La humanidad es incomprensible, vive entre abrazos y guerras. Ayer, en la sección ‘Hace 25 años’, este diario tituló una nota: ‘Júbilo palestino por aeropuerto’. Había un avión al fondo y la gente aplaudía. “Los palestinos inauguraron el aeropuerto internacional de Gaza... El líder palestino, Yasser Arafat, consideró la inauguración del aeropuerto como un nuevo paso en la consolidación del Acuerdo del Río Wye, que fue firmado recientemente entre Arafat y el primer ministro Benjamin Netanyahu”.
Fue un acuerdo rubricado en la Casa Blanca, con la mediación del presidente de apellido de timbre, Clinton, amigo de Colombia, para implementar otro acuerdo que después terminó en desacuerdo, si bien recuerdo.
Esa ha sido la historia por 150 años, acuerdos y desacuerdos. Varias generaciones han escuchado del conflicto en la Franja de Gaza, secuestros, liberaciones, muertes, acuerdos, mediaciones, intercambio de rehenes. Pero en Tierra Santa no hay ‘paz total’.
Lo que ha pasado en las últimas siete semanas ha sido la peor tragedia en la historia de la guerra Israel-Palestina, pueblos hermanos, sionismo y judaísmo, parecidos físicamente, como pasa con los rusos y los ucranianos. Pero después del ataque demencial del grupo terrorista Hamás a Israel, en el que mató a 1.200 personas y secuestró a más de 220, Israel contraatacó y no a cauchera, sino con poderosos misiles, en la persecución de los agresores.
La paz tiene que ser un propósito universal, urge parar esta guerra, la de Rusia y Ucrania y las que se dan en distintas partes, incluida la de Colombia.
La estrella de David está de luto, pues, aparte de los 1.200 israelitas asesinados por Hamás, han caído en la Franja 14.800 palestinos, entre ellos más de 5.600 niños. Eso es unos cinco colegios grandes sepultados. Y hay miles de personas desaparecidas, seguramente bajo los escombros. ¡El horror!
Según la ONU, de los 2’300.000 habitantes de la Franja, 1’700.000 abandonaron sus hogares. Y hay hambre, sed, falta de energía, de hospitales. Pero, gracias a Dios, o Alá, en la madrugada nuestra de ayer comenzó a regir el alto el fuego de 4 días por parte de ambos bandos, con la mediación de Catar, Egipto y Estados Unidos. No sé hasta cuándo lo van a acatar, pero se espera que se prolongue si los terroristas de Hamás liberan más rehenes. Se pactó entregar a 50 secuestrados a la Cruz Roja, a cambio de 150 palestinos en poder de Israel, todos niños y mujeres. Hamás liberó ayer a 24 rehenes. Israel excarceló a 39.
Un paso muy importante, y es un alivio ver avanzar los camiones con ayuda humanitaria por el paso de Rafah. Pero nunca debió ocurrir esta matazón. El mundo tiene que bregar a que lo de Hamás jamás vuelva a pasar, que el cese del fuego entre Israel y Palestina sea eterno. Que los odios y las ambiciones no sean superiores a la diplomacia y el respeto por las vidas.
La paz tiene que ser un propósito universal, urge parar esta guerra, la de Rusia y Ucrania y las que se dan en distintas partes, incluida la de Colombia. No matarnos más ni por el Putin. Porque aquí también es miserable lo que pasa. No podemos seguir en este reclutamiento de menores, en extorsiones, violaciones, desplazamiento interno, masacres, secuestros, crímenes de líderes sociales, ceses y violaciones de ceses que ya nos dan por las esas.
Permita Dios que el nuevo capitán Otty Patiño, conocedor del conflicto, enderece el barco. Y que no se sigan sembrando vientos de odio, ni polarizando con balconazos, marchas y contramarchas. La unidad nacional a la que llama Petro de nuevo es el camino. Pero en serio, sin depender de cómo amanece el día, pues nos necesitamos todos como nación. Esto no es de color político, es de color de hormiga. Déjese ayudar, Presidente. Siga convocando con magnanimidad. Los empresarios son fundamentales para el progreso, para el empleo, para la paz, que se hace entre todos, como dicen los abogados, tomándonos un ‘tinterillo’.
LUIS NOÉ OCHOA