Las futuras generaciones de colombianos difícilmente disfrutarán de los seis picos nevados del país, que se desvanecen debido al cambio climático. Es inminente y progresiva la pérdida de masa glaciar, según un informe presentado por el Ideam esta semana.
Luego de tener una cobertura de casi 350 kilómetros cuadrados (km²) de área glaciar para finales del siglo XIX, el país cuenta hoy con apenas 37 km², distribuidos en dos sierras nevadas (El Cocuy y Santa Marta) y cuatro volcanes nevados (Ruiz, Santa Isabel, Tolima y Huila). Parece definitiva e irremediable su extinción.
El caso más cercano es el del nevado de Santa Isabel, ubicado en el Parque Nacional Natural de los Nevados, que, según las proyecciones, desaparecería en 10 años. Su área se redujo un 37 por ciento entre 2016 y 2018, lo cual no se había registrado antes. Esto por su reducido tamaño, la baja altitud a la que se encuentra ubicado, las pocas precipitaciones de nieve y la ceniza volcánica sobre su superficie.
La situación del Santa Isabel no es muy distinta de la de los volcanes nevados Ruiz y Tolima, que incrementaron su tendencia de pérdida. La Sierra Nevada de Santa Marta, como se advirtió años atrás, también está en una situación agónica.
Más allá de la pérdida del enorme valor paisajístico de estos mantos de nieve, el país debe entender además que con su extinción se producen cambios en los sistemas de alta montaña. Aunque, en general, Colombia no se abastece del agua glaciar, como ocurre en Bolivia o Perú, estos picos nevados son parte del ciclo hidrológico y tienen una alta incidencia en el mantenimiento de ecosistemas como los bosques altoandinos y páramos, de los que sí depende gran parte del suministro nacional.
Urge fortalecer instituciones como el Ideam para que continúen con el monitoreo de estos gigantes blancos próximos a la extinción
Así mismo, hay que tener en cuenta que algunas comunidades rurales e indígenas sí se abastecen de los hilos de agua provenientes de la fusión glaciar y que deberán adaptarse a un paisaje sin nieve en pocos años.
El país necesita entender que los glaciares son mucho más que montañas con hielo. Al ubicarse en la zona tropical, nuestros nevados son claves para comprender lo que está sucediendo con el cambio climático, es decir, son un excelente laboratorio para construir conocimiento sobre los futuros escenarios. Urge fortalecer instituciones como el Ideam para que continúen con el monitoreo de estos gigantes blancos próximos a la extinción.
Colombia, uno de los países más vulnerables al cambio climático, enfrentará un aumento de la temperatura media del país de hasta 2,14 grados centígrados para finales de siglo, y se proyecta que, al menos en el 27 por ciento del territorio, disminuya la lluvia entre un 10 y un 30 por ciento. Aunque los cambios no serán uniformes en todas las regiones, la modificación de los regímenes de los tiempos seco y lluvioso, así como fenómenos de la Niña y el Niño más frecuentes e intensos, van a cambiar drásticamente la realidad nacional. Los glaciares muestran la faceta más evidente de esos efectos innegables y para los que es necesario adaptarse.
EDITORIAL