El balance económico de 2024 muestra elementos positivos, pero también importantes interrogantes. Para entender los resultados es importante recordar que la actual istración recibió una economía recalentada. El 2022 fue, en efecto, un año en el cual la alta tasa de crecimiento estuvo acompañada por serios desequilibrios macroeconómicos: un fuerte déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos, pese a los altos precios del petróleo; una inflación elevada y un déficit fiscal alto, que había llevado a la deuda pública a uno de los niveles más altos de la historia.
En los dos primeros frentes ha habido avances indudables. El déficit en cuenta corriente se redujo fuertemente en 2023 como proporción del PIB y ha seguido reduciéndose en 2024. Este proceso ha tenido, además, elementos positivos adicionales: el crecimiento de las exportaciones de café, no tradicionales y turismo, y el aumento de la inversión extranjera diferente de petróleo. Por su parte, la inflación ha tenido una tendencia persistente a la baja desde abril de 2023 y ha acumulado una disminución de poco más de ocho puntos porcentuales.
La situación fiscal ha sido ambivalente. Comenzó con un ajuste en 2023, tanto por la reducción del fuerte déficit del FEPC (Fondo de estabilización de precios de combustibles) como del de otras cuentas del Gobierno. De hecho, si se contabiliza el FEPC en el año en que se genera el gasto y no el siguiente, que es cuando se paga, el déficit fiscal del Gobierno Nacional se redujo de 6,5 % en 2022 a 3,9 % del PIB en 2023, y la deuda pública también disminuyó como proporción del PIB.
En 2024 la tendencia del déficit fiscal ha sido al alza, pero sin llegar a los niveles de 2022. De hecho, con la misma forma de contabilizar el desajuste del FEPC, el déficit del Gobierno Nacional estaría en torno a 5,0 % del PIB. El problema principal ha sido el fuerte descuadre en los ingresos tributarios, como resultado de la desaceleración de la economía en 2023 y los considerables anticipos de los impuestos de renta de 2024 que se pagaron ese año. Así mismo, la tendencia de la deuda es nuevamente ascendente.
El problema principal ha sido el fuerte descuadre en los ingresos tributarios, como resultado de la desaceleración de la economía en 2023 y los considerables anticipos de los impuestos de renta de 2024 que se pagaron ese año
Un elemento negativo en 2023 fue la desaceleración del crecimiento económico. La política monetaria y el ajuste fiscal frenaron el sobrecalentamiento de la economía, pero la desaceleración fue más fuerte de lo previsto. El punto más bajo de la actividad económica se alcanzó en el tercer trimestre de 2023 y desde fines del año pasado hay síntomas de reactivación, acompañados en 2024 por un freno al deterioro en los indicadores de empleo que se había experimentado durante el segundo semestre de 2023.
El crecimiento económico alcanzará cerca del 2 % este año y del 3 % en 2025. Hay sectores que todavía muestran caídas, entre los que hay que destacar a la industria manufacturera. Por el lado de la demanda, la disminución de la inversión es el elemento más preocupante, aunque muestra una moderada reactivación desde el segundo trimestre de 2024. El mayor crecimiento tiene orígenes diversos, pero conviene resaltar que no ha estado asociado a una política de reactivación, un elemento que sigue estando ausente de las políticas del Gobierno.
Los retos son claros. Los primeros son persistir en lo que se ha logrado en materia de balanza de pagos e inflación. El Gobierno debería anunciar, además, una política de reactivación, con énfasis en la inversión, para lo cual debe enviar señales de claras de confianza en el sector privado. El desafío más complejo es el ajuste fiscal. En esta materia conviene resaltar el compromiso del actual ministro de Hacienda de cumplir la regla fiscal. Sin embargo, debe analizarse con más detenimiento qué se puede hacer con gastos de funcionamiento y control a la evasión de impuestos, utilizando los instrumentos que estableció la reforma tributaria de 2022, y se debe terminar totalmente con el déficit del FEPC.
JOSÉ ANTONIO OCAMPO