Ante los reclamos del Eln de supuestos incumplimientos del Gobierno y de su congelamiento de la Mesa de Diálogos, el pasado 9 de agosto, el presidente Petro busca darle un nuevo impulso al proceso, trascendiendo el regateo de los puntos en discusión y ubicando el debate en un nuevo nivel. Comunica a la jefatura de la Delegación una propuesta dirigida al Eln, con la instrucción de que es confidencial, porque quiere explorar su interés en ella, antes de hacerla pública. El 10 de agosto la transmitimos al destinatario, a la espera de su ojalá positiva propuesta. Y, en aras de la claridad, como delegación anunciamos que se ha enviado este mensaje.
Naturalmente, hablar de confidencialidad genera curiosidad. Además, este anuncio se sale de los cauces usuales de las comunicaciones. Comienza entonces la avalancha de pedirnos “alguna pista”; las cábalas sobre el contenido del mensaje. Los medios de comunicación colocan el carácter confidencial entre comillas, con el efecto de generar sospecha y suspicacia. Desconfianza.
Esperábamos que el Eln entendiera tanto el sentido del mensaje como la manera en que se transmite. El sentido que es nada menos que abrirle la posibilidad de entrar, junto con otros actores, al debate político y público de un tema central; reconocerlo como interlocutor político mucho más allá del reconocimiento formal y de una respuesta a su insistencia en que no se les denomine GAO. Y el modo, porque una organización armada rebelde que se rige por el secreto para poder existir sabe de confidencialidad. Pero la respuesta fue que este hecho no era transparente, y que el Gobierno más bien debería cumplir con la agenda. Quién los entiende.
La propuesta es sencilla y contundente: propone un encuentro con empresarios y movimiento social para dialogar sobre el modelo económico en el marco del acuerdo sobre la participación de la sociedad civil en materia política, económica, ambiental, educación y cultura. Reunirse para dialogar, no pactar, y menos por debajo de la mesa. Con este gesto el Gobierno no solo cumple los acuerdos, sino sugiere entrar de lleno, al Eln junto con otros actores, al corazón de la participación y al diálogo sobre las transformaciones.
Reunirse para dialogar, no pactar, y menos por debajo de la mesa
El Presidente se arriesga a generar en algunos sectores, como efectivamente sucede, la clásica suspicacia de que el Gobierno va a negociar con la subversión por debajo de la mesa. Esto es imposible porque uno de los principios rectores del proceso de paz es la transparencia: todo lo que se discute y se acuerda en la Delegación del Gobierno se hace frente a países garantes y acompañantes, la Conferencia Episcopal, las Naciones Unidas, y observadores militares y de Policía. Así se han tratado todos los temas, desde el cese del fuego, el secuestro hasta el Fondo Multidonante. Sin olvidar que la mayor garantía de transparencia es la participación de la sociedad que se involucra directamente en la construcción de la paz.
Pero estamos mal de confianza, la base de nuestro vínculo como humanos, la sustancia de la paz, la posibilidad de superar la violencia instalada en nuestra mentalidad que nos hace sospechar del otro, verlo como enemigo, no creerle. Ni qué hablar de las mesas de diálogo, donde la mayor batalla es por ganar, mantener y recuperar la confianza, para cuidarla y profundizar en ella. Por nuestra parte, confiamos en la fuerza de la paz, y no nos permitimos la ruptura ni la renuncia al diálogo.
1 https://etimologias.dechile.net/?confidencial
2 https://es.wiktionary.org/wiki/confidencial
VERA GRABE
Jefa de la Delegación del Gobierno en la Mesa de Diálogos con el Eln