Desde hace unas semanas, el brigadier general Eliécer Camacho asumió como nuevo comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá. Viene de dirigir la institución en el departamento de Antioquia, con sede en Medellín, donde combatió a las bandas criminales asentadas en el Valle de Aburrá, y goza de una amplia trayectoria en investigación y lucha contra el narcotráfico. Además, cuenta con especializaciones en gerencia y educación, un perfil interesante para los momentos que vive Bogotá.
No son pocos los desafíos que le esperan al general Camacho. Las encuestas de percepción ciudadana, tanto del programa Bogotá Cómo Vamos como del observatorio de la Cámara de Comercio, destacan la inseguridad como una de las máximas preocupaciones de los ciudadanos. Agravadas por la pandemia, el robustecimiento de grupos delincuenciales dedicados al microtráfico y el atraco callejero, además de un creciente fenómeno migratorio y, más recientemente, las protestas, que dejan millonarios daños a la infraestructura de la ciudad.
Mantener a la baja los homicidios siempre será la prioridad. Pero también la reducción sustancial del hurto a personas, donde cada vez es más evidente el nivel de violencia que se ejerce en estos casos.
Recuperar la confianza ciudadana es otra parte esencial de la tarea del nuevo comandante. Las heridas que han dejado episodios de abuso policial en las movilizaciones o fuera de ellas no solo han provocado roces con el gobierno distrital, sino que han desatado la ira de la gente, que se ha traducido en la destrucción de numerosos CAI y el intento de asesinato de de la institución. Que, por ciento, también han puesto una alta cuota de sacrificio en vidas y heridos, en la defensa del orden.
El recibimiento dado por la alcaldesa hace prever que las relaciones entre ambos poderes serán cordiales y respetuosas, como lo fueron con el general saliente, Gómez Heredia. Y es lo que conviene a la hora de enfrentar enemigos poderosos y comunes.
EDITORIAL