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La condena que amenaza con enterrar la carrera política de Cristina Kirchner
Por primera vez en la historia argentina, una ‘vice’ fue sentenciada a la cárcel.
La vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, previo al veredicto sobre caso de corrupción. Foto: EFE
El 10 de diciembre de 2019, cuando Mauricio Macri le traspasó el mando de Argentina al presidente Alberto Fernández, la exmandataria Cristina Kirchner no solo juró como la nueva vicepresidenta de la nación, también logró un récord: ser la primera dirigente de la historia en haber sido elegida para todos los cargos electivos nacionales.
Este martes, Cristina siguió batiendo récords. A sus puestos como presidenta, senadora, diputada y convencional constituyente, les sumó el de ser la primera persona condenada por corrupción mientras ejerce la vicepresidencia. El Tribunal Oral Federal la condenó a una pena de seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos al hallarla culpable en la causa Vialidad donde direccionó contratos de obra vial a las empresas de Lázaro Báez en Santa Cruz.
Augurada hasta por la propia condenada, la sentencia del martes fijó un punto de no retorno para Cristina Kirchner. Y es que lograr la inocencia de la que tanto alardea implica provocar un descalabro institucional equivalente a los golpes de Estado que marcaron al país durante 50 años en el siglo pasado.
Sentada en su oficina en el Senado, al final de la transmisión en vivo de la sentencia, la vicepresidenta argentina, quien es una de las políticas de mayor influencia en las últimas décadas, decidió dar un paso al costado para las elecciones de 2023.
“No voy a ser candidata a nada, ni a presidenta, ni a senadora. Mi nombre no va a estar en ninguna boleta”, aseguró de manera inesperada Cristina, pues de ser reelegida podría blindarse ante una detención. En especial cuando otras dos causas judiciales van camino a juicios orales similares al que acaba de terminar como parte de una serie.
Discurso de Cristina Fernández tras la condena en su contra. Foto:AFP
Sin embargo, la decisión -tanto judicial como política-, que fue tomada por la oposición como un triunfo, parece ser tan solo una batalla perdida para una instruida y sagaz competidora política que si de algo sabe es de sortear crisis.
“Cristina sigue siendo la figura central de la política argentina y dio un cimbronazo al decidir no participar en las elecciones el año que viene, pero esto lo hace para evitar mostrarse como una víctima, para no dar una señal de debilidad. Aún así, es difícil saber si va a mantener su amenaza”, le dice a este diario Juan Negri, analista político.
Esta hija de una empleada estatal y de un conductor de autobuses, sabe a sus 69 años qué significa tener y recuperar el poder. No por nada, tras enviudar, fue reelegida en 2011 con el 54 por ciento de los votos y capoteó polémicas decisiones como la expropiación de YPF, la restricción a la compra de dólares y hasta oscuros capítulos, incluido el de la muerte, aún hoy por aclarar, del fiscal Alberto Nisman, que la acusó de encubrir a los iraníes sospechosos de cometer el atentado contra una mutua judía de Buenos Aires en 1994.
Dio un cimbronazo al decidir no participar en las elecciones el año que viene, pero esto lo hace para evitar mostrarse como una víctima
Desde que en 2016, tras culminar su segundo mandato, Cristina Kichner fue procesada por primera vez -en una causa por supuestas irregularidades en operaciones con contratos de futuros de dólar durante su Presidencia-, multitud de imputaciones fueron emergiendo.
Ya fuera por presuntos negocios espurios con empresarios mediante Hotesur y Los Sauces, sociedades inmobiliarias de su propiedad; por encabezar una enorme red de cobro de sobornos en la mediática Causa de los cuadernos; por el uso de aviones oficiales para enviar periódicos a su residencia en el sur del país o por atesorar documentos históricos que según el juez deberían estar en manos del Estado; reiteradamente, la viuda del expresidente Néstor Kirchner (2003-2007) -fallecido en 2010 pero también sospechoso en algunas de las causas- ha negado las acusaciones y asegurado que responden a una persecución judicial impulsada por el exmandatario Mauricio Macri (2015-2019) junto a los medios de comunicación “hegemónicos”.
“Lo único que les falta es acusarme de la muerte de Kennedy”, aseguró hace varios años la ahora vicepresidenta que, aforada, evitó todo este tiempo entrar en prisión pese a las órdenes de detención que pesan en su contra.
