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Antisemitismo rebrota tras ataques de Hamás a Israel: ¿qué es y cómo abordarlo?

Desde el ataque del grupo islamista hubo un aumento del 1.180 por ciento en los actos antisemitas.

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El rebrote del antisemitismo en el mundo, con un aumento del 330 por ciento de los casos desde que el pasado 7 de octubre el brazo armado de la organización islamista Hamás atacó Israel, alcanza en particular a varios países de Europa, a Estados Unidos y a Canadá.
Se estima que, en la semana posterior al ataque, hubo un aumento del 1.180 por ciento de actos antisemitas a nivel mundial, una circunstancia que tiene muy preocupadas a las comunidades judías en todo el mundo, según Shay Salamon, director de Asuntos Hispanos del Movimiento de Lucha contra el Antisemitismo.
"Son números realmente alarmantes", advierte Salamon a la agencia Efe, para quien existe "un vínculo directo" del conflicto en Oriente Medio con las acciones que se dan en diferentes partes del mundo.
Benno Herzog, profesor titular del Departamento de Sociología y Antropología Social de la Universidad de Valencia, y quien ha centrado su trabajo en teorías y análisis del discurso, así como racismo y discriminación, especialmente en la vertiente de antisemitismo, habló con EL TIEMPO sobre el aumento de los discursos y actos de odio y cómo se pueden diferenciar de hechos racistas.

El alto comisionado de la ONU para los derechos humanos, Volker Türk, alertó esta semana sobre el aumento general del odio en el mundo a raíz de lo que está ocurriendo en Oriente Próximo. ¿Por qué el conflicto está desatando actos de violencia en todo el mundo, en particular, en temas que tienen que ver con antisemitismo e islamofobia?

Es muy importante distinguir entre esta expresión abierta del antisemitismo y de la islamofobia tal como la vemos hoy en día, y el racismo, la islamofobia y el antisemitismo latente que existía antes y siempre ha existido. La ola más grande que vemos ahora es la del antisemitismo, que es mucho más grande que la de islamofobia.
Pero el antisemitismo siempre ha estado ahí. Nunca se fue. Y no se fue nunca porque nunca se trató como una forma de discriminación propia diferente al racismo, con su lógica propia. Entonces, si no se ha podido comprender, tampoco se ha podido tratar, porque en temas de antisemitismo solo se ha mirado hacia el Holocausto como la forma históricamente más clara. Pero esto ha impedido que se vean otras formas o que se perciba cómo el antisemitismo ha cambiado de forma e incluso de nombre. Ya no se refiere tanto a judíos, sino a sionistas o a Israel. Cambia y se camufla de esta forma.
En ese sentido, creo que la política, la educación y toda la sociedad han fracasado en conocer el antisemitismo en su lógica estructural.
Para volver a la pregunta, lo que vemos ahora tiene que ver con el conflicto, claro, pero este conflicto solo es el chivo expiatorio de un antisemitismo mucho más latente y mucho más presente en nuestras sociedades de lo que creíamos antes.
Ataque de Hamás en Ashqelon, Israel.

Ataque de Hamás en Ashqelon, Israel. Foto:Bloomberg

En la semana posterior al ataque de Hamás a Israel, hubo un aumento del 1180 por ciento en los actos antisemitas a nivel mundial. Pero, como usted lo menciona, pareciera ser que este conflicto despertó un problema que ya estaba mucho más profundo...

Efectivamente, vivimos ahora una ola alarmante de antisemitismo. Aunque los datos hay que verlos todos con precaución, y dependiendo también de la región, pero los datos son claros y contundentes ante el aumento del antisemitismo en muchos países del mundo.
De hecho, al menos en Europa vivimos la ola de antisemitismo más grande después de la Segunda Guerra Mundial y este antisemitismo va desde las publicaciones en redes sociales hasta los ataques físicos.

Usted habla de la importancia de diferenciar racismo y antisemitismo. Expliquemos a qué nos referimos cuando hablamos de un acto racista y de un acto antisemita

El racismo clásico percibe al otro primero como diferente, pero también siempre como problemático, como más bárbaro y menos civilizado en general. Entonces cuando vemos retóricas hacia el pueblo palestino o a los países árabes en general o la población musulmana como menos civilizados, más tradicionales, más bárbaros que Occidente, ahí caeríamos en una estructura racista.
Por otro lado, la estructura antisemita no trabaja con esta idea del otro masivo. Trabaja más bien con la idea de que el otro, es decir los judíos, son pocos, pero muy poderosos, muy bien organizados, llenos de poder, dinero y redes sociales. Y ahí realmente da igual si hablamos de la conspiración judío bolchevique o de la conspiración sionista, la lógica es la misma: que son unos pocos bien organizados.
Y justamente esta idea de que son pocos pero con mucho poder hace el antisemitismo muy atractivo para la izquierda, que se cree que se enfrenta a un Goliat, a una ponencia muy fuerte en nombre de los oprimidos, cuando en realidad Israel -en comparación con los países árabes- casi no lo vemos en el mapa.
Familiares de israelíes desaparecidos o retenidos como rehenes por Hamás.

