‘No soy un candidato pirotécnico, me gusta construir, no dividir’: David Luna

El exsenador y exministro David Luna, quien aspirará a la presidencia por firmas, habló con EL TIEMPO de su campaña. Está abierto a participar en una consulta interpartidista, pero descarta alianzas con los extremos.

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Estoy convencido de que Colombia está preparada para una renovación política y generacional. A quienes han gobernado en los últimos 30, 40 años, les expreso mi gratitud. Pero el país necesita nuevas ideas. Por esa razón, yo, que vengo del sector de la tecnología, del emprendimiento y la innovación, sé que muchos de los problemas que tenemos se podrían resolver si pensamos distinto, si utilizamos herramientas que nos permitan enfrentarlos. Dicho eso, no soy un candidato pirotécnico, soy una persona a la que le gusta construir, no dividir. Tengo claro que del disenso se puede llegar al consenso. No pienso posar aquí de alternativo ni de outsider. Lo que quiero es demostrar, con la hoja de vida, que busco empleo para servir como presidente, para que la gente vea que lo que estoy haciendo está basado en la experiencia y la ejecución.

Lo que le voy a decir se lo dice un cachaco: estoy convencido de que debemos desbogotanizar a Colombia. No solo para darles a las regiones la autonomía que merecen, sino para definir verdaderamente cómo evitar la duplicidad de funciones, porque eso lo único que genera es corrupción. La política hay que hacerla en todo el país. Yo, como ministro, viceministro y consejero presidencial, le he dado varias vueltas al país, pero desde enero arranqué una gira que ya ha pisado 14 departamentos. La receptividad ha sido muy buena. Estoy trabajando en el reconocimiento: no todo el mundo sabe quién es David Luna, qué ha hecho, cómo lo ha hecho. Me toca contarle a la gente que arranqué mi carrera pública como edil, en el primer paso de la democracia; que nunca he tenido un escándalo de corrupción y he istrado billones; que fui seleccionado el mejor ministro por Datexco y el mejor senador por Cifras y Conceptos. Pero, sobre todo, que tengo una forma de liderar distinta, que representa una renovación política y generacional que construye, no que confronta.

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Faltan 13 meses para las elecciones. Estoy convencido de que lo que estoy haciendo es lo correcto. Tengo método, conozco el país y sé cuáles son mis limitaciones. Hoy estoy marcando bajo en las encuestas, pero estoy marcando, con una posibilidad de crecer muy grande, y eso dependerá de qué tanta capacidad tenga para tocarle la puerta a cada colombiano. Esto va por buen camino, y lo que vamos a hacer es proponer temas distintos a los tradicionales.

Hay dos momentos. El más complejo: las crisis que va a recibir un presidente en 2026. La crisis económica, porque el Gobierno está gastando más de lo que recibe y se está endeudando más de lo permitido; la crisis energética, porque ya el gas dejó de producirse en Colombia y eso está impactando la factura; la crisis de salud y, por supuesto, la crisis de orden público. La seguridad está totalmente abandonada. Esas crisis hay que istrarlas con experiencia y claridad. Sobre eso, tengo recetas que pueden ser muy útiles para enfrentarlas.

Hay que pensar en la tecnología como habilitador para la generación de empleo. Por ejemplo, se puede imitar algo que hoy pasa en Floridablanca, Santander, donde con una intensidad horaria de 10 horas durante 12 meses se forman jóvenes con inglés básico para programar y desarrollar software contratado por Estados Unidos, India o Estonia, a razón de 150 dólares por hora. Eso es pensar distinto. Comprender que, si usted le inyecta tecnología e infraestructura a la altillanura, va a poder desarrollar agroindustria en Colombia. Es pensar distinto si se propone una economía E, del entretenimiento, donde la gastronomía, los contenidos digitales y la cultura, además de desarrollar talentos, tengan la capacidad de generar ingresos, de la mano de la economía del deporte y la educación.

Soy el candidato de la sensatez, el sentido común, de las soluciones reales. Por supuesto, me parece que la consulta es una herramienta democrática y necesaria para filtrar quiénes tienen más o menos capacidad. Yo arranqué a correr esta carrera de segundo; fui la segunda persona en tomar la decisión de lanzarme, entre otras, porque no me parece ético hacer campaña presidencial con sueldo de senador. Arranco esta carrera porque la voy a coger con firmeza, decisión, pasión, pero sin obsesión. Por eso, la consulta es una alternativa.

