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¿Qué tan efectiva ha sido la diplomacia tuitera de Gustavo Petro?
Mientras el Presidente estalla la relación con Perú y El Salvador, cosecha frutos con Estados Unidos
Diálogos de Alto Nivel entre EE. UU. y Colombia. Foto: AFP
Mientras la delegación colombiana sostenía el lunes diálogos del más alto nivel con su contraparte estadounidense en Washington para despejar dudas sobre la política antidrogas, la paz total y los acercamientos con Venezuela –en un encuentro calificado por las partes como positivo y constructivo–, el presidente Gustavo Petro anunciaba en un trino que iba a convocar una conferencia internacional “con el objetivo de construir la hoja de ruta que permita el diálogo político efectivo de la sociedad y el Gobierno venezolano”.
Y cuando los ecos de esta noticia seguían provocando reacciones, el Gobierno de Perú comunicaba su decisión de retirar de manera definitiva a su embajador en Bogotá, Félix Denegri Boza, por comentarios de Petro durante la cumbre Iberoamericana de Santo Domingo, en la que dijo que el expresidente izquierdista Pedro Castillo “debería estar aquí, lo sacaron. Está preso”.
No era la primera vez. Esta vez lo hizo ante la canciller peruana Ana Cecilia Gervasi, quien poco después le respondió: “Si Pedro Castillo no está aquí es porque dio un golpe de Estado. Si estuviera, tendrían a un dictador”.
Por los mismos días, Petro había sostenido el tercer capítulo de su ya reiterado intercambio por Twitter con el mandatario salvadoreño, Nayib Bukele, que se inició por las críticas del primero a la política carcelaria del segundo, y que ya incluye rifirrafes por el crédito de una incautación de cocaína en altamar.
Si Pedro Castillo no está aquí es porque dio un golpe de Estado. Si estuviera, tendrían a un dictador.
Todos estos son episodios que hacen preguntarse hacia dónde va la política exterior de la istración Petro, que en su génesis él anunció que orientaría hacia la lucha contra el cambio climático y la aproximación hacia América Latina.
Porque si su intención es perfilarse como un líder continental que suma voluntades para buscarle una salida política a la crisis venezolana, no parece cuadrar que se enemiste con países de ese cuerpo regional al que quiere convocar.
Pónganse de acuerdo. Primero acusa de tratos inhumanos y ahora hablan de “mejores condiciones”.
Además, no entiendo su obsesión con El Salvador.
¿No es su hijo el que hace pactos bajo la mesa y además por dinero?
“Uno esperaba que Petro se despojara de tanta ideología que caracterizó el proceso de toma de decisiones de política exterior del gobierno de (Iván) Duque, pero no (...). A mí a veces me da la sensación de que Petro está sustituyendo unas peleas por otras. Entonces remedia con Venezuela, pero ahora estamos en un deterioro terrible de la relación con Perú”, apunta la profesora y analista Sandra Borda.
Sin embargo, destaca que “la mejor noticia de la política exterior de este gobierno es la rapidez con la que se reanudó la relación con Venezuela. Sabíamos que la política del cerco diplomático no llevaría a ningún cambio efectivo dentro de Venezuela”.
La mejor noticia de la política exterior de este gobierno es la rapidez con la que se reanudó la relación con Venezuela.
En diálogo con EL TIEMPO y poco antes de abandonar su cargo, la viceministra de Exteriores Laura Gil quitaba hierro al impacto que estas disputas tenían en la realidad de las relaciones con los vecinos y en especial con Perú, que es socio de Colombia en la Alianza del Pacífico y en la CAN: “A nosotros no nos ha afectado tanto. Cuando hay dificultades en el diálogo político, lo comercial sigue en marcha. Estas apuestas siguen vivitas y coleando”.
Claro, eso lo dijo antes de que Lima ordenara el retiro definitivo de su embajador y de que creciera la preocupación por el futuro de los intercambios entre los dos países. Ahora bien, la pregunta que queda es: si Petro logra organizar la conferencia internacional sobre Venezuela en Bogotá, ¿va a prescindir de Perú, que ha sido precisamente uno de los países más afectados por el fenómeno migratorio venezolano?
