“Otra pata que le nace al cojo”: la subida del precio de los peajes. ¿Bien caros están y lo estarán más todavía? Tengo unos ejemplos aleccionadores.
En un viaje a Islandia le di la vuelta completa al país, que es una isla, por excelente carretera pavimentada, llamada Ring Road. Es la autopista más larga y bella del país y recorre paisajes de impresionante belleza, como glaciares, volcanes, valles semidesérticos y también bosques y especialmente hermosísimas cascadas. Cascada en islandés se dice: foss. Invito a los lectores a que busquen en internet las cascadas de este hermoso país, que para mí figuran entre las más bellas del mundo. Pues bien, la Ring Road mide 1.330 kilómetros y cuando la recorrí no tenía sino un peaje, que se encuentra al terminar la vuelta a la isla ya para ingresar a Reikiavik, la capital; el peaje se debe a que se atraviesa un túnel debajo del mar.
En otro viaje recorrí 3.000 kilómetros en Turkiye, por excelentes autopistas sin encontrar un solo peaje. Y en España también he hecho largos recorridos por autopistas sin tener que pagar peajes. ¿Por qué en Colombia abundan los peajes y además son tan caros? Son 12 los peajes de Medellín a Cartagena. De Medellín a Santa Marta, 14. De Medellín a Villavicencio, 11. De Bogotá a Cartagena se gastan casi 400.000 pesos en peajes.
Este precio es para automóviles, porque lo que deben pagar los camiones, buses y las tractomulas es una barbaridad, que llega a los siete dígitos. Y los peajes siguen subiendo. Que alguien me resuelva esta pregunta: ¿es verdad que en las carreteras donde hay peaje debe haber una alterna sin peajes?
Pero lo anterior no es todo, subió el precio de la gasolina. De $ 9.180 a $ 14.000. Nos dicen que todavía faltan tres alzas y que el AM también subirá.
Pobre bolsillo de los colombianos. Y los precios de los alimentos están por las nubes y muchísimos compatriotas ya no pueden comer las tres comidas diarias, sino dos, y muchos, solo una. Y las matrículas de las universidades suben, y los alquileres y todo... En estas condiciones solo queda irar la paciencia de los colombianos. Pero ¿tendrá límite?
Hace muchos años aprendí una estrofita que no sé si viene al caso:
“Tú te ríes porque tienes / por el mango la sartén. / Cuida que no te la quiten / y un sartenazo te den”.
De un libro que tengo como un tesoro y que se llama Molinete extraigo unos pensamientos ciertamente aleccionadores y que se pueden aplicar a todos los gobiernos.
“Hay que tener cuidado con el que no tiene nada que perder”. (Proverbio francés). “El pueblo llega a perder el miedo cuando le cuesta demasiado vivir”. (Proverbio chino). “Cuando se hace rabiar a un pueblo, muerde”. (Proverbio belga). “Nunca me cansaré de repetir que los demagogos son los peores enemigos de la clase obrera”. (Lenin). “Es urgente revolucionar a los revolucionarios”. (Anónimo).
Obviamente, no estoy incitando a una revolución. Trato –inocente de mí– de hacer pensar a nuestros gobernantes, especialmente a los parlamentarios cuyos sueldos parecen ser un insulto a los millones de pobres y hambrientos que hay en Colombia, que deben legislar para el pueblo colombiano y no tanto para sus intereses.
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Me piden muchos amigos que exprese mi opinión sobre Laura Camila Sarabia Torres. Simplemente creo que el Presidente la ha nombrado por segunda vez en el cargo por varias razones: ella es poseedora de secretos del mandatario; el Presidente quiere blindarla ante la justicia y la otra razón es simplemente que el Presidente quiere decirnos que aquí manda él y no le importa mucho lo que los colombianos pensemos.
ANDRÉS HURTADO GARCÍA