit es testimonio de ello.
“Lamentablemente, es poco probable que el Partido Laborista cambie sustancialmente esa deriva hacia la derecha. De hecho, el legado de un gobierno laborista fallido podría ser el regreso de una istración conservadora de derecha liderada por Nigel Farage", agrega el analista.
Ante ese prospecto, los jóvenes ven con preocupación esa posibilidad, como señaló a este diario Charles Steel, un joven de 21 años estudiante del último año de Ciencias Políticas y Gobierno de University College London: “Tengo miedo de lo que se viene para el Reino Unido si se cumplen las proyecciones, donde ganará el Laborismo, pero con la sombra de una derecha que enraíza en nuestros cimientos, incluso cuando el nuevo gobierno se autoproclame central”.
El primer ministro británico, Rishi Sunak. Foto:Bloomberg
Bajar la inmigración, promesa de todos
Según una encuesta reciente de la firma YouGov, realizada para la televisora británica Sky News, el 43 por ciento de los británicos piensa que la inmigración tiene un impacto negativo en la sociedad en comparación con el 35 por ciento que dijo que el efecto de la inmigración es positivo.
La promesa conservadora es tratar de reducir el número de personas que llegan por medios irregulares, como las que cruzan el Canal de la Mancha desde Francia en pequeñas embarcaciones. Esa fue una de las cinco promesas de Rishi Sunak al asumir el poder en noviembre del 2022, por eso se vio como un golpe severo los más recientes datos oficiales publicado que mostraron que 882 personas llegaron de manera ilegal al país, la cifra diaria más alta desde finales de 2022.
Poco le ha servido al gobierno de Sunak su empeño en implementar un plan muy controvertido para deportar a personas indocumentadas a Ruanda para que se procesen allí sus solicitudes de asilo. El acuerdo ha sido bloqueado varias veces por los tribunales que dictaminaron que el plan era ilegal y ningún vuelo al país africano ha llevado ilegales desde que se anunció hace dos años.
Manifestantes en contra de la decisión de la corte británica al deportar ciudadanos de Ruanda. Foto:EFE/EPA/ANDY RAIN
En este tema, el Partido Laborista dice que buscará eliminar el Plan de Ruanda de ganar. Eso sí, ha prometido reducir las cifras de migración neta sin dar más detalles sobre cómo lo hará.
El Observatorio de la Migración contabilizó 685.000 inmigrantes, cifra impulsada menos por los ciudadanos de la UE que llegaron para trabajar y estudiar y más por los ucranianos que buscan asilo y huyen de la guerra de Rusia.