¿Cómo le irá a Petro con Trump?

A pesar de los rasgos que comparten, como su costumbre de trinar sin mucha reflexión en la madrugada, verse a sí mismos como salvadores y dueños de la verdad absoluta, y despreciar hasta el insulto a sus opositores, Donald Trump y Gustavo Petro no están llamados a entenderse. A pocas horas de su regreso a la Casa Blanca, Trump puede convertirse en una pesadilla para Petro, durante el año y medio que le queda a este en la Casa de Nariño.

Con una ingenuidad que llama a la lástima, Petro le escribió a Trump una carta el 9 de noviembre, días después de las elecciones. “Le extiendo mis más sinceras felicitaciones por su reciente victoria”, le dijo. “El pueblo estadounidense –agregó– ha hecho oír su voz, y su elección merece el máximo reconocimiento”. No tengo idea de si Trump llegó a leerla: el hecho es que no la contestó.

La Casa Blanca no le cursó a Petro la invitación de rigor para asistir, este lunes, a una posesión que se anuncia fastuosa: notable contraste con el ganador de las elecciones de julio en Venezuela, Edmundo González, invitado especial al acto. O con el presidente argentino, Javier Milei, quien también fue convidado.

Esta semana, Petro se quejó por el desaire. Pero es mejor que guarde la compostura, porque Trump va a asumir actitudes que lo van a irritar mucho más. El nuevo secretario de Estado, Marco Rubio, tiene a Cuba y a Venezuela en la mira. Vendrán más sanciones que, en el caso venezolano, enterrarán su economía y dispararán la migración, entre otros países, hacia el nuestro.

Pero eso será poca cosa al lado de lo que va a decir la nueva Casa Blanca sobre las 253.000 hectáreas de coca, y el tratamiento permisivo que Petro y su mindefensa, Iván Velásquez, con el cuento de la ‘paz total’, les han dado a las bandas criminales, cuyos cabecillas hacen narconegocios con los carteles mexicanos, el sanguinario ‘Tren de Aragua’ y el Cartel de los Soles de los militares de Nicolás Maduro, bandas mafiosas que Trump ha prometido combatir.

Trump anunció en campaña que va a gravar las importaciones de China con aranceles de hasta 100 %, y las de otros países, entre 10 y 50 %. La nueva Casa Blanca espera usar esas alzas para sancionar a los países cuyas acciones perjudiquen, en opinión de Washington, a Estados Unidos. Y como el narcotráfico es tema crítico, el gobierno Petro y Colombia están en líos. El 29 % de nuestras exportaciones van a Estados Unidos, gracias al TLC que entró en vigencia en 2012. Si las gravan con mayores aranceles, la economía del país sufrirá.

Claro que otras regiones del mundo, como la Unión Europea, pueden salir golpeadas. Pero, como lo explicó esta semana un informe de la gestora sa Mirova, filial de Natixis Investment, “las empresas europeas no deberían sufrir mucho, (pues) en torno al 25 % de sus ventas son en Estados Unidos, pero solo 6 % son susceptibles de verse afectadas, ya que gran parte de su producción se hace en suelo americano”. Nuestros exportadores, en cambio, venden a Estados Unidos productos enteramente fabricados en Colombia.

Con la personalidad de Petro, es previsible que se dedique a trinar contra Trump, en un tono que se hará más agresivo a medida que Washington golpee a Colombia. Eso tendrá dos consecuencias negativas: primero, nuestra economía saldrá muy apaleada; y, segundo, Petro intentará usar esos ataques para enarbolar un discurso antiimperialista que empeorará las cosas hasta niveles peligrosos. Será una pesadilla para Petro, y el país entero pagará las consecuencias.

Advertido. El Presidente estaba advertido de la inutilidad de hacerle concesiones al Eln, pero, igual, le regaló un cese del fuego que solo cumplían las Fuerzas Armadas. Ese grupo criminal lo aprovechó para fortalecerse, y ahora mata, extorsiona y narcotrafica más que nunca. La ruptura de diálogos anunciada el viernes por el Gobierno es decisión lógica, pero una ruptura definitiva sería lo justo.

MAURICIO VARGAS

IG: @mvargaslinares

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