Cuántos poetas –y ni siquiera el buen Gabo como el mismo se lamentaba– no hemos sido capaces de escribir en buen poema-bolero. Lo hizo, y con cuanta excelencia, el poeta Juan Gustavo Cobo Borda, quien lo debe estar cantando hoy con los ángeles, como se deduce del título de su libro Todos los poetas son santos e irán al cielo.
Ahora que la hermosa y talentosa actriz Tatiana Jáuregui me invita a participar en su espectáculo Desnudando el bolero, acompañando sus canciones con la lectura de poemas amorosos, me propongo resaltar Ofrenda en el altar del bolero, uno de los mejores del repertorio de Cobo. No resisto el deseo de transcribirlo:
"¿Habrá entonces otro cielo más vasto / donde Agustín Lara canta mejor cada noche? / ¿O seremos apenas el rostro fugaz / entrevisto en los corredores de la madrugada? / Aquel bolero, mientras el portero bosteza / y los huéspedes regresan ebrios; / aquel que habla de amores muertos / y lágrimas sinceras... Los amantes / se llaman por teléfono para escuchar, / tan solo, su propia respiración. / Pero alguien, algún día, en el desorden del trasteo, / encontrará un poco de aquellos besos / y mientras tararea: / 'déjame quemar mi alma, en el alcohol de tu recuerdo', / escuchará una voz que dice: 'la realidad es superflua' ".
Al que sabe bailar bolero no se le escapa una pretendida. El bolero suele llegar a todas las regiones del alma y ni qué decir de las del cuerpo cuando se baila. Qué intenso era asistir todo engominado a esos bailaderos donde se ponía a prueba la capacidad seductora. Se allegaba a una mesa vecina donde estaba sentada una bella chica y se le decía con la mano estirada ¿me permite? Se comenzaba el baile levemente desajustados, pero a medida que los toques acompasados iban allanando el camino, se la iba apretando con suavidad, pecho contra pecho, mejilla contra mejilla, en lo que se conoce como amacice.
Al que sabe bailar bolero no se le escapa una pretendida. El bolero suele llegar a todas las regiones del alma y ni qué decir de las del cuerpo cuando se baila.
El en principio casual e inocente rozamiento de las regiones sensibles que resultaba del entrepierne hacía que la sangre encendida bombeara hacia los cuerpos cavernosos, lo que conllevaba al atrevimiento del beso con todos los sentidos de punta. Y que viniera lo que Dios mande.
Terminada la canción, o la secuencia de canciones, solía suceder que los bailarines del bolero se perdieran hacia el parqueadero, para asombro de los presentes. Luego el bolero era, o sigue siendo, un generador del amor, aunque en otras ocasiones, cuando se fracturaba el amor, el espejo de la desdicha. Cuantos despechados no encontraba uno en esos bares amanecidos metiendo moneditas en la pianola para escuchar el cantar a la que se fue.
Basta remitirnos a lo que sucedió el pasado 20 de enero en el pueblo Solano, del Caquetá, según informara EL TIEMPO, cuando don Guillermo Castro Valencia, a quien llamaban 'El negro', se hallaba en su discoteca atendiendo como disk-jockey a sus contertulios. En eso llegó un desconocido, quien le pidió que le complaciera con el disco Coqueta, a lo que él se negó. El cliente desairado se retiró, pero retornó un rato después y le volvió a solicitar el disco Coqueta. Ante la reiterada negativa de don Guillermo, quien nunca le negaba nada a nadie, el desconocido sacó un arma de fuego y le disparó, matándolo de inmediato. Menos mal que la canción Coqueta no era un bolero, para no cargarle el delito, sino una canción de carranga de Heredero, que en una de sus frases dice: "Trata de matarme con tu mirada". Pero, como vemos, hay miradas de fuego.
Desnudando el bolero tendrá lugar en la Fundación Konrad Lorenz (cra. 8 n.º 67-77) el próximo viernes a las 8 p. m. Y para que no se apague la fiesta el sábado 8, a partir de las 7:30, tendré en Casa de Citas el lanzamiento del libro sobre mi muerte falaz, publicado por Planeta, Y vivo todavía, en compañía de Sandro Romero y Guillermo Linero. Evento que se hará también en el Bar-Librería Ficciones (cra. 8 n.º 67-77) el miércoles 12 a partir de las 7:30, presentado por Ramón Cote. Y el viernes 14, en la librería Wilborada, a las 5:30, presentaré Mi crucifixión rosada, de Escarabajo Editorial.