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¿Es verdad que Gustavo Petro solo viajará a China a hablar del metro de Bogotá?
Embajador Sergio Cabrera habla de su regreso al gigante asiático y de las relaciones bilaterales.
Sergio Cabrera, embajador de Colombia en China Foto: Sergio Acero / EL TIEMPO
Sergio Cabrera señala el patio de atrás con su mano izquierda. Tiene puesta una manilla blanca, como de cabuya; en la mano derecha también lleva otra. Se las regaló un amigo arhuaco antes de viajar a Pekín. “Es para protección”, dice. Tiene una camisa y un chaleco. Llegó de plantar árboles a las afueras de la ciudad con otros embajadores de América Latina. “No he parado”, suspira y sonríe. Pide un vaso de agua. Está sentado en un sillón negro y detrás de él están las banderas de China y de Colombia.
En un par de semanas cumplirá 73 años y lo volverá a hacer desde una ciudad que no veía hace unos siete años. Su historia podría enmarcarse en la definición del eterno retorno: una sucesión de ciclos con circunstancias que aparentan ser diferentes, pero guardan contextos similares. Su vida se resume en múltiples vidas que tienen un punto en común: China, el país que conoció cuando era un niño.
Embajador Sergio Cabrera da un discurso en el Ministerio de Cultura de China. Foto:Cortesía Embajada de Colombia en China
Cabrera es uno de los directores de cine más reconocidos de Colombia y ahora es el nuevo embajador en el gigante asiático. Llegó el 8 de marzo a Pekín con su esposa, Silvia Jardim, y su hija menor, Amalia. En agosto de 2022, el presidente Gustavo Petro anunció su nombre como representante de su gobierno en este país, pero solo fue hasta el 10 de febrero de 2023 que se posesionó. El 13 de marzo, presentó las copias de las cartas credenciales al director de Protocolo del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Hong Lei.
Desde entonces vive en la sede de la embajada de Colombia en la capital china, al frente de la entrada sur de Ritan Park (Templo del Sol, en español), a casi 20 kilómetros del Hotel de la Amistad, en donde vivió en los años 60 junto a otros 600 extranjeros.
Eran los tiempos de Mao Zedong. Su padre, Fausto, lo internó a él y a su hermana Marianella en un colegio donde aprendió mandarín y los ideales comunistas. En 1966 estalló la Revolución Cultural, tiempo en el que Sergio Cabrera formó parte del movimiento estudiantil de los Guardias Rojos. Por esos días, tras una prohibición a extranjeros para asistir a la escuela, tuvo que trabajar con su hermana en una fábrica de tornos y en una de relojes.
En 1968 regresó a Medellín y se unió al Ejército Popular de Liberación, una guerrilla fundamentada en principios maoístas. Estuvo cuatro años y perdió el pedazo de una oreja, lo hirieron en una pierna y casi pierde un ojo. Volvió a China en 1972 tras abandonar el grupo armado. Estudió seis meses medicina y tres años filosofía. En 1975 fue a Londres a estudiar cine.
La mayor parte de su vida ha girado en torno a la realización y producción audiovisual. En 1993 estrenó La estrategia del caracol, una de las nueve películas que ha dirigido y de las más exitosas de la historia del cine colombiano. En 1998 se convirtió en representante a la Cámara por Bogotá. En 2000, cuando era vicepresidente de esa corporación, viajó a China para visitar varias ciudades fronterizas. En la delegación con la que fue, estaba el entonces representante a la Cámara Gustavo Petro.
Sergio Cabrera con Gabriel García Márquez, el 6 de marzo de 1995, en Cartagena. Foto:Archivo EL TIEMPO
Tiempo después, salió del país por amenazas. Durante varios años, construyó una vida en España. Además de las películas, ha dirigido y producido una docena de telenovelas y obras de teatro. En abril de 2021, su historia y la de su familia fue recopilada en la novela Volver la vista atrás de Juan Gabriel Vásquez, publicación que despertó el interés de la prensa internacional.
En el salón central de la embajada de Colombia en Pekín, Cabrera habló con EL TIEMPO de su regreso al país, sus primeros días en la ciudad y de los retos de la relación bilateral.
¿Cómo ha sido materializar su nombramiento?
Han sido unas semanas intensas, desempacando y desempacándome a mí mismo, y desempacando amigos, conexiones, reconociendo el país de nuevo. Hace siete años que no venía y siempre impacta la llegada. A uno a veces se le olvida el tamaño del país y de la ciudad. Y ahora vengo con tareas importantes.
Vuelve a un país que conoce, pero con otro rol, ¿cuál es su sensación?
Cuando acepté la embajada lo hice porque sinceramente creo que puedo hacer algo. Si me hubieran ofrecido otra embajada, probablemente hubiera dicho que no. Porque para mí alejarme del cine y de la televisión, sobre todo del cine, es difícil. Esto es como un privilegio agridulce. Es privilegio poderle servir al país en un puesto importante y donde siento que puedo hacer un gran trabajo, pero al mismo tiempo es dejar cosas donde también pienso que hubiera hecho un gran trabajo. Llegar ha sido emocionante.
