A veces somos tan necios que vemos el error del vecino y no tomamos nota. Parece una tendencia gustosa por sangrar. No ayudan la arrogancia de dar por garantizado lo que no lo está realmente o por creerse diferente y merecido, o por pereza o el abandono que aleja la atención de los riesgos. La comodidad de esperar que otros asuman los peligros y lo resuelvan. La ingenuidad de creer que por ignorar los problemas estos desaparecen.
No paro de pensar en Venezuela desde sus elecciones el pasado domingo. Pero realmente, no paro de pensar en Colombia. De ver el potencial de un espejo que me disgusta.
La Registraduría. Venezuela. Se evidenció una entidad turbia que habla y declara sin la evidencia de los hechos, es decir, omitiendo –o escondiendo– de la población que elige su destino las actas que documentan su voluntad. Colombia. Requiere que las instituciones y la sociedad civil vigilen y protejan a la Registraduría Nacional del Estado Civil, al registrador y el Observatorio Electoral de cualquier presión para controlar o manipular su actuar por parte de intereses del presidente de turno. No se puede permitir el a tiranos al Gobierno. Es prudente fortalecer y crear nuevos observatorios y vigías de los procesos electorales internos con visibilidad internacional de inmediato.
El valor civil. Venezuela. La población reclama justicia frente a los resultados electorales. Ha salido de la comodidad, o incomodidad de la cueva, para honrar su voz y voto sometiéndose a maltratos, secuestros y muerte. Más de un cuarto de siglo bajo una dictadura nutre esa fuerza mezclada con desespero y desolación por perder su nación. Colombia. Requiere nutrir de sabiduría, fortaleza y esperanza la creación de un movimiento opositor que estratégicamente, con acierto narrativo multiestratos y metodologías digitales contemporáneas, contraste con resultados eficientes cualquier comportamiento de un gobierno que viole los derechos de la sociedad propios de la democracia. Unión temprana y ordenada que también ataca y propone un proyecto de país equitativo y justo.
Queda una sociedad que no acepta que Colombia se corte con la llamada tijera Latinoamérica porque es solidaria y aprende del otro.
La unión. Venezuela. Muestra un liderazgo fusionado opositor que le ha permitido llegar después del agotamiento a quizás abrir una puerta hacia la libertad. Colombia. Egos, partidos, egoísmo, oportunismos retrasan su desarrollo. En las elecciones presidenciales no importa la segunda vuelta. Es la primera. Los líderes antitotalitaristas deben coalicionarse en el propósito de país, de lo contrario deberían reflexionar si tienen la dignidad para sus cargos.
Dimensión. Venezuela. El caos no fue repentino. Una colección de concesiones cada día pusieron una capa más, ahogando valores y la posibilidad de formar generaciones futuras. Colombia. ¿Con sus instituciones fuertes? ¡No! ¡Son frágiles! ¡Siempre! No hay daño pequeño y sin consecuencias ante ellas. Especialmente en la justicia.
La líder. Sorprende María Corina Machado. Su sonrisa honesta que no se cansa, su serenidad inalterable ante la adversidad, su mente enfocada en la estrategia adelantada al enemigo, sus palabras medidas que entonces guardan su peso. Colombia. Se necesita ese liderazgo inteligente, carismático y sereno que no se deje robar el relato de lo correcto.
La prensa. Venezuela. La conocemos por las redes, medios periodísticos serios e independientes fueron tomados o asfixiados. Colombia. El periodismo y los lideres de opinión están bajo presión por su propia realidad y el ataque directo del Gobierno para minar su credibilidad.
Las fuerzas militares. Sus fueron llevados desde la lealtad por su país al adoctrinamiento, deuda y miedo al tirano. Ellos, de uniforme, hoy se enfrentan a familiares y amigos sin él. Colombia. Sometidas a cambios de liderazgo y estructura, necesitan de la moral que produce una sociedad que reconoce y agradece su esfuerzo.
El comportamiento del presidente Petro y de su gobierno en la OEA da vergüenza frente a la evidencia. Pero queda una sociedad que no acepta que Colombia se corte con la llamada tijera Latinoamérica porque es solidaria y aprende del otro.