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Yo milito en el centroderecha. No voy a estar en una consulta de extremos. Vamos a ver qué pasa, si llega. Por ahora, quiero saber quiénes van a ser capaces de echarse al agua, de mojarse los pies. Ojalá muchos lo hagan. La gente en la calle dice: “Qué bueno que se lancen, pero hay que unirse”. Claro que hay que unirse. Pero los más interesados hoy, a 13 meses de la elección, en que haya un solo candidato son Petro y el Pacto Histórico, porque así tendrían un solo blanco al cual apuntar. Entre más opciones haya, más fácil será proteger la democracia colombiana.

Para enfrentar la crisis necesitamos recuperar la esperanza y la moral. Para ello hay que convocar a los mejores talentos. Es decir, hay que meterle meritocracia: personas capacitadas para gobernar, con experiencia en el ejercicio público, y talentos regionales de diferentes orígenes. Yo no denigro de la política ni de los buenos políticos. Hay buenos políticos en muchos partidos. Con ellos hay que construir y trabajar. Y con el Congreso, diálogo permanente, construcción colectiva de país. Recepción de todo tipo de herramientas que permitan entender los problemas. Pero con independencia y autonomía. El Ejecutivo es una cosa, el Congreso es otra. Voy a respetar profundamente las decisiones del Legislativo. Nunca los voy a llamar narcos ni nazis.

Definitivamente, lo primero es desamarrarle las manos y los pies a la Fuerza Pública: primero, para que se protejan; y segundo, para que protejan la propiedad civil. En segundo lugar, enfrentar la dramática crisis energética autorizando, de manera inmediata, la exploración de gas en Colombia, para reducir la factura y aprovechar nuestros propios recursos. En tercer lugar, apuntarle a una transición energética, pero como dice Bill Gates: no hay transición sin transmisión. Hay que terminar todos los proyectos de transmisión para conectar la energía eólica, solar, entre otras. Y, obviamente, pagar la deuda que se tiene con las distribuidoras para bajar las tarifas. En cuarto lugar, el tema de salud. Simplemente arrancaría utilizando la plata que está guardada en la Adres para pagar a quienes pueden distribuir medicamentos y entregar tratamientos. Por último, invitaría a un tinto el 8 de agosto a los expresidentes Uribe, Santos, Petro y los demás expresidentes, para pedirles que nos pongamos de acuerdo en sacar un tema mensual como país. Unirnos en un trabajo político conjunto que nos permita recuperar la confianza y evitar que se sigan yendo del país 1.200 personas diariamente.

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No hay ninguna posibilidad de hacer política –y mucho menos en Colombia– si en la casa no hay felicidad, acompañamiento y paz. Lauri, mi esposa; Julieta y Alejandro, mis hijos, y mis papás están absolutamente convencidos de que lo que estoy haciendo es lo correcto. Me apoyan, me sugieren, me critican. Pero todos me han visto crecer. Tengo 50 años, llevo 27 en el servicio público. Comencé en la junta barrial, fui edil, concejal, representante, perdí las elecciones a la alcaldía, fui viceministro, ministro, senador. Creo que uno en la vida adquiere experiencia, pero sobre todo algo que se llama mesura. He construido un estilo de liderazgo que me permite aportar.

Entre el día que renuncié y el 31 de mayo estoy viviendo básicamente con recursos propios, porque solo hasta esa fecha puedo comenzar a recibir donaciones. Ya he comenzado a pedirlas, a solicitarlas. Hay mucha gente que ha dicho que quiere adelantar el proceso de recolección de firmas, que tiene unas reglas y que será público, como lo he hecho siempre.

Espero estar el 5 o 7 de junio en la calle con un movimiento ciudadano que se llama Sí Hay un Camino. Creo que sí hay un camino para recuperar la esperanza y la moral de este país, pero sobre todo para hacer política sin necesidad de insultos, gritos y shows. Hay que meterle mucha capacidad de construir. Me preguntan mucho por líderes políticos. ¿Sabe cuál es la respuesta? En Colombia se cree que porque usted trabajó con alguien, le pertenece a ese alguien. Trabajé con Enrique Peñalosa, Rafael Pardo, fui viceministro y ministro del presidente Santos, trabajé con Germán Vargas. En una ocasión, en la primera, voté por Álvaro Uribe. Pero ellos son ellos, y yo soy yo. Soy David Luna, no le pertenezco a nadie.

MATEO GARCÍA 

Subeditor de Política