Publicista londinense y recreador de épocas disímiles, experto en el diseño de imágenes cinematográficas, Scott surgió a finales de los 70 como uno de los mejores film makers del mundo. Sus iniciales obras maestras se perfilaron como las mejores en su género; entre ellas, una elegante ficción en tiempos napoleónicos. Pero otras cintas, débiles o debatibles de épocas pasadas, fueron opacando tal aura. Del dominio visual que supo imprimirle al ayer, sir Ridley cayó paulatinamente en la repetición de esquemas e idealizaciones colonialistas.
Napoleón (Reino Unido-Francia, 2023). Film biográfico e histórico sobre el ascenso militar, las batallas y campañas europeas del heroico militar corso Napoleón Bonaparte (1769-1821), el emperador de los ses; también, invasiones, derrotas y destierro, matizados por notas sentimentales ficticias en su relación matrimonial con Josephine. Se impone una obligatoria cronología de sus aplastantes incursiones, que van de 1793 a su prolongado destierro y muerte en la isla inglesa de Santa Elena.
Escenificación de cuadros vivientes segmentados y coreografías sueltas de acontecimientos lineales: sitio de Toulon contra el acosador enemigo inglés (1793); invasión a Italia y el reino de Nápoles (1796); campaña victoriosa de Egipto y saqueo de monumentos antiguos (1798); primer cónsul de Francia (1799) y coronación imperial (1804); Austerlitz (Checoslovaquia, 1805), donde venció a rusos y austriacos; Wagram (Austria, 1809), frente al poderoso ejército prusiano; frustrada incursión guerrera en gélidos territorios rusos (1810); confinamiento en la isla de Elba; aplastante derrota en Waterloo (Bélgica, 1815) y capítulo final.
Napoleón Bonaparte'(Abel Gance, Francia, 1925-27). Una de las grandes películas clásicas del período mudo calificada de “grandilocuente, lírica y simbolista”; también, innovadora y avant-garde, un experimento técnico que impuso la ‘polyvisión’, las sobreimpresiones y tres pantallas simultáneas. En 235 minutos, Albert Dieudonné personificó al superhéroe galo, que ahora encarna Joaquin Phoenix con carácter taciturno y menor brillo. Estrenada en la Ópera de París, hace 95 años, mutilada y reeditada para efectos de su proyección en salas, fue restaurada por el historiador británico Kevin Brownlow en 1975.
Se percibe en el Napoleón (2023) cierto desequilibrio en las relaciones del contenido histórico y la forma inclinada por coreografías de batallas o técnicas ornamentales de alta gama. En esta nueva versión se ignora la cruel intervención en España que cambiaría el rumbo monárquico de su historia —no queda más que esperar la versión de cuatro horas prometida por Scott—. Otro precedente: Napoleón (1953), de Sacha Guitry, con Orson Welles —de soldado al destierro—.
Los duelistas (1976). Según el cuento El duelo, del británico Joseph Conrad. Rivalidades, insultos y venganzas de dos oficiales ses de caballería en el período napoleónico durante quince años sucesivos, personificados por Keith Carradine y Harvey Keitel. Excepcionales son las piezas relativamente contemporáneas, que transpiran delirio y belleza en el más pleno sentido de esas palabras. Dos arrogantes tenientes, o caballeros ses de verdad, a comienzos del siglo XIX, pasan año tras año mortalmente enfrentados en escaramuzas que llegan a poner a prueba sus consecutivos sentidos del honor y las concepciones militares. Nunca podremos conocer los motivos exactos de un duelo ininterrumpido con sable, espada y pistolete; aunque sí logramos captar aquella obsesión que guio al magnífico escritor polonés Joseph Conrad y sirvió como inspiración o punto de partida para una ópera prima británica producida por sir David Puttnam.
1492: la conquista del paraíso (1992). Decepcionante superproducción que retoma la odisea de Cristóbal Colón y expone la tesis de sus descalabros históricos. Se recrea la era de las tinieblas y configura en imágenes, algunas veces delirantes, el encuentro encarnizado de dos mundos con las frustraciones de un hombre idealista que vio convertir la Tierra Incógnita y el Nuevo Mundo en infierno. Su relato lineal cubre cerca de veinte años y cuatro resumidas travesías trasatlánticas dominadas por el escepticismo, el desafío a los conceptos ortodoxos, los choques raciales, la barbarie y otras actitudes propias de la Conquista. Sus aciertos: una visión fría y distante de América, las notas gregorianas y flamencas del inspirado compositor Vangelis, el cuadrado protagonismo de Gérard Depardieu y la emoción transmitida en cámara lenta de su primer desembarco. Concepción histórica de su guion, por la periodista sa Roselyne Bosch, que resalta el perfil oscurantista de un período español dominado por la Inquisición y expulsión de los moros de Andalucía.
Gladiador (2000), exitosa superproducción de Hollywood, sin las preciosas estampas de Los duelistas. Situada en una época remota, finales del siglo II d. C., en el último período de los siete Antoninos, bajo los mandatos del emperador filósofo Marco Aurelio y de su cruel hijo Cómodo. Un ficticio protagonista, el general español Máximo, héroe de la guerra contra los germanos, testigo impotente de la masacre de su familia y degradado como esclavo en las costas norteafricanas de Cartago, gladiador entrenado para enfrentar a leones y otros reos cristianos en las catacumbas con el fin de agradar a un público sediento de sangre desde el monumental circo romano. Aplausos compartidos por el actor australiano merecedor del Óscar 2001 (Russell Crowe) y aquel otro de origen hispano (Joaquin Phoenix).
MAURICIO LAURENS