Otro aspecto clave es la pertinencia de esas maniobras diplomáticas que lanza Petro con el escaso grado de detalle que puede tener un trino.
Kevin Whitaker, durante el diálogo con EL TIEMPO antes de su partida a Estados Unidos. Foto:Claudia Rubio. EL TIEMPO
El exembajador de Estados Unidos en Bogotá Kevin Whitaker advierte desde Washington que “las ideas del equipo de Petro de realizar conferencias sobre derechos humanos, migración y Venezuela deben coordinarse cuidadosamente con actores claves, incluido Estados Unidos. No está claro si eso ha sucedido.
Cualquier conferencia sobre estos temas que no establezca previamente la participación, el método, el cronograma y las metas será una pérdida de energía e iniciativa. El simple hecho de anunciar una conferencia sin una preparación y previsión rigurosas puede ser contraproducente”.
De hecho, el diario El País de Madrid reveló que “las pretensiones de Colombia colisionan con Noruega”, que es facilitador del diálogo político con la oposición venezolana, y explicó que “los noruegos vieron con asombro el anuncio de Petro (…). Pensaron que se arrogó un papel que no le correspondía. Es la vanidad de un político”, les dijo una fuente que no identificaron.
No obstante, Petro se ganó un punto al recibir el apoyo de Estados Unidos a su idea de la conferencia, pero con matices.
Fuentes consultadas por este diario en Washington sostienen que si bien ese país está escéptico frente a la iniciativa, tampoco se quiere quedar por fuera de la mesa ni ser visto como un obstáculo.
A sabiendas, por supuesto, de que lo que exige Maduro para avanzar está en manos de Estados Unidos. Por ejemplo, que le levante el embargo petrolero y otras sanciones económicas, así como la liberación de Alex Saab, el colombiano señalado como testaferro del presidente Nicolás Maduro.
Analistas como Erick Langer, profesor de la Universidad de Georgetown, no creen que el acercamiento Bogotá-Caracas deba inquietar a Washington porque “Estados Unidos ya ha tratado de acercarse a Venezuela por el tema del petróleo en el contexto de la guerra en Ucrania.
Para Washington es fundamental mantener el costo bajo de la gasolina tanto como sea posible, para que los republicanos no los ataquen. Además, Biden y los demócratas ya no cuentan con Florida (para las elecciones), por lo que ese estado ya se ha salido de sus cálculos políticos”.
¿Aliado o mediador?
Desde Venezuela, expertos señalan dos aspectos que representarían una dificultad mayor para que el mandatario colombiano sea protagonista de este empantanado diálogo: “Petro se enfrenta a profundas preocupaciones por las sanciones que recaen sobre Maduro”, dice el politólogo Rommer Ytriago, de la Universidad Central. Y el consultor político Miguel Velarde cree que hay que ver en el futuro a qué lleva el llamado de Petro, “porque un mediador no puede ser aliado”.Esto, porque el grueso de la oposición venezolana ve al colombiano demasiado cercano a Maduro, nada imparcial.
Más allá del detalle de los múltiples frentes que ha abierto Petro en la política exterior y de la indeseada ideologización, está su estilo personal, como lo señala Borda: “Las peleas que entabla Petro son personales, no son una reacción del Gobierno o de la Cancillería, sino que es él en su cuenta de Twitter. No tienen ningún contenido en términos de política exterior. Son peleas que están más ligadas a sus propios intereses políticos internos y para satisfacer una parte de sus bases. Convertir las peleas tuiteras en una forma de gestar acción internacional y de construir política exterior no es una buena noticia. No se le hace ningún favor a la política exterior ni a la integración regional”.
Pero si Petro logra destrabar el diálogo venezolano y que Caracas se reintegre al sistema interamericano de derechos humanos, poco le importarán las críticas a lo que trine.