Después de luchar de manera incansable durante varios años para poder llegar a la presidencia, a Gustavo Petro finalmente le llegó la hora. El próximo 7 de agosto, a las 3 en punto de la tarde, el candidato del Pacto Histórico asumirá como primer presidente socialista de la República de Colombia.
Aunque Petro ha moderado sus veleidades socialistas, ese será el tono de su gobierno. Tono que, suavizado, tal vez sea lo que Colombia necesita para salir de su actual estancamiento político y económico. Estancamiento que se acentuó durante estos 4 años de gobierno del presidente Iván Duque, quien, sin embargo, se jacta de haber hecho durante su gobierno lo que nunca se había hecho en este país del Sagrado Corazón.
A pesar de que el presidente Iván Duque solo tiene un 30 % de aprobación, se atreve a asegurar que si quisiera volver a lanzarse como candidato a la presidencia, volvería a salir elegido. Este es uno de los problemas del presidente saliente: creer que la gente está feliz de tenerlo, insistiendo en que él es quien más ha hecho en beneficio del país y de los colombianos.
Para reforzar esta ilusoria apreciación, el Gobierno difunde avisos todos los días por televisión, recalcando la importancia de cada una de las obras y realizaciones de este cuatrienio. Obras ha hecho, claro está, pero no todas las que se apropia. Por ejemplo, en el famoso túnel de La Línea, que duró muchísimos años en ejecución, lo único que hizo el gobierno Duque fue llegar a la inauguración. Y aunque apenas dio las últimas paladas, no dudó en poner su nombre a la entrada de la obra.
Como padre putativo del primer mandatario, el hasta hace poco omnipotente expresidente es corresponsable de lo bueno y de lo malo que ha hecho este gobierno.
Por otra parte, el Gobierno tiene un martillo que no le da la paz. Es la senadora rebelde del Centro Democrático, María Fernanda Cabal, quien no pierde ocasión para salir en pantalla. Y como su programa es disentir de todo lo que hace o deja de hacer este gobierno, ahora se le amplió el panorama. Petro y los petristas, a quienes la senadora no puede ver ni en pintura, son sus nuevos objetivos de batalla.
No obstante ser uribista de primera línea, Cabal fatiga a los medios de comunicación echándole pullas al gobierno Duque, al cual la senadora no le marcha a pesar de ser fiel iradora y seguidora del expresidente Álvaro Uribe, padre putativo del joven primer mandatario. Así las cosas, el uribismo y los apóstoles del expresidente no están tan unidos. Como dicen los campesinos, cada cual está haciendo de su capa un sayo...
No sobra recordar que fue el propio Uribe quien tuvo a bien repatriar de Estados Unidos al joven e inexperto Iván Duque. Primero lo consagró como senador, para luego lanzarlo como candidato a la presidencia de la república. Como padre putativo del primer mandatario, el hasta hace poco omnipotente expresidente es corresponsable de lo bueno y de lo malo que ha hecho este gobierno. Como también de todo lo que este país ha sufrido por causa de la inexperiencia del primer mandatario.
Mientras Duque se despide de la Casa de Nariño, Gustavo Petro se prepara para asumir el cargo que ha buscado toda su vida. En ese camino, el futuro mandatario viene limando asperezas. Tuvo un cordial encuentro con el expresidente Uribe, y recibió a César Gaviria, jefe del Partido Liberal, quien viajo a Italia para ofrecerle el apoyo de su partido.
También ha estado muy activo armando su gabinete. Muchos de los ministros anunciados han caído bien a la mayoría, salvo a los uribistas, partido que ya anunció que le hará la oposición al nuevo gobierno. Plantea atacarlo desde el principio, proponga lo que proponga. Como –por fortuna– ese partido está de capa caída, su oposición inflexible no deberá pasar a mayores.
En todo caso, es bueno prepararse para la arremetida de políticas tan belicosas, tan antipetristas y tan ansiosas de figuración como la Cabal, quien no pierde patada para salir en televisión ni para cantarle la tabla tanto al gobierno que se va como al que empezará la semana entrante.
Esperemos que Petro, bien rodeado de buenos ministros, acierte. Como dice el refrán, la esperanza es lo último que se pierde.
LUCY NIETO DE SAMPER