El 19 de junio de 2022, el presidente Gustavo Petro ganó las elecciones presidenciales con un 50.44 por ciento contra el difunto Rodolfo Hernández que obtuvo el 47.31 por ciento. La diferencia fue de 700 mil votos.
Este guarismo tan estrecho significaba que el triunfo del gobierno progresista de Petro, tenía que gobernar contra un sector tan alto como el que recibió Petro, y donde se aglutinaron la derecha y la extrema derecha.
En la historia del país era la primera vez que subía al poder un gobierno de izquierda. Esto entusiasmó tanto a los militantes del Pacto Histórico, que inmediatamente se convirtieron en activistas del cambio, y olvidaron que al día siguiente de la posesión de Petro, comenzó una resistencia mediática contra un Gobierno que tenía las mejores intenciones de realizar las transformaciones económicas y sociales que necesita el país.
La oposición comenzó atacando la reforma a la salud, donde saltaron a la vista los negocios millonarios que han venido haciendo muchos dueños de las EPS con los recursos del Estado, y en detrimento de la salud de los colombianos.
El gobierno de Petro comenzó a pisarle los cayos a los capitalistas parasitarios que han vivido del erario público, y nunca producen empleo, ni mucho menos, plusvalía.
El resultado fue que en vez de que se diera una transición pacífica hacia el cambio, se destapó una verdadera caja de pandora, donde la corrupción ha galopado durante más de medio siglo.
El gobierno de Petro comenzó a pisarle los cayos a los capitalistas parasitarios que han vivido del erario público, y nunca producen empleo, ni mucho menos, plusvalía.
Esta columna no alcanzaría a mencionar los múltiples casos de corrupción en que se han visto involucrados empresarios, mafiosos, y políticos inescrupulosos, que defienden por vías non sancta, el interés individual, por encima del bien colectivo.
Según Transparencia por Colombia, en Colombia se perdieron entre 2016 y 2022, más 22 billones de pesos. Con esta cifra se podrían financiar los proyectos de salud, paz y educación que son urgentes para el país.
El último caso de corrupción fue realizado por Olmedo López y sus secuaces de la UNGRD, y donde se robaron miles de millones de pesos que iban a resolver el tema del agua en la Guajira.
Si en el país ha existido un grupo de empresarios y políticos que han luchado por la construcción de la nación, así mismo han existido grupos y clanes políticos mafiosos, que han actuado como verdaderos crápulas.
El país está tan mal que hasta el prestigioso escritor William Ospina, mandó a votar en las antepasadas elecciones, por el candidato Óscar Iván Zuluaga (se encuentra adportas de la cárcel por el caso Odebrecht); y en las pasadas elecciones, se inclinó por la candidatura de Rodolfo Hernández, fundador de la Liga de Gobernantes Anticorrupción, que terminó siendo más corrupto que las gallinas de Corinto.
En democracia es sano que exista una oposición para que el país avance. Pero hasta ahora hemos visto una oposición fragmentada que ataca, pero que no presenta programas que solucionen los problemas del país. Al contrario, la oposición viene utilizando las redes sociales, donde funciona la 'libertad inmensa y sin escrúpulos', para calumniar, mentir, y engañar a la opinión pública.
El último paro camionero que puso en riesgo la seguridad alimentaria y la salud, parece ser que no fue realizado por el aumento de AM (que era insignificante), sino por las oscuras acciones que suelen cometen algunos empresarios inescrupulosos contra el gobierno.
Recordemos que el oligopolio del transporte terrestre durante décadas se ha opuesto a la implementación de otros medios del transporte, como son el tren y el transporte fluvial.
¿Por qué, en vez de seguir profundizando la polarización, no nos ponemos de acuerdo, y por una vez, nos unimos para luchar por nuestros males que ya son complejos?
La corrupción, la paz, la salud y la educación son problemas estructurales que están socavando a nuestra sociedad.
Si queremos construir una patria grande y sin desigualdades, debemos ponernos de acuerdo con las soluciones, y dejar de lado, la politiquería, la mentira, y la corrupción.