En las Filipinas se les conoce como los “reyes de la carretera”, vehículos coloridos sin ventanas con cláxones ruidosos y motores diesel que transportan a millones de filipinos en sus recorridos diarios. Llamados yipnis por sus orígenes como jeeps militares de EU, la gente va apretujada en su interior y son sofocantemente calientes, omnipresentes en las concurridas calles citadinas donde muchos pasajeros los consideran un ícono.
El Gobierno quiere que los vehículos icónicos dejen las calles.
Los yipnis en todo el país estaban programados para ser eliminados para finales de año, a ser reemplazados por minibuses más caros bajo un programa de modernización del Gobierno. A un precio de 43 mil 600 dólares, los nuevos vehículos de reemplazo son más eficientes en energía, más cómodos y más seguros. Pero muchos conductores de yipnis dicen no poder costearlos y que no tener un vehículo significaría el fin de su sustento.
Tampoco les gusta el enfoque del programa para ayudarlos a pagar los minibuses. El plan requeriría que los conductores de yipnis formen una cooperativa para pedir prestados fondos a los bancos del Gobierno para comprar los vehículos nuevos. Estas cooperativas luego operarían con un esquema de reparto de ganancias, un modelo que los conductores afirman consumirá sus ganancias y los endeudará.
El plan fue presentado en el 2017 por el ex Presidente Rodrigo Duterte, quien dijo que la eliminación ayudaría a mejorar la mala calidad del aire de Manila y aliviaría el tráfico embotellado. El Presidente Ferdinand Marcos Jr. ha acordado seguir adelante con la polémica propuesta.
El mes pasado se llevó a cabo un breve paro laboral en Manila para protestar por el plan.
En un país con un sistema de transporte público deficiente, los yipnis son más costeables que los taxis y han sido la opción de transporte preferida durante décadas, especialmente entre los filipinos pobres, que viven en caminos toscos que los taxis tradicionales no recorren.
Vince Tabing, un ejecutivo de telecomunicaciones de 49 años, proviene de una familia de fabricantes de yipnis y dice que debe su éxito a los vibrantes jeeps.
“Tener un jeep es como tener un carabao”, dijo Tabing. “Un conductor depende de él para su sustento de la misma manera que un agricultor depende de la bestia. Decir a un campesino que usar un carabao que compró con el 80 por ciento de los ahorros de su vida ya no está permitido y debe ser reemplazado por un tractor de tres veces el precio, es una locura”.
Teodoro R. Ballaran Jr., un ex conductor que ahora supervisa la operación de cuatro yipnis, dijo que se opone al plan de modernización porque sólo los empresarios ricos pueden ganar con él. Su flota de vehículos genera menos de 100 dólares al día, dijo. Un pasaje cuesta alrededor de 22 centavos.
Aún así, ese dinero ha ayudado a Ballaran, de 69 años, a enviar a sus tres hijos a la universidad. “¿Y el Gobierno simplemente quiere quitarlos?”, dijo de los yipnis clásicos.
Por: Jason Gutierrez
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