Ante la confusión, los dicterios, las descalificaciones y la profunda pérdida del norte de nuestra sociedad, producto de nuestra indudable falta de comprensión del mundo y de nuestra propia realidad, es indispensable un proceso de reflexión que conduzca hacia una verdadera justicia social, económica, ambiental y un camino hacia la paz total.
En lo personal, lo cual es digno de envidia, tuve los maestros en casa. Hoy con Neruda: "Y las miro lejanas mis palabras. / Más que mías son tuyas. / Van trepando en mi viejo dolor como las yedras".
Era cada día una lección de humanismo social y desfilaban por allí Antonio García, Gerardo Molina, Orlando Fals Borda, Germán Guzmán Campos, Camilo Torres Restrepo, inclusive los precursores de una alternativa de izquierda con los militantes del MRL, personajes del Partido Comunista, liberales de izquierda, antiguos guerrilleros, después traicionados por los mismos de siempre.
Los primeros hablaban del humanismo social, del cumplimiento de la Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos, como condición sine qua non de la real posibilidad de cumplir con los derechos humanos. Cómo no rescatar el papel de la sociología y de los investigadores de la Universidad Nacional en el desarrollo de esta lúcida interpretación de la realidad colombiana.
En fin, maestros y profesores e inclusive políticos, donde el debate sobre el acontecer nacional y la propuesta de soluciones siempre estaban presentes. Sus análisis están vivos en sus escritos. Cuando llega al poder un movimiento progresista que debería beber de sus fuentes, muchos de sus participantes los olvidaron.
Claro que debemos entender lo que ocurre en el mundo, pero, como nunca, tenemos la oportunidad de definir nuevamente el camino hacia el desarrollo.
De Umaña Luna: "Solamente dos cambios podían producir una 'paz con justicia social'; una paz concreta, material, no formal. La paz es ante todo justicia social, cambio de estructuras y lucha contra la corrupción a todos los niveles. (...). ¡La paz solo puede surgir de un acuerdo político! De lo contrario, nos hundiremos cada vez más en la cultura absurda de la violencia".
El filósofo Damián Pachón Soto identifica tres artículos fundamentales de la Declaración de Argel: "Todo pueblo tiene derecho a existir"; “Todo pueblo tiene derecho al respeto de su identidad nacional y cultural”; “Todo pueblo tiene derecho a conservar en paz la posesión de su territorio y de retornar allí en caso de expulsión”.
En el mundo y en nuestro continente, la política imperial de los Trump y de los Putin desconoce estos derechos y pretende imponer sus hegemonías. Solo interesa su geopolítica de la explotación y la violencia. Sus acciones son una negación permanente de los derechos de los pueblos.
Claro que debemos entender lo que ocurre en el mundo, pero, como nunca, tenemos la oportunidad de definir nuevamente el camino hacia el desarrollo, al sueño de Simón Bolívar a la integración regional. La promoción de la inversión para el desarrollo sostenible, del pacto social para la distribución equitativa del ingreso, del cumplimiento de los derechos humanos fundamentales: a la vida, a la educación, a la salud, al trabajo.
Umaña Luna en su cita de Albert Camus en su libro Humanismo social recordaba: "Sabemos que nuestra sociedad descansa sobre la mentira. Pero la tragedia de nuestra generación es la de haber visto bajo los falsos colores de la esperanza cómo se superponía una nueva mentira a la antigua. Por lo menos ya nada nos obliga a llamar salvadores a los tiranos y a justificar el asesinato del niño por la salvación del hombre".
Quiero creer que la mayoría de los que participamos en el proyecto que llegó con el actual gobierno somos los continuadores de la utopía. El fin no justifica los medios, como los plantean algunos, hoy en el poder. Pero son muchos los progresos, no podemos perder lo que se ha avanzado. Es el humanismo social.