Si usted hace parte del grupo de personas que escribe, lee y comparte
frases y mensajes inspiradores a través de las redes sociales o en forma privada a sus familiares y amigos, alégrese y celebre, pues la ciencia acaba de establecer que está haciendo lo correcto.
De acuerdo con una investigación publicada en el Europe’s Journal of Psychology, leer y reflexionar sobre ese tipo de mensajes tiene un efecto positivo en las personas, especialmente cuando están por afrontar retos complicados o situaciones que desean superar.
Sin saberlo, Diana Ospina lleva años aplicando esa metodología. Todas las mañanas, cuando baja al primer piso de su casa, se encuentra de frente con el mismo mensaje ubicado en una pared: “Sé amable. Trabaja duro. Mantente humilde. Sonríe a menudo. Nunca dejes de aprender. Ama mucho”, dice el retablo alargado que en letras de buen tamaño y colores también es leído por sus dos hijos adolescentes y su esposo.
“Tengo la costumbre de poner frases en los escritorios, los baños y las zonas sociales de la casa. La idea fue siempre que no tuvieran que escuchar mi voz dándoles un mensaje, porque tal vez no me pondrían atención o les parecería tonto. Con las gráficas a color el mensaje se repite cada vez que lo leen”, dice esta arquitecta.
La investigación de la pedagoga Laura López y el psicólogo Jesús Alcoba, ambos españoles, le da piso científico a esta práctica a la que hoy estamos tan expuestos, en redes sociales como Facebook e Instagram, en donde hay páginas dedicadas a difundirlas, pero también en grafitis, vallas, camisetas y agendas, e incluso en YouTube, en donde hay personas que dan charlas basadas en esta filosofía.
Para Alcoba, todo reside en el poder que tienen las palabras que decimos y que nos decimos a nosotros mismos y que pueden tener un efecto positivo o negativo en nuestro accionar, según dice en el diario El País de España.
La psicóloga María Elena López cree que “las frases inspiradoras tienen alcances y limitaciones”. Su impacto está en que atienden momentos emocionales y, por ejemplo, dan fortaleza, infunden optimismo y se perciben como una manera positiva de orientarse a un objetivo o generar un estado de bienestar. “Todo eso hace parte de una dimensión del comportamiento que es muy importante y es la motivación, que actúa como un combustible del comportamiento”.
¿Qué dice el estudio?
La citada investigación trabajó con un grupo de personas que fueron divididas en dos subgrupos a quienes se les impuso un mismo reto. Al primer grupo se le dejó elegir frases motivadoras para leer, mientras que al segundo se le asignaron frases neutras que también se les leyeron.
Ante el reto, el primer grupo tuvo un desempeño superior y aguantó sin rendirse un 46 por ciento más de tiempo. Enseguida se les expuso a un nuevo reto casi imposible de cumplir. El primer grupo nuevamente resistió un 35 por ciento de tiempo más antes de desistir, lo que llevó a los investigadores a concluir que “las frases inspiradoras no solo te ponen las pilas, sino que también las recargan”, según el citado diario.
Las frases inspiradoras no solo te ponen las pilas, sino que también las recargan
En su práctica profesional, la psicóloga López frecuentemente oye hablar del tema. “La gente reporta que estas frases les dan fuerza y claridad para llegar a un objetivo. Una adolescente, por ejemplo, me decía que se sentía bien al pensar que quien escribió la frase pasó por lo mismo que ella”.
Explica que los mensajes positivos son más efectivos cuando las personas los adaptan a su propia realidad y los convierten en acciones concretas. Dice que algunas frases calan y son adoptadas como un eslogan que representa sus objetivos, es entonces cuando ayudan a reforzar metas y a luchar por ellas.
También ha notado que “las personas tienen algunas frases que repiten o leen constantemente y la repetición es un principio de aprendizaje. Esto contribuye a que se vaya interiorizando y haciendo parte del repertorio de pensamientos, emociones y comportamientos”.
Ayúdate que yo te ayudaré
Las frases inspiradoras y su efecto positivo están enmarcadas dentro de un enfoque llamado PNL (Programación Neurolingüística) cuyas premisas están fundamentadas en comprobar el poder de la palabra para crear realidades y orientar a logros en la vida cotidiana.
Al respecto, la neuropsicóloga Viviana Restrepo explica que, si bien las frases positivas pueden generar un impacto en el cerebro y el comportamiento, solamente lo logran si las personas se las creen, o sea si en realidad parten de su propio cerebro. “Solo así podrían generar modificaciones o cambios en la conducta y el estado de ánimo”.
Señala que, por ejemplo, cuando una persona dice “yo sí puedo pasar el examen”, eso no quiere decir que solo por manifestarlo verbalmente o leerlo en una frase lo vaya a pasar. Es decir, no es posible que mágicamente el cerebro de esa persona sea capaz de adquirir todos los conocimientos para resolver el examen. Obviamente para pasarlo debe haber estudiado o tener un sistema de competencias, así como creer en las competencias adquiridas.
“Cuando creo en las competencias que he adquirido, significa que soy capaz de elaborar pensamientos y expresiones positivas y que soy capaz de confiar más fácilmente en mis capacidades”, dice Restrepo.
En realidad, reitera, las expresiones positivas son efectivas en personas que de por sí ya son positivas y que tienen un buen sistema de resiliencia. “Es decir, en personas que su cerebro como tal tiene la capacidad de desarrollar expresiones positivas y por ende su conducta tiende a ser positiva o favorable para su vida”.
Las expresiones positivas son efectivas en personas que de por sí ya son positivas y que tienen un buen sistema de resiliencia
Diana Ospina, por ejemplo, sabe que además de poner mensajes en su casa debe enseñar con el ejemplo y estar disponible siempre para charlar con sus hijos. “Tengo claro que no basta con las frases y las palabras bonitas, sino que ellas son parte de un proceso de educación y empoderamiento que aplico con mis hijos desde que son pequeños”, señala.
La psicóloga López está de acuerdo y aclara que los cambios reales, las decisiones importantes y el enfoque profundo con el que se asume la vida, va más allá. “Es la suma de factores que se interrelacionan de manera dinámica y contextual, uno de ellos el lenguaje, que es una dimensión muy poderosa que define las relaciones humanas y el curso de la vida de las personas”, explica.
Otro aspecto que ha jugado en contra de esta teoría es paradójicamente su popularidad. Y es que la aparición permanente y por tantos canales de este tipo de frases y mensajes puede generar no solo saturación, sino que la gente deje de darles valor y empiecen a parecer ‘paisaje’ o simplemente frases de cajón.
Pero si usted está en un momento de su vida en el que quiere acompañarse de una o varias frases que le ayuden a sentirse más fuerte o preparado, pues adelante: elija sus frases preferidas, léalas frecuentemente, péguelas en sitios visibles, repítalas y créalas, porque, como dice una de ellas, ¡hoy puede ser un gran día!
¿Por qué ayudan las palabras?
- Su impacto está en que apelan a las emociones.
- Motivan un cambio. En general, las frases son cortas y muchas contundentes y en ese sentido impulsa a emprender acciones y tomar decisiones.
- Amplían el espectro de posibilidades frente a una situación específica.
- Actúan como un estímulo y afianzan las ideas o conceptos que las personas tienen.
- La persuasión y la convicción son procesos mentales y los mensajes positivos ayudan, sobre todo los claros y contundentes.
- Tenga en cuenta que si bien no hacen daño, no son milagrosas. Y las cosas que pases o no en su vida dependen de sus decisiones y acciones.
Tatiana Munévar
Especial para EL TIEMPO