Familiares de israelíes desaparecidos o retenidos como rehenes por Hamás. Foto:AFP

En Alemania, el canciller Olaf Scholz se declaró avergonzado e indignado por el aumento del antisemitismo y amenazó con la expulsión a los migrantes que cometen actos de odio contra los judíos. ¿Considera que esta es la manera adecuada de abordar la problemática o cómo hacerle frente a este tema, específicamente en Europa? ¿Debería haber una línea en bloque?

Tenemos una posición muy cómoda del centro político europeo de achacar el problema a la población migrante, a los musulmanes inmigrantes, cuando sabemos perfectamente que Alemania misma tiene y siempre ha tenido un grave problema con el antisemitismo. Ahora interpreta la situación como si el antisemitismo solo fuera un problema importado. 
Es una solución fácil pero muy populista y totalmente equivocada y que solo aumenta el racismo hacia la población musulmana en Europa. Y creo que hay herramientas que se pueden usar desde la política y desde la educación para tratar el tema.
En Europa vivimos la ola de antisemitismo más grande después de la Segunda Guerra Mundial 

¿Cuáles son esas herramientas que podrían usar los gobiernos para tratar el rebrote del antisemitismo?

Las herramientas están siempre ahí, desde la ciencia, desde la educación, desde la política, desde los estudios legales. Siempre se han ofrecido, pero lo que faltaba hasta ahora era una clara voluntad política y social de utilizarlas.
Una de las herramientas, y de las más fáciles de utilizar, es la definición de la IHRA, de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto, que define el antisemitismo. Es una definición que ha sido adoptada por algunos Estados como Alemania o España, pero también por grupos de fútbol que querían de esta forma luchar contra el antisemitismo. 
Es una definición muy clara de cuando la crítica hacia Israel se convierte en antisemitismo. Cuando una crítica legítima ya pasa este umbral de la legitimidad y se convierte en antisemitismo. Por ejemplo, cuando se compara la política de Israel con el Nacionalsocialismo.
Adaptando esta definición en los diferentes espacios educativos, políticos, sociales y en las empresas privadas y públicas, se podría luchar bastante bien contra esta ola de antisemitismo que vemos hoy en día.

Esa medida generaría además una conciencia de las generaciones posteriores más allá de solo el conflicto actual...

Sí. Y es que hemos vivido una ruptura. En un primer momento mucha gente ha pensado que los ataques tan brutales y tan bárbaros, las violaciones, mutilaciones, decapitaciones -que además hemos visto porque los propios terroristas de Hamás las han grabado- podían crear una unidad de civilizaciones. Pero esto no ha pasado y es muy preocupante.
Y creo que es muy importante que desde la política, la educación o la academia, y también desde el periodismo, se reflexione sobre esto. Sobre cómo ha podido pasar que no haya existido un rechazo unánime y enseguida de este tipo de ataques (de Hamás).
Cadáver de un militante de Hamás en Be'eri, Israel.

Cadáver de un militante de Hamás en Be'eri, Israel. Foto:EFE

Desde su perspectiva, ¿cuál ha sido el rol de las redes sociales en este aumento del antisemitismo y cómo hacerle frente?

Las redes sociales, sobre todo las grandes empresas de las redes sociales, hablamos de Facebook, de Twitter o ahora X y ese tipo de plataformas, tienen una gran responsabilidad y de momento parece que no están a la altura de las cosas, pero también todos los que utilizamos las redes sociales tenemos una gran responsabilidad y parece que la lógica de las redes sociales es la de la inmediatez, de compartir enseguida una información, una noticia, sin comprobarla.
Tenemos todos muy en mente todavía lo que ha pasado en el hospital de Gaza Al-Ahli, donde enseguida gran parte de los periodistas en el mundo compartían la información, la supuesta información, de que Israel atacó un hospital y dejó 500 muertos. Unos datos proporcionados, por supuesto, por la organización terrorista Hamás. Fue una información compartida millones de veces por todo el mundo y con manifestaciones en todo el mundo, y muy pocos periodistas esperaron un par de minutos, un par de horas, cuando esta noticia fue desmentida por Israel.
Pero hay que ver qué pasa después, cuando tenemos información diferente. Cuando uno dice que llueve y otro dice que hay sol, la tarea del periodismo sensato ahí es abrir la ventana y ver qué pasa realmente. Y poco después ya salían muy fuertes indicios de audio, de videos diferentes, de fotos con localización GPS, que mostraron bastante claramente que detrás del ataque estaba muy probablemente la Yihad Islámica y que además no fue un ataque al hospital sino a un parking delante del hospital y que no había cientos de muertos sino decenas.
Entendemos esto de la inmediatez de las redes sociales, la inmediatez en que se comparten noticias que encajan en las narrativas. Pero creo que ahí todos tenemos que aprender a utilizar las redes con más miramientos sabiendo el daño que pueden hacer.
Se habla de unos 500 muertos por ataque al hospital Al Ahli de Gaza.

