Mientras que la cruel masacre de las bananeras, imperdonable como todas, inspiró en Gabo sus Cien años, al país político le instiló el fuego de la contrición en que maleó la legislación laboral, escrita para aliviar a medias la mala consciencia de siglos de explotación latifundista, en un país 90 % rural, pacato, aislado por su geografía cerrera, normativa que el tiempo volvió obsoleta, entre otros motivos, porque la fórmula poblacional se invirtió y hoy, el 90 % de los colombianos son citadinos. Vivimos una época en que la economía se diversificó, se conectó al mundo y así, no por contrición sino por necesidad, al país político del siglo XXI le corresponde entender a este otro país en el concierto globalizado de naciones y abrirle las puertas.
El nuevo credo de internet demanda velocidad y flexibilidad incomparables con la secular de la yunta y el arado, la economía global vibra en terabytes y exige regulación abierta para empalmar con el sector real, el encuentro de las dos dimensiones ha probado generar una explosión de prosperidad y valor sin antecedentes. Basta ver a Amazon o Rappi, empalme que en Colombia enfrenta barreras feroces: el costoso y escaso a banda ancha; los festivos masivos, el obsoleto código laboral, sus descansos mínimos en lo formal, compensados por falsas excusas, como denunció la ministra Arango, que exigen cambios de fondo, no discursos.
Según Arango, 8,5 millones de cotizantes reciben 23 millones de excusas al año, clamor masivo por un mejor descanso y la respuesta del código son 15 días, más casi un mes de festivos regados en el año, como una tibia y desastrosa compensación. Los festivos deben agruparse en una segunda semana de receso, de miércoles a viernes, aumentar así las vacaciones a 18 días y acabar la postiza excusa de una celebración o una falsa incapacidad, que roban al país su productividad. La vagancia de los festivos debe desaparecer, al menos en dos terceras partes.
Las plataformas digitales son la punta de lanza de ese otro país; no son el latifundio ni la galera, son otra opción que debe contar con una normativa abierta que permita inventar, trabajar por horas; ARL cubierta por pólizas, facilidades para competir a escala global. La riqueza de las naciones depende de la gestión de los empresarios de todo tipo y tamaño, y en el siglo XXI, la colaboración estrecha Estado-empresariado es la responsable de una sociedad más equitativa, a tono con los desafíos que tenemos para que haya mayor equidad.
La combinación de estos cambios haría al país más apetecible para inversión extranjera, impulsaría el turismo, formalizaría, flexibilizaría y fomentaría el empleo, y daría espacio a este nuevo país que es Colombia. Señora ministra, congresistas:
abandonar sin remordimiento el atavismo poscolonial de la masacre de las bananeras y abrir las esclusas a la nueva economía para que irrigue de prosperidad los caminos de este país es imperativo, o nos condenamos a otros cien años de soledad.
P. D. 1. Aprobar sin trabas la ley de financiamiento dará a la comunidad internacional un mensaje contundente para que el 2020 sea próspero. Lo contrario, un megadesastre. No es momento, viendo la vecindad y el desempleo, de enredar el juego del país por intereses distintos al interés general.
P. D. 2. Pensé votar por Claudia López, convencido de que las mujeres deben tener mejores posiciones de poder político, pero sus bandazos desaconsejan hacerlo; el dueto Petro-Morris, no. Los dos candidatos jóvenes, siempre que representen un verdadero relevo en la política capitalina, que se rodeen de un equipo experto en gerencia pública, técnico, que sigan un programa claro y con nutrida presencia de mujeres en posiciones decisivas, son mejor opción para Bogotá.
MAURICIO LLOREDA