Y es que en el plano práctico, para ser efectiva, la condena del martes deberá transitar un largo peregrinaje hasta ser, en un futuro que no se vislumbra cercano, refrendada o rechazada por la Corte Suprema. Mientras, el derrotero judicial de Cristina, como la conocen sus seguidores y detractores, sigue su curso.
Periódicos de Argentina registran la condena a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Foto:AFP
Una estable inestabilidad
“Paradójicamente, la condena no cambia demasiado el panorama político. En primera medida, porque era algo previsible. Y luego por el hecho de que la sentencia todavía no está en firme, lo que le permite a Cristina (que tiene inmunidad hasta diciembre de 2023, cuando termina su mandato como vicepresidenta) no ir a la cárcel e incluso presentarse como candidata el año que viene. En ese sentido, el impacto de la decisión no es tan profundo sobre la lógica política del país”, le explica a EL TIEMPO el analista y académico de la Universidad del Rosario Matías Franchini.
De ahí que la propia vicepresidenta aseguró que “el verdadero castigo no es la cárcel, sino la prohibición de ejercer cargos públicos”. “Pero no voy a someter a la fuerza política que me dio el honor de ser dos veces presidenta y una vez vicepresidenta a ser maltratada en un periodo electoral con un candidato culpable. No seré candidata”, insistió vehemente.
Eso sí, el impacto de la resolución que se dio luego de 14 años colmados de recursos procesales para evitar el avance de la causa resuena en el peronismo que ve a una líder acorralada por graves condenas de corrupción y fuertemente debilitada por el fracaso de sus recetas de Gobierno.
El fallo encuentra a una Cristina debilitada y con menos poder
Desde que en 2019 Cristina Kirchner volvió al poder con Alberto Fernández como presidente, la Justicia ha tomado varias decisiones que favorecieron a exfuncionarios kirchneristas acusados y/o encarcelados, mientras ella fue sobreseída en varias causas.
Pero, ahora, “el fallo encuentra a una Cristina debilitada y con menos poder”. “Un fenómeno disimulado en la debilidad del conjunto, en la precariedad del presidente en funciones y en un contexto político general en el que todavía no surge con claridad un heredero del poder”, reza el periodista Sergio Suppo en su análisis del caso para el diario La Nación.
Para Suppo, si bien el empobrecimiento político de la vicepresidenta no es nuevo, el fracaso de la gestión del Gobierno (que intenta dirigir en un papel secundario) hace que pueda ofrecer cada vez menos a la fuerza que comanda.
Hoy, las cifras de la crisis económica argentina recuerdan a los tiempos previos al terrible default de 2001: el 40 por ciento de las familias viven por debajo del umbral de la pobreza y uno de cada dos niños está desnutrido. Eso mientras el peso argentino sigue cayendo y la inflación subiendo: +68 por ciento desde enero, pero las previsiones de aquí a fin de año la elevan al 90 por ciento.
Protestas de simpatizantes de la vicepresidenta Cristina Fernández tras la condena en su contra. Foto:AFP
Y mientras que Cristina se compara con el resucitar de Luiz Inácio Lula da Silva (condenado y enviado a la cárcel durante 580 días por el caso Odebrecht), a los analistas les cuesta mucho pensar que la vicepresidenta argentina pueda tener un camino de recuperación político como el del ahora presidente electo de Brasil.
“Los niveles de rechazo de Cristina son muy profundos (más del 60 por ciento). Para que eso pase, ella debería, de alguna forma, convertirse en la última esperanza frente a un gobierno inepto, corrupto y agresivo contra la democracia, como el que encarnó Jair Bolsonaro en Brasil. Por ahora, esa convergencia de factores es muy difícil, no solo porque Cristina -así parezca negarlo- hace parte del actual Gobierno, sino porque nunca ha tenido la capacidad de ampliar su coalición perdonando a sus adversarios para incorporarlos a su propia estructura”, destaca Franchini.
Pero, dado que, en palabras del experto, “Argentina es una fábrica de sorpresas”, para una ajedrecista profesional del tablero político, como lo es Cristina Fernández de Kirchner, no sería ninguna dificultad jugarse un Zwischenzug ofreciendo un sacrificio tan desagradable para sus contrarios que, como hasta ahora, los ponga en duda y terminen gastando mucho tiempo intentando calcular si vale la pena.