La ciudad no es igual a la última que vio, ¿qué ha sido lo más impactante?
Hay un impacto visual. La monumentalidad y la arquitectura de Pekín son impactantes. Yo la conozco desde hace 50 años y ha cambiado muchísimo. Me acuerdo cuando vine a China en el 63 y la impresión mía en ese momento era de una sociedad pobre, el aeropuerto era muy pequeño con campos de trigo al lado; ahora es distinto y uno ve cómo el país ha crecido, se ha modernizado, cómo han crecido la economía y la gente.
¿Y en la gente?
Embajador Sergio Cabrera en actividad de siembra de árboles con embajadores de América Latina, en Pekín. Foto:Cortesía Embajada de Colombia en China
A mí lo que más me ha impactado es cómo cambia la gente y su espíritu. A mí me tocó una época diferente, todo el mundo deseoso de servir a la revolución y al pueblo, ahora uno ve a la gente innovando, creativa, se siente como un clima de deseo de superación muy presente. Es como un ambiente en el que todos saben que están llegando a las metas que se habían trazado hace medio siglo y van a arrancar a cumplir otras. Este país se caracteriza por eso, por trazar planes a largo plazo. Esa es la gran fortaleza de China. Todos quieren prosperidad, pero sin olvidar que los intereses generales están por encima de los particulares, algo que deberíamos aprender.
Me he reencontrado con dos. Todos entusiasmados. Les hace mucha gracia y me dicen que siempre llego con otro disfraz: he llegado como exguerrillero, director de cine, vicepresidente de la Cámara de Representantes, y ahora llego de embajador. Ellos me preguntan que cuál será la próxima sorpresa.
¿Cómo le ha ido con el idioma?
Me ha ido muy bien, tengo muy presente el mandarín. Fue mi idioma durante varios años. Realmente hasta que regresé a Colombia la primera vez, cuando tenía 18 años, tuve que entrar a clases de español en ese momento, casi que reeducarme en Colombia porque solo hablaba mandarín.
Esa es una ventaja ahora, ¿no? Un embajador colombiano que habla chino mandarín…
Sí, es importante. Es un lujo raro. No todos los países cuentan con embajador que hable chino. En las reuniones que he tenido, doy mis discursos en chino y saludo en chino.
Sergio Cabrera, embajador de Colombia en China Foto:Cortesía Embajada de Colombia en China
Su historia ha llamado la atención de varios embajadores y periodistas, aún más con el libro de Juan Gabriel Vásquez…
Los que intentamos en algún momento cambiar las cosas no lo logramos; pero las cosas cambiaron porque lo intentamos
Algunos han visto mis películas, algunos han leído el libro de Juan Gabriel, algunos las dos cosas, y todos tienen curiosidad. A mí el libro me gustó mucho. Para algunos es como varias películas en una o una vida inventada. Tuve temores antes de aceptar el libro porque Colombia es un país difícil cuando se cuentan las historias. De hecho, por eso salí del país, porque recibí amenazas cuando era vicepresidente de la Cámara. Detrás de esa historia hay cosas buenas que la gente conozca, como ver cómo uno puede reincorporarse a la vida nacional, aunque cueste trabajo. Me parece importante mostrar que mi generación, la que pensaba que a través de las armas podíamos cambiar el país y lo hacíamos con gran romanticismo arriesgando nuestra vida, teníamos sueños. Después de la Constitución del 91, que por cierto a la gente se olvida que fue una propuesta del Epl, Colombia ha cambiado. Los que intentamos en algún momento cambiar las cosas no lo logramos; pero las cosas cambiaron porque lo intentamos.
La Constitución del 91 no se hubiera hecho espontáneamente. No hubiera surgido por iniciativa del Gobierno hacer una constituyente para darles espacio a los inconformes, a la oposición, y a lo que hoy está sucediendo: que un exguerrillero sea presidente y otro sea embajador y que muchos colombianos que habían sido represados por su pensar hoy formen parte del país real y tengan puestos de responsabilidad. Todo eso es fruto de lo que en algún momento lo intentamos.
¿Qué tanto de esos sueños se han concretado?
Es un espíritu de cambio producto de haberlo intentado. Si nos hubiéramos quedado cruzados de brazos, seguramente hubiéramos seguido con la constitución anterior. Hay un pensamiento progresista que pone el énfasis en la gran población y no en un pequeño grupo que siempre ha gobernado y ha tenido privilegios. Y eso es histórico.
Lo miraría así: la principal diferencia con los chinos es el hecho de que ellos tienen un sueño común. Hay muchas cosas de China que nosotros podemos aprender. Debemos ver el ejemplo de cómo el país en 40 años se ha convertido en una potencia mundial. Una lección de ‘si ellos pueden, nosotros también’. Y está esa otra parte del espíritu de trabajar en equipo, de darle prioridad a lo general, sin abandonar los deseos personales. Es algo del espíritu chino.
¿Ese espíritu chino lo tiene incorporado? ¿Cómo le ha ayudado en sus facetas como guardia rojo, exguerrillero, cineasta exitoso?
