Parafraseando la conocida canción de Piero, yo también siento que "de vez en cuando viene bien... un aire de optimismo". Eso respiré hace unos días en la Oisummit 2024 (Open Innovation & Investor Summit, Cumbre de Inversores e Innovación Abierta), organizada por Connect en el Ágora, en Bogotá. Fue apoyada por instituciones y empresas bogotanas como la Alcaldía y su Secretaría de Desarrollo Económico, la Cámara de Comercio, este diario, algunas universidades, muchas empresas y entidades financieras de todo el país, organizaciones diversas y muchas más.
Tal vez se necesite un poco de historia para que los lectores sepan de qué hablo. Hace poco menos de 20 años empezaron a reunirse algunas universidades y grandes empresas de Bogotá a pensar cómo unir esfuerzos para promover el desarrollo de la ciudad y el país.
Las primeras reuniones se dieron en un pequeño salón, en la Universidad Nacional, con la asistencia de rectores y empresarios que no faltaron a ninguna reunión, por su convicción de que ese era un esfuerzo de gran importancia. A ese comité pronto se invitó a los gobiernos de Bogotá y Cundinamarca para conformar el Cuee (Comité Universidad Empresa Estado).
Fue una buena idea, pero debo aclarar que no original; ya hacía un tiempo Medellín había constituido algo muy parecido. Tiempo después resultó evidente que el comité no era un organismo ejecutivo ágil y se decidió conformar una corporación (o similar) con autonomía istrativa. Así nació Connect-Bogotá, hoy Connect porque conecta a interesados de todo el país (y de América Latina y el mundo).
Una de sus actividades iniciales fue la organización de 'mesas de negocios'. En estas se promovía el encuentro de empresarios e inversores con grupos de investigación para convertir ideas y desarrollos técnicos piloto en innovaciones con impacto económico y social.
Las mesas evolucionaron a las Oisummit. En esta que acaba de pasar en Bogotá hubo más de 3.000 asistentes, entre ellos 50 inversionistas, 180 startups (empresas originadas en universidades), 140 grupos de investigación con desarrollos que podrían ser escalados y 70 expertos nacionales e internacionales que expusieron sus ideas. El país invitado fue España. Contó con la presencia del alcalde de Bogotá y de la secretaria de Desarrollo Económico (funcionaria de lujo). Cuando se habla de desarrollo regional no se piensa en las ciudades, que también son regiones y muy pobladas y poderosas. Bogotá participó con su potencial, con organismos como Invest in Bogotá, Atenea y otros.
Resumir todo, las conferencias y la infinidad de encuentros para explorar asociaciones, más los premios otorgados a las mejores iniciativas sería imposible en este espacio. Al finalizar el evento se llevó a cabo una plenaria del Cuee que fue una verdadera celebración. Se presentaron unos pocos casos escogidos. Los hubo en el sector de la salud, en combinaciones de salud e inteligencia artificial, en producción nacional de vacunas y fármacos diversos, en biotecnología y economía circular, en manejo de datos, en desarrollos industriales novedosos, en sistemas de ahorro de energía, en producción limpia y más.
Debo decir que fue emocionante ver tanta inteligencia y capacidad de trabajo en acción. No hice estadísticas del evento, pero mi impresión es que la mayoría de esos nuevos empresarios son mujeres jóvenes con un dinamismo irable. ¡Qué maravilla!
Lamenté la ausencia de la universidad pública (con excepción de la Militar) porque, como conté, ella fue socia en los orígenes de este esfuerzo. Lamento que últimamente haya sufrido un proceso de ideologización que la tiene como un gran Buda mirándose el ombligo, muy ocupada en constituyentes, y sorda a lo que gran parte de la sociedad le pregunta y le exige.