El cerebro necesita de oxigeno para procesar la glucosa, ya que esta es su principal fuente de energía. Si de alguna manera se suspende el suministro de oxígeno la persona perderá la consciencia y comenzará a tener lo que se conoce como hipoxia.
En caso de que esto no sea tratado a tiempo la persona puede tener consecuencias graves.
La hipoxia cerebral puede ser causada por distintos factores como: Inhalar humo durante un incendio, intoxicación con monóxido de carbono, asfixia, enfermedades que impiden el movimiento (parálisis), esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y sofocamiento.
Otras causas más graves de esta enfermedad pueden ser: paro cardíaco, arritmia cardíaca, complicaciones de anestesia general, ahogamiento, sobredosis de drogas, accidente cerebrovascular y presión arterial muy baja.
Una persona puede padecer hipoxia cerebral de manera leve o grave, los síntomas más comunes en cada una son:
Hipoxia leve: dificultades de concentración, atención, coordinación y memoria a corto plazo. Otros de los síntomas pueden ser dolor de cabeza, aturdimiento, mareos, aumento de la frecuencia respiratoria, hormigueo y sudoración.
Hipoxia grave: a medida que esta enfermedad se va prolongando puede causar confusión, agitación, somnolencia, tono azul en zonas como labios boca y yema de los dedos.
¿Cómo se detecta?
La hipoxia cerebral se puede determinan dentro de una serie de exámenes, que pueden ser indicados por su médico, entre los que se destacan: angiografía del cerebro, pruebas de sangre, tomografías, ecocardiografía, eletrocardiografía, electroencefalografía y resonancia.
La hipoxia cerebral requiere tratamientos de emergencia, cuanto antes se restablezca el suministro de oxígeno al cerebro, más bajo será el riesgo de daño cerebral grave y de muerte.
La persona con esta condición puede necesitar: asistencia respiratoria (ventilación mecánica) y oxígeno, controlar el ritmo y la frecuencia cardíaca, entre otros.
Más noticias:
Pamela Avendaño
REDACCIÓN TENDENCIAS