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'Estamos ante un nuevo orden internacional no deseable'

Manuel Muñiz, rector internacional de la universidad IE, analiza lo que dejó la cumbre de la Otán.

Soldados rusos en las calles de Mariúpol

Soldados rusos en las calles de Mariúpol Foto: Alexander NEMENOV / AFP

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Más de cuarenta líderes mundiales se reunieron esta semana en Madrid, donde se celebró la cumbre de la Otán entre el 28 y el 30 de junio.
España, que cumple cuarenta años como miembro de la Alianza, acogió a los treinta países socios, a otros invitados de Asia-Pacífico, a cuatro adicionales de la Unión Europea pero no de la Otán y a los titulares de la Comisión Europea y el Consejo Europeo.
Manuel Muñiz, rector internacional de la universidad IE y decano de IE School of Global and Public Affairs, habló con EL TIEMPO en Madrid sobre la reunión.

¿Cuál fue la importancia de esta cumbre?

Destaco tres cuestiones claves. La primera es la respuesta a la invasión de Ucrania por parte de Rusia, que ha ocupado buena parte de la agenda. En este ámbito se están tomando decisiones relevantes: la primera es seguir coordinando las medidas de respuesta como el envío de ayuda militar, humanitaria y financiera; la segunda es la entrada de Suecia y de Finlandia en la Alianza, lo que supone un viraje muy importante en la política de seguridad porque amplía la frontera que la OTAN va a tener con Rusia en una distancia importante (solamente la membrecía de Finlandia agrega unos 1300 kilómetros de frontera entre lo que va a ser ya la OTAN y Rusia); y otra cuestión vital es la nueva proyección de fuerzas militares de la Alianza en la Europa del Este y los países bálticos, que se va a aumentar con una presencia más permanente y con un volumen de fuerzas con capacidad de respuesta temprana superior al que había.
Manuel Muñiz, rector internacional de la universidad IE y decano de IE School of Global and Public Affairs.

Manuel Muñiz, rector internacional de la universidad IE y decano de IE School of Global and Public Affairs. Foto:Cortesía

Todo esto dibuja un escenario geopolítico muy distinto. Es el viraje más trascendental para la Alianza desde el final de la Guerra Fría porque la posiciona en Europa del Este de forma mucho más marcada en una operación de contención de Rusia y provisión de seguridad para los aliados en la zona.
El segundo gran hito de la cumbre es la aprobación del nuevo concepto estratégico. Llevamos más de una década con uno que no había sido actualizado y ahora aborda temas como Rusia, la relación con China y lo que son las amenazas híbridas.
La tercera cuestión fue la presencia de los socios de Asia-Pacífico. Han estado los primeros ministros de Nueva Zelanda, Corea, Japón, Australia. Se ha introducido en el debate de forma más clara el asunto de China y del Indo-Pacífico y se ha planteado un acercamiento común de la OTAN a las cuestiones de seguridad en Asia.
Por lo tanto, es una cumbre realmente histórica y muy importante para para la OTAN.

¿Se puede asegurar que estamos ante un nuevo orden mundial, ante una nueva era?

Todo parece indicar que es así. Definitivamente lo que esto marca es una nueva era en las relaciones entre Rusia y Occidente. La invasión de Ucrania va a tener consecuencias sistémicas en la relación comercial y económica con Rusia, que ha sido totalmente cercenada por la invasión. Es muy difícil imaginarse una normalización de la relación diplomática con Rusia, incluso aunque se llegase a un alto el fuego o a algún tipo de acuerdo porque en estos momentos ya se han producidos muchas brutalidades.
En el concepto estratégico anterior de la OTAN se decía que Europa no se enfrentaba a amenazas convencionales sobre su territorio, pero ahora los europeos estamos expuestos a una nueva con la invasión. En el concepto estratégico actual eso cambia y se señala a Rusia como principal adversario de la Alianza. Abrimos una nueva etapa y es una era mucho más marcada por la amenaza, su contención y la disuasión con el posicionamiento de fuerzas.
Hay una cuestión adicional clave en la configuración de un nuevo orden mundial que es el posicionamiento de China, que ha jugado un papel ambiguo de apoyo tácito a Rusia. Por lo tanto, se empieza configurar un bloque de regímenes autoritarios y un bloque de las democracias liberales del mundo. Todo va a depender de cómo se comporte China en los próximos meses, pero parece que nos estamos moviendo hacia un mundo más fracturado, de grandes bloques configurados con base en la naturaleza política de sus integrantes.
Tropas rusas han destruido una gran parte de la ciudad de Lysychanks en Ucrania.

