Nuestra floricultura de exportación se inició a mediados de los años sesenta, con dos iniciativas casi paralelas que realizaron los primeros envíos a muy pequeña escala. Pocos años después y cuando algunos otros empresarios pioneros de la sabana de Bogotá se habían sumado, se dieron cuenta de que, para superar sus principales obstáculos, debían unirse, creando así la Asociación Colombiana de Exportadores de Flores (Asocolflores) en 1973.
La Asociación surgió principalmente para enfrentar el reto que suponía la inexistencia del servicio aéreo de transporte especializado de carga, y para tener una interlocución institucional con el Gobierno. Era una actividad incipiente y desconocida, que más parecía una aventura audaz y quijotesca que un negocio con norte definido.
Empezó con la siembra de claveles, basada en la tesis de un estudiante de la Universidad de Colorado, en Estados Unidos, que estableció que la Sabana era el mejor lugar para cultivar flores para el mercado de ese país.
En estos cincuenta años el sector ha enfrentado múltiples desafíos y el gremio ha sido determinante para superarlos. Las demandas antidumping, los diez años de revaluación, las sucesivas renovaciones de las preferencias arancelarias ATPA/ATPDEA, la aprobación de diferentes TLC para garantizar el a los mercados y, más recientemente, la pandemia y los bloqueos, por no mencionar múltiples circunstancias fitosanitarias y de transporte.
Se demuestra la importancia que tiene el adelantar esfuerzos mancomunados entre los gremios, los diferentes actores del comercio exterior y, particularmente, con las instituciones del Gobierno.
Hoy, Colombia ofrece más de 60 especies y 1.400 variedades, exportando el año pasado más de US$ 2.000 millones a más de 100 países. La floricultura, de la mano de Asocolflores, nos ha demostrado que es posible soñar, que los sueños se pueden realizar, y que para lograrlo hay que trabajar con entusiasmo y dedicación.
Esta ocasión nos permite recordar el valor de la empresa privada y de la actividad gremial en general. Nos ayuda a enfrentar el futuro y nunca olvidar que progresar es actuar, avanzar y mejorar desde la responsabilidad y la innovación.
Celebrar estas 5 décadas es reconocer el papel de la floricultura en las exportaciones del país, demostrar que la agricultura sostenible es viable y rentable, evidenciar que es posible generar empleo formal en el campo y, tal vez lo más importante, probar que el bienestar de los trabajadores y de la sociedad en general debe ser el fin último del empresariado.
Desde su fundación, antes de que se hablara de responsabilidad social en el panorama empresarial del país, de valor compartido y mucho menos de sostenibilidad, Asocolflores ya interpretaba las tres dimensiones que hoy implica la Agenda 2030 de la ONU.
Los gremios son una fuerza viva que aporta al crecimiento de la economía, a la madurez de su cadena logística y al desarrollo de las sociedades, alcanzando objetivos comunes que de otra manera no serían posibles.
Pero tal vez, más importante que mirar hacia atrás es hacerlo hacia el futuro. Aquí toma gran trascendencia el que durante este aniversario también se celebran los 30 años de Proflora, una de las principales ferias de flores frescas cortadas a nivel internacional, organizada por Asocolflores.
Al reconocer este medio siglo de trabajo se demuestra la importancia que tiene el adelantar esfuerzos mancomunados entre los gremios, los diferentes actores del comercio exterior y, particularmente con las instituciones del Gobierno.
Finalmente es un homenaje al campo y a los 200.000 trabajadores formales del sector que día a día se esfuerzan por llevar al mundo la calidad, diversidad y sostenibilidad de las flores de Colombia.
En la coyuntura actual, este es un modelo que se podría replicar en la búsqueda de diversificar las exportaciones agrícolas de manera sostenible, y social y ambientalmente responsables.
AUGUSTO SOLANO
* Presidente de Asocolflores