No importa si un gobierno es de derecha, centro o izquierda. No importa si el gobernante viene de una rancia familia de noble estirpe o del más popular de los orígenes. El principio rector de cualquier demócrata debe ser el de defender lo público. Los dineros públicos, así como las empresas que le generan valor al Estado y sirven al ciudadano, deben ser protegidos y salvaguardados.
No tiene sentido que un gobernante que dice ser un gran defensor de lo público vaya en contravía de esto y, aun así, el presidente Gustavo Petro esté a una semana de ajustar cinco meses descuidando lo público. La televisión y la radio públicas han sido relegadas, casi que abandonadas, como si estas fueran entidades de menor importancia. Como si los medios públicos no merecieran un espacio en su agenda de jefe de Estado.
Defensores y amigos del presidente Petro dicen que hasta ahora no ha querido nombrar gerente de Radio Televisión Nacional de Colombia (RTVC) porque no quiere mandar un mensaje erróneo en el que se interprete que el Presidente quiere apoderarse de los medios del Estado, convirtiéndolos en órganos de propaganda de su gobierno. El argumento parece válido, pero es poco creíble. Basta con que el Presidente nombre en ese cargo a un ejecutivo de quilates, con experiencia real en la istración de medios de comunicación y alejado de las banderas del petrismo para que se disipe esa tenebrosa neblina. Mas cinco meses después eso no ha pasado.
En el caso de los medios de comunicación del Estado, el desdén que el Presidente ha demostrado indica que su amor hacia lo público pareciera tener límites.
Dice Petro que él es un defensor de lo público, pero ha dejado como última prioridad lo que para muchos estados democráticos que él ira es la joya de la corona: los medios de comunicación públicos. ¿Acaso la Deutsche Welle alemana no es una abanderada de la comunicación libre y de calidad? ¿No son la radio y la televisión públicas sas líderes en ese país con propuestas de contenido informativo, cultural y de entretenimiento que compiten cabeza a cabeza con las cadenas privadas?¿La BBC es o no modelo ejemplar de respeto a la audiencia, calidad en contenidos e independencia ante los gobiernos del Reino Unido?
Hay un largo camino entre decir y hacer. Y en el caso de los medios de comunicación del Estado, el desdén que el Presidente ha demostrado indica que su amor hacia lo público pareciera tener límites. Si no, cómo explicar que el gerente que hace unas pocas semanas fue nombrado para el Canal Trece (canal público de la región Andina y el más grande del país) salió de la entraña política del partido de ‘la U’ y sin ningún tipo de experiencia en medios de comunicación.
Defender lo público es no poner a políticos cuestionados o sin experiencia al frente de entidades de una importancia colosal, como Colpensiones o el ICBF. Defender lo público es avanzar hacia un Estado más transparente en donde las propuestas y proyectos de anteriores gobiernos no se paralicen para llegar con nuevos proyectos y propuestas para así empezar de cero y ralentizar el progreso que por años se le ha negado al país.
Defender lo público, así a veces no haya sido de su agrado, es parte de la tarea que desde esta tribuna de opinión intenté adelantar desde marzo de 2014, cuando acepté la amable invitación del entonces director, Roberto Pombo, para opinar en estas legendarias páginas. Hoy, con la venia del actual director, Andrés Mompotes, me retiro para continuar hilando palabras y párrafos en otro lugar. Eso sí, con la premisa de siempre: opinar no debe servir para destruir, sino para construir una democracia en donde la pluralidad de voces no se vea silenciada por los alaridos de unos pocos.
¡Gracias por su generoso tiempo, amigos de EL TIEMPO!
JUAN PABLO CALVÁS