En su propósito ideológico y político de estatizar totalmente la producción agrícola en la recién nacida Unión Soviética, a Stalin no le tembló la mano para matar de hambre a cerca de cuatro millones de campesinos ucranianos. Los acusaba de acaparar los alimentos y de no entregarlos al gobierno central para alimentar al proletariado industrial de las ciudades. A la fuerza les arrebató a esos pequeños y medianos campesinos su producción agrícola, a la vez que les expropiaba sus tierras y colectivizaba en granjas estatales toda la actividad agropecuaria en ese país.
Guardadas las proporciones, lo que está sucediendo con el sistema de salud hoy en Colombia tiene una semejanza con lo sucedido entonces en la Unión Soviética bajo la dictadura de Stalin. El Gobierno colombiano quiere estatizar a toda costa el sistema de salud y para ello se propuso asfixiar financieramente a las empresas del sector privado que participan de manera fundamental en la prestación de los servicios de salud a través de las EPS, las IPS y las gestoras de medicamentos.
El Gobierno les adeuda a estas empresas cerca de 14 billones de pesos, y la deuda con las gestoras de medicamentos es de 4 billones. Por cada 100 pesos que el Gobierno les entrega a estas empresas para que puedan prestar los servicios de salud, ellas se gastan 120 pesos. La acumulación de pérdidas las hace insostenibles, las lleva a la quiebra o a cesar sus actividades.
Al igual que a Stalin en su momento, al Gobierno colombiano le tienen sin cuidado las consecuencias mortales de la quiebra provocada y deliberada de las empresas privadas de salud, por el deterioro crítico de esos servicios, el cierre de camas hospitalarias, la dificultad para conseguir citas médicas, la postergación de las intervenciones quirúrgicas y la negación de los medicamentos esenciales de los que dependen la salud y la vida de decenas de miles de personas, sobre todo de aquellas de bajos recursos que no los pueden adquirir por falta de medios económicos.
Su motivación es ideológica, pues está convencido de que el sector privado es un vampiro que se lucra indebidamente del manejo de los recursos de la salud.
La crisis del sistema de salud provocada por el Gobierno pone en riesgo de muerte a miles y miles de colombianos. Pero al Gobierno no le importa. Indolente ante este sacrificio de vidas humanas, al Gobierno lo único que le importa es estatizar totalmente el sistema de salud. Por ello es sordo frente a todas las opciones técnicas sugeridas por los entendidos para superar la crisis.
Su motivación es ideológica, pues está convencido de que el sector privado es un vampiro que se lucra indebidamente del manejo de los recursos de la salud. No le importa que esas empresas privadas hayan demostrado durante décadas que prestan unos excelentes servicios de salud a todos los colombianos. Estudios internacionales han señalado que nuestro sistema de salud se encuentra entre los diez mejores del mundo, y el nivel de satisfacción de sus s ha sido muy alto hasta antes de su crisis provocada por el Gobierno.
Pero su motivación también es política. Un sistema de salud totalmente manejado por el Gobierno es un instrumento político muy efectivo. Les permitirá al Gobierno y a sus operadores políticos dirigir los recursos de la salud preferentemente hacia sus bases políticas y electorales, y negarles o dificultarles el a sectores de la población no afectos al Gobierno. Someter y manipular la voluntad de los electores so riesgo de verse privados del servicio esencial de la salud. Para no hablar de las oportunidades infinitas de corrupción y enriquecimiento ilícito de los funcionarios públicos que manejarían a su arbitrio tan ingentes recursos públicos.
La forma como está jugando deliberadamente el Gobierno con la salud de los colombianos es irresponsable y criminal. Su famoso shu, shu, shu puede provocar miles de fallecimientos que se podrían evitar. Este gobierno se está perfilando como una potencia mundial de la muerte.