Entender la cultura y la sociedad china puede tomar años, porque se comportan de una forma diferente a la que vemos en nuestro país. El hecho de incorporar en mi cotidianidad cosas como la planeación, seguridad y confianza me sirvieron. Siempre ha habido dificultades, pero yo me tracé mi plan y he ido cumpliendo ese plan. He hecho nueve películas y más producciones respondiendo a lo que me propuse y apegándome a la responsabilidad individual. Sobre el momento de la guerrilla, fue una decisión extrema por la influencia de la época. Pero en últimas, lo que ha quedado en mí ha sido esa disciplina y capacidad de planificación que tienen los chinos.
¿Y cree que por eso ahora es embajador en China?
En el 2000 presidí una delegación de Colombia a China, en la que vino el presidente Petro. En ese viaje, Petro me vio moviéndome como pez en el agua, no solo con el idioma, sino en esas cosas que le estaba contando sobre pensamiento y cultura que uno conoce y que hace que la relación se establezca rápido.
¿Cuál es la misión que le dejó el Presidente?
Tenemos las posibilidades de un mercado gigantesco y en este momento, la balanza comercial está muy desbalanceada, a favor de China
Me reiteró que la relación entre Colombia y China es muy importante. Durante muchos años, la embajada de China fue vista como para vender las cosas que le sobraban a Colombia y es algo que me gustaría cambiar. Este es un país que necesita otra mirada. Es preguntarle: ustedes qué necesitan y nosotros lo construimos, lo inventamos. Hay que cambiar esa actitud de descuido. Tenemos las posibilidades de un mercado gigantesco y en este momento, la balanza comercial está muy desbalanceada, a favor de China. Hay que buscar misiones que vayan y vengan y exploren para hacer un plan.. Hay un refrán chino que dice: cuál es el mejor momento para sembrar un árbol; hace 20 años, y el segundo mejor momento, ahora mismo. Eso es lo que hay que hacer. Llevamos 40 años de relaciones con China. Se han hecho cosas. Mis antecesores han abierto el camino, pero tenemos pendiente un gran plan como lo tienen Brasil, Ecuador o Chile.
Posesión de Sergio Cabrera como embajador de Colombia en China Foto:Presidencia
Entonces, ¿cuál sería la nueva mirada?
El mercado chino ha sido un poco desperdiciado por Colombia. Todo el mundo sabe que China necesita alimento, por ejemplo, por la cantidad de gente que vive aquí. China compraría todo el maíz, todo el arroz que podamos producir, pero Colombia en vez de hacerlo, importa. La mirada estratégica debería cambiar, no solo tratar de vender lo que tenemos sino de mirar qué es lo que está necesitando el mercado y cómo podemos hacerlo para ser protagonistas en ese mercado. Pero eso parte de una política estatal. Hay que ver a China como un aliado.
Tengo entendido que hay un plan estratégico diseñado a diez años, ¿lo cambiará?
Hay que construir sobre lo que ya existe. Hay que mejorar lo que existe. En lo posible revisar y buscar nuevas estrategias. ProColombia es una entidad que se dedica a eso y lo ha logrado. China es un país tan grande que puede ofrecer tanta cooperación, ayuda y conocimiento. No se trata de solo buscar qué más vender sino cómo cooperar y sacar el máximo provecho de la relación y de nuestro potencial. Pero esto también parte de un proyecto de Estado.
¿Colombia se sumará a la Iniciativa de la Franja y la Ruta?
Mi nombramiento no es solo cultural y diplomático, sino también político
El memorandum de la Franja y la Ruta es una gran oportunidad para fortalecer la relación. Ya lo ha firmado la mayoría de América Latina. En Colombia se ha estudiado y estamos viendo si se firma en el corto tiempo. A los empresarios y el Gobierno chino les atrae la seguridad jurídica de nuestro país y eso es positivo. Hay más de 90 empresas chinas que ya están trabajando en Colombia, con proyectos como el metro de Bogotá y el Regiotram.
¿Es verdad que Petro solo vendrá a China a hablar del metro, como lo dijo?
No. La visita de Petro será de Estado y no solo para hablar del metro, sino de otros asuntos. Será una visita importante.
¿Cree que con este gobierno se pueden estrechar las relaciones con China?
Aquí hay una especie de triángulo interesante: entre Petro, el Gobierno chino y yo; hay una mínima afinidad política y eso cuenta. Mi nombramiento no es solo cultural y diplomático, sino también político.
¿Cómo sería la dinámica con EE. UU.?
Pienso que es importante que Colombia tenga independencia total en la toma de decisiones. Mi sensación es que ellos se pueden estar dando cuenta de que están perdiendo influencia en América Latina. Sin embargo, la relación con China debería ser más pragmática, como lo entienden los chinos, basada en la cooperación en temas de ciencia, economía, innovación. La relación ya lleva cuatro décadas y debe potenciarse. La idea china de que el mundo tiene que ser multipolar es buena. Cada país escogerá con quién se relaciona. Mantener esa libertad e independencia es muy importante.
¿Cuál será su primer objetivo?
No hay que seguir desperdiciando una gran oportunidad con China. Yo voy a tratar de sembrar el árbol. Si no se hace ahora, ¿cuándo?