Tropas rusas han destruido una gran parte de la ciudad de Lysychanks en Ucrania. Foto:Anatolii Stepanov / AFP

Respecto a esta alianza de China y Rusia, ¿se han pensado algunos pasos concretos?

En el concepto estratégico que se acaba de aprobar se habla de China como un adversario, no como un enemigo ni como una amenaza directa pero sí como un reto de seguridad para la Alianza. Por ello se plantean una serie de cuestiones para tener en el radar, que parten de ser conscientes de que esto es una posibilidad.
Hay países que individualmente ya están tomando medidas relevantes. de la Alianza y otros del Indo-Pacífico han restringido el de compañías chinas a sectores estratégicos de la economía (sobre todo de telecomunicaciones 5G), otros han implementado marcos reguladores para controlar la injerencia en la política doméstica por parte de actores chinos. Estados Unidos ha tomado medidas estrictas en el ámbito comercial: ha implementado aranceles y tiene una lista de compañías chinas a las que no se permite operar en su mercado.
Ese nuevo orden internacional que parece estar naciendo es no deseable. Es más inseguro, con más amenazas, donde vamos a tener que hacer mayores inversiones de seguridad y defensa y eso va a implicar menores inversiones en otras cuestiones. Es un nuevo orden internacional también menos integrado económicamente, donde vamos a tener que recalibrar nuestras cadenas de suministro, nuestra dependencia económica de ciertos países como nos ha pasado con Rusia. Por cierto, con Rusia después de la invasión hemos roto nuestra integración económica con ese país. Nuestras empresas han tenido que salir y estamos desmontando la interdependencia energética. Este nuevo orden tiene costos para nuestros ciudadanos y presupuestos públicos. Es un entorno menos deseable que el anterior, pero es la realidad a la que nos dirigimos.
Joe Biden, Recep Tayyip Erdogan, Boris Jonhson y Jens Stoltenberg en la cumbre de Madrid.

Joe Biden, Recep Tayyip Erdogan, Boris Jonhson y Jens Stoltenberg en la cumbre de Madrid. Foto:GABRIEL BOUYS / AFP

¿En relación con Rusia se han planteado otras medidas concretas, como una negociación o una manera diferente de abordar la invasión a Ucrania?

Putin realizaría primer viaje y el país reanuda ataques a Ucrania

Putin realizaría primer viaje y el país reanuda ataques a Ucrania Foto:AFP

En este momento nadie se está planteando una negociación, sobre todo si no se produce con la voluntad del gobierno de Ucrania, cuya principal preocupación en estos momentos es defenderse. Un diálogo profundo y con posibles resultados está lejos. Estamos en una guerra que va a ser prolongada y que las fuerzas militares ucranianas están consiguiendo resistir, sobre todo en el este y sureste. Ya fueron exitosas en su resistencia de una campaña que lo que buscaba era ocupar prácticamente la totalidad del país, derrocar al gobierno, tomar Kiev… Esos objetivos de los rusos ya no se lograron. Ahora estamos en una campaña mucho más de erosión en el este, pero no se están produciendo grandes avances rusos. Es una guerra de desgaste y diplomáticamente estamos lejos de ese diálogo porque las partes no lo quieren llevar a cabo.
Se está planteando la posibilidad de un acuerdo que implique la entrega de territorios por parte de Ucrania. Por ejemplo, Crimea y Donbás a cambio de paz. Ese sería un resultado nocivo porque supondría el reconocimiento de la ocupación y hurto de un territorio de un tercer país a través de una agresión flagrante y contraria al derecho internacional. Si algo nos ha enseñado la historia es que este tipo de agresiones no pueden ser impunes, tienen que conllevar un costo y no se pueden legitimar a posteriori.

