En una cartelera de una parroquia encontré este mensaje, tomado del Departamento de Policía de Houston, Texas, del que me permito hacer unos comentarios. Son siete oraciones.
Primera: Dele a su hijo lo que pida. Pensará que tiene derecho a todo lo que desea. ¡Qué verdad tan sabia! –fruto de la sabiduría de la vida–. Hijos que no valoran las cosas y solo han aprendido a conjugar en todos los modos y tiempos el verbo pedir, no conocen ni por los forros el verbo ofrecer. Son hijos malcriados y exigentes. Suelen ser crueles con sus padres: niño rey, hijo tirano. Nunca agradecen porque todo lo consideran una obligación, antes se les sale a deber.
Segunda: Ríase cuando su hijo diga malas palabras. Crecerá pensando que el irrespeto es divertido. Por supuesto que es verdad. Hoy muchos padres les celebran las groserías a sus hijos y el trato soez con que se relacionan. Tranquilos, padres de familia, más tarde les llegará su cuenta de cobro: cosecharán lo que han sembrado.
Hemos entrado en una cultura de cristal. Generación débil y raquítica de personalidad que se deja ahogar en un vaso de agua.
Tercera: Jamás reprenda a su hijo por su mal comportamiento. Crecerá pensando que no existen reglas en la sociedad. Así que a complacer en todo; para ellos no existen reglas de convivencia; es el salvaje Oeste, es decir, la ley del más fuerte. Mañana serán tiranos y maltratarán a los demás de manera monstruosa: es la ley de la jungla. El escritor brasileño Paulo Coelho nos dice: “Cuando Dios quiere enloquecer a alguien, lo complace en todo”.
Cuarta: Recoja todo lo que su hijo desordene. Crecerá creyendo que otros deben hacerse cargo de sus responsabilidades. ¡Típicos padres permisivos! Se forman hijos caprichosos que todo lo centran en sí mismos. No tienen en su mente el respeto a los demás. Hacen desorden en todas partes, son anárquicos y vandálicos. ¡Pobre sociedad con este tipo de especímenes! Les cuento una cosa: en el Japón, los niños hacen el aseo en su escuela y allí no es explotación, es formación.
Quinta: Permita ver cualquier programa de televisión. Crecerá creyendo que no hay diferencias entre ser niño y ser adulto. Las plantas cuando maduran verdes, sus frutos se descomponen fácilmente; es decir, maduraron biches. El conocimiento debe ser procesual y pedagógico. Excúsenme decirlo, el llamado desarrollo de la personalidad, que se ha metido como un axioma cultural, nos está matando.
Sexta: Dé a su hijo todo el dinero que pida. Crecerá pensando que obtener el dinero es fácil y no dudará en robar para conseguirlo. Por eso viene otra frase de la sabiduría popular: lo que nada nos cuesta hagámoslo fiesta. Por favor, no le enseñe a su hijo qué debe comprar con el dinero, enséñele qué no debe comprar con el dinero. Los atracadores del erario vieron en sus hogares la manera de hacer dinero fácil; son como una artesa vacía, nunca se saciarán. Se vuelven cínicos en su consecución, no conocen la austeridad, por eso son derrochadores y despilfarradores de los presupuestos públicos.
Séptima: Póngase siempre de parte de él, contra vecinos, maestros y policías. Creerá que lo que él hace siempre está bien y son los otros los que están mal. Por favor, no sea cómplice con las canalladas de su hijo. Amigo lector, a mí me enseñaron y me formaron en la ética de los deberes y, por ende, respeto los derechos. Para exigir hay que dar: ¿usted qué da para exigir? Termina el texto mencionado: “Siguiendo estas instrucciones garantizamos que su hijo será un delincuente y nosotros tendremos una celda lista para él”. Hogares permisivos generan hijos libertinos, muchachos sin norte; su norte son las redes sociales. Hemos entrado en una cultura de cristal. Generación débil y raquítica de personalidad que se deja ahogar en un vaso de agua.
* Obispo emérito de Neiva