El mundo literario, en duelo

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Quien quiera saber sobre los alcances de su oficio artístico se encuentra con la generosidad total de este autor que vivió la literatura con una intensidad extraordinaria. No dudó de que ser escritor o artista “es vivir en ese territorio cambiante entre la autoestima y el desprecio de sí mismo”, como consta en sus conversaciones reveladoras y profundas con la profesora I. B. Siegumfeldt publicadas bajo el nombre Una vida en palabras.

El universo que logra crear con protagonistas atrayentes, a veces confusos, que pueden entenderse de varios modos en cada una de sus novelas, deja huellas permanentes en el lector; al punto de lograr involucrarlo como si fuera un habitante más de las dimensiones de su imaginación, que se mueven paralelas al mundo de lo real.

La premisa de que “todo suceso por irrelevante que parezca abre unas posibilidades y cierra otras” determina, por azar o por decisiones propias, el destino de cada uno de sus personajes frente al amor, el erotismo, la amistad, el arte, la política, la familia, locuras y delirios, torrentes de recuerdos e, incluso, la muerte.

Ha sido calificado por comentaristas internacionales como “el reinventor del género policiaco, del que hace una relectura posmoderna con tintes metafísicos”, sobre todo en su obra La trilogía de Nueva York.

La que es considerada por los medios su obra cumbre es 4321 (Seix Barral, 2017), una saga familiar de 957 páginas en la que Ferguson, el protagonista, se enfrenta a varios caminos distintos que lo llevan a vivir cuatro vidas diferentes, contextualizadas por acontecimientos de la segunda mitad del siglo XX americano. Va dedicada a su esposa, otra gran escritora, Siri Hustvedt.

Es muy prolífica la obra que queda a sus lectores presentes y futuros. Tal vez el único galardón ausente en su carrera literaria sea el premio Nobel.

Reconozcamos que por fortuna hay mucho por disfrutar de Paul Auster y “su música del azar y la casualidad”, que se escuchó durante sus más de 50 años de dedicación a la escritura. Además de sus 18 novelas, los guiones de las películas Smoke (1995) y Blue in the Face (1995) Lulu on the Bridge (1998), La vida interior de Martin Frost y su obra poética reunida en el tomo Poesía completa. Editó también el libro de relatos Creía que mi padre era Dios (2001).

Sin embargo, la herencia más relevante para sus lectores podría ser la que aparece en el último párrafo de su última novela, considerada de autoficción evocativa, publicada en español en febrero de 2024 por Seix Barral con traducción de Benito Gómez, titulada Baumgartner.

El profesor de filosofía S. T. Baumgartner la protagoniza con sus recuerdos de toda una vida. Cerramos el libro sintiéndolo como un amigo que conoce el profundo significado del amor y nos consuela con sus memorias, a pesar de decirnos que, en lo más recóndito de su ser, él está ya muerto. No obstante, posee la sabiduría para seguir más allá, bajo la premisa “vivir es sentir dolor y vivir con miedo al dolor es negarse a vivir”.

Luego de sabias reflexiones que Paul Auster pone en boca de su protagonista, el escritor despide para siempre a sus lectores al dejarnos con una grandiosa riqueza: en la última frase, del último párrafo, con el que le da fin a su última novela, nos abre las puertas hacia las dimensiones de la imaginación y de la ficción, para que seamos nosotros mismos quienes, al entrar en esos espacios prodigiosos de la creatividad humana, empecemos “el último capítulo de la historia de S. T. Baumgartner”.