Usted mencionó antes las amenazas híbridas. ¿Qué son y qué implican?

Son amenazas que no cruzan el umbral de una agresión militar tradicional. No hay fuerzas armadas oficiales o formales involucradas en este tipo de ataques, pero producen daño a los intereses estratégicos de un tercer país. Se puede hacer utilizando, por ejemplo, milicias o fuerzas informales que producen inestabilidad. También son aquellas que se despliegan en el espacio cibernético, desestabilizan la infraestructura y dañan el tejido productivo de un tercer país.
Todas estas se posicionan en un espectro que para nosotros todavía es difícil de calificar como ataque y, sin embargo, tienen todas las consecuencias. Otro tipo que se ha incluido en el concepto estratégico es la utilización de los movimientos migratorios como arma de agresión a un tercer Estado de manera que produzcan descontrol fronterizo o incentivar a ciertos colectivos vulnerables a cruzar una frontera ilegalmente, con el fin de producir presión sobre un tercer Estado.
Jens Stoltenberg, Secretario General de la Alianza del Atlántico Norte (Otán/NATO)

Jens Stoltenberg, Secretario General de la Alianza del Atlántico Norte (Otán/NATO) Foto:Thomas COEX / AFP

¿Cómo ve la posición de Colombia como único socio global de Latinoamérica de la OTAN?

El presidente de Colombia, Iván Duque con Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN

El presidente de Colombia, Iván Duque con Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN Foto:Presidencia

En una reflexión en el ámbito del continente, debo decir que América Latina desde un punto de vista de instituciones, de cultura política y de valores forma parte de Occidente y del mundo atlántico. España ha sido un gran valedor de esta idea, que incorpora el Atlántico sur, el Caribe. Hay una visión más anglosajona que defiende que el Atlántico prácticamente se acaba en la Florida. España ha defendido históricamente que hay una realidad iberoamericana y una realidad atlántica del sur. La pregunta es: ¿dónde se posiciona América Latina en ese nuevo orden internacional? Para España la respuesta es evidente: América Latina forma parte de Occidente y lo ha formado siempre. El caso de Colombia es emblemático porque es un gran anclaje, un gran socio de la Alianza Atlántica y pone de manifiesto la realidad de que hay países en América Latina que forman parte desde ya de esa arquitectura de seguridad frente regímenes abiertamente autoritarios.

¿Qué otros desafíos aparte de lo que ha mencionado quedaron establecidos en la cumbre de la OTAN?

Hay un apartado entero dedicado al concepto estratégico frente a las tecnologías emergentes. Me refiero sobre todo a inteligencia artificial, computación cuántica, tecnología satelital y tecnología de armamento autónomo (como los drones). Ahí hay una serie de capacidades nuevas, ofensivas y defensivas. Creo que es un capítulo particularmente relevante en el que vamos a tener que trabajar mucho. Hay que estudiar el impacto de estas tecnologías en nuestra seguridad. Esto va a cambiar el mundo. Por ejemplo, cuando se despliegue plenamente la computación cuántica va a desmontar la resiliencia de los sistemas de encriptación. Como asignatura grande veo que es esta: entender y gobernar las implicaciones de la transformación tecnológica para nuestra seguridad y defensa. Es el gran tema hacia el futuro.
JUANITA SAMPER OSPINA
CORRESPONSAL DE EL TIEMPO
MADRID

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