En la percepción común de la gente la ciencia está orientada al futuro: a conocer más, encontrar mejores explicaciones y desarrollar cada vez tecnologías más sofisticadas y poderosas. Ya tenemos un vehículo espacial que nos manda señales más allá de los límites del sistema solar, telescopios que nos permiten escudriñar a distancias no soñadas, y penetramos también al interior de los átomos.
Pero algo de lo que se escucha menos es la investigación de los grandes comienzos. Tal vez porque es más difícil y porque por su naturaleza misma son difíciles de probar. El último número de New Scientist está dedicado a avances que cambian la idea que tenemos sobre los comienzos. Su lectura lo deja a uno sin respiración.
Empiezan preguntándose cuándo se formaron las primeras galaxias del Universo. Hasta el 2022 se calculaba que la galaxia más vieja, GN-z11, se formó unos 400 millones de años después del Big Bang. Pero el telescopio James West Space Telescopy nos está haciendo cambiar de idea. Las primeras galaxias estaban formadas solo de hidrógeno, helio y trazas de litio (los elementos más livianos) y eran oscuras. La medición del nuevo telescopio que capta destellos de luz emitidos desde esa nube oscura llega a la conclusión de que las primeras se formaron apenas unos 190 millones de años después del Big Bang. Parece una diferencia pequeña, pero en verdad es abismal.
Una segunda pregunta es cuándo comenzó el tiempo. La respuesta más o menos aceptada es que con el Big Bang, hace unos 13.800 millones de años. Pero la teoría general de la relatividad y nuevos desarrollos teóricos dudan de esa afirmación; piensan que hay una secuencia de contracción y expansión que cada vez da origen a nuevos universos. Si eso fuere cierto, el tiempo nunca dejó de existir. Eso se vuelve más metafísica que astrofísica.
Conviene recordar que la curiosidad, la capacidad de hacer preguntas y de tratar de responderlas acercándonos cada vez más a la verdad es lo que nos hace humanos.
Ya más cerca, se preguntan cuándo nació la vida en la Tierra. La Tierra tiene unos 4.500 millones de años y los primeros indicios de vida son de mil millones de años después. La razón principal es que durante esos primeros años el planeta era un verdadero infierno. Los primeros fósiles conocidos se encontraron en Australia, y tienen esa edad. Pero nuevos estudios genéticos, buscando secuencias comunes a todos los organismos, para darle edad a 'Luca' (el último ancestro común), llegan a la conclusión de que debió existir 300 millones de años después de que se formó la Tierra. Tal vez había ambientes marinos aislados que permitieron su surgimiento.
Más cerca aún, se preguntan cuándo comenzó la civilización humana. La idea establecida es que la domesticación de los cereales, hace 11.000 años, permitió el establecimiento de comunidades sedentarias que crecieron y en donde se generaron redes sociales que son el inicio de la civilización.
Así surgieron las primeras ciudades en Babilonia, India, Egipto y Europa central hace 6.000 años. Pero hay hallazgos arqueológicos que ponen en duda esa teoría. Exploraciones en Göbelkli Tepe, en el sur de Turquía, descubrieron una serie de construcciones circulares que contienen inmensos pilares de piedra. Es el monumento megalítico más antiguo encontrado, con una edad de 12.000 años. Exigía para su construcción la colaboración de una multitud de personas. Las explicaciones posibles son que se trataba de un sitio de culto, o de una escuela. Es decir que la civilización, la construcción de amplias redes de individuos trabajando con objetivos comunes, y no cotidianos, precedió a la domesticación de los cereales.
Seguro muchos pensarán que se necesita estar muy desocupado para preocuparse por estos asuntos. Pero conviene recordar que la curiosidad, la capacidad de hacer preguntas y de tratar de responderlas acercándonos cada vez más a la verdad es lo que nos hace humanos.