Se habla de unos 500 muertos por ataque al hospital Al Ahli de Gaza. Foto:Mahmud HAMS / AFP

Los bombardeos en territorio palestino generaron eco particularmente en América Latina, donde distintos gobiernos de la izquierda se han replanteado su vínculo con Israel, con medidas que van desde la ruptura de relaciones hasta la llamada de sus embajadores.

Esta semana, además, tuvimos un comentario de la congresista estadounidense María Elvira Salazar que confrontó a funcionarios de la istración de Joe Biden sobre lo que catalogó 'el antisemitismo socialista latinoamericano'. ¿Se puede hablar de un antisemitismo socialista, como dice Salazar?

Desconozco la situación particular de los países que menciona. Lo que sí es que es ciertamente un acto de comunicación poco afortunado hacer tal crítica generalista desde Estados Unidos. Pero por supuesto creo que es legítimo preguntar si no hay algo de antisemitismo en ese tipo de políticas que se replantean el vínculo con Israel y no con los otros países, con los más de 100 países que en los diversos rankings de derechos humanos, libertades o democracia están todavía por debajo de Israel.
Cuando yo socialicé políticamente con la izquierda, el lema era el de la solidaridad entre los pueblos y ahora veo muy poca solidaridad desde la izquierda con la población civil de palestina. Nadie los apoyó cuando este verano hubo manifestaciones en Gaza en contra del régimen terrorista de Hamás y casi nadie lucha por los derechos ciudadanos de la población palestina en Siria o Líbano, o por la apertura de las fronteras con Egipto. Y por supuesto no veo ninguna solidaridad progresista con el pueblo israelí, un pueblo que hasta hace muy poco se reveló con manifestaciones masivas y huelgas contra la política del gobierno de Netanyahu.
Creo que en esta dirección deberían ir las políticas de las izquierdas progresistas que no quieren caer en un antisemitismo particular.

Benno, ¿qué decir sobre los discursos que se emanan, principalmente desde las principales potencias que pueden tener una incidencia más directa en la guerra, en el marco del conflicto actual? 

Creo que lo que hace falta en Occidente es el desarme verbal y cuidar mucho la propia comunicación. Como decía antes, en las redes sociales no hay que retuitear, reenviar o compartir enseguida las noticias. Uno puede pausar un momento. Esas son incluso las recomendaciones de la propia ONU: pausar un momento, reflexionar, contrastar. Y eso aplica también para la política. No hay que hablar enseguida sobre cualquier tema, sino primero informarse.
Pero sobre todo creo que es muy importante informarse sobre en qué consiste el racismo y en qué consiste el antisemitismo para no, en una postura u otra, caer en estructuras racistas o antisemitas cuando se quiere hacer una crítica legítima a un lado u otro.
Creo que lo que hace falta en Occidente es el desarme verbal y cuidar mucho la propia comunicación

Expertos, analistas y líderes de distintos países han advertido que es inevitable una escalada del conflicto que podría llegar a tener proporciones regionales y eso va a intensificar los crímenes de odio y los discursos de violencia. ¿Qué deberíamos tener en cuenta de cara a una escala del conflicto que pueda detonar en mayores actos antisemitas?

Yo no soy especialista en geopolítica. No sé cómo solucionar este conflicto. Ojalá que lo supiera. Creo que otros muchos más inteligentes que yo ya lo han intentado y han fracasado. Pero lo que sé desde los estudios del odio, el racismo y el antisemitismo es que todos los lados, Israel, Palestina, pero también las fuerzas aliadas de todos los lados, tienen que comenzar con este desarme verbal.
Tienen que enfrentarse seriamente a sus ideas -muchas veces no reconocidas- antisemitas y racistas, porque no hay otra solución que la convivencia entre los diferentes pueblos. Hay solo dos posibilidades: la violencia o el diálogo. Y la violencia nadie en su sano juicio la puede querer.
STEPHANY ECHAVARRÍA Y ANGIE RUIZ
REDACCIÓN INTERNACIONAL
EL TIEMPO

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