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Entrevista
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¿Las personas que padecen cáncer deben hacer ejercicio? Sí, y esto es lo que deben tener en cuenta
Entre las ventajas del ejercicio oncológico está que se aminoran los efectos secundarios de los tratamientos.
El ejercicio mientras se padece cáncer debe ser asesorado por un experto. Foto: iStock
El ejercicio físico no solo ayuda a prevenir el cáncer, sino que también, cuando se padece de esta enfermedad, ayuda a mejorar la calidad de vida del paciente oncológico. Según explica Giovanni Echeverri, director de Oncofit, una organización que promueve el ejercicio oncológico, el ejercicio físico en pacientes con cáncer mejora la salud de los pacientes y aminora los efectos secundarios de los tratamientos.
De acuerdo con él, aunque el diagnóstico de cáncer significa una caída emocional y física para el paciente, hay diferentes formas de minimizar ambos impactos, entre ellos, el ejercicio guiado y hecho según el padecimiento que se tenga.
En entrevista con EL TIEMPO, Echeverri destaca las ventajas de realizar ejercicios y da pautas a la hora de desarrollarlos, sobre todo señalando que siempre se requiere de la asesoría de un experto en estos temas.
Mujeres con cáncer ejercitandose bajo la dirección de Giovanni Echeverri. Foto:@oncofitcolombia
¿Por qué las personas con cáncer deben seguir haciendo ejercicio?
Está científicamente demostrado que el ejercicio físico con una correcta prescripción, puede realizarse sin riesgo durante los tratamientos oncológicos por ejemplo: quimioterapia, radioterapia, terapia hormonal, entre otros. Los efectos globales que este tipo de ejercicio tienen sobre el organismo mejoran la calidad de vida de los pacientes durante los tratamientos y aminoran los efectos secundarios de los mismos.
¿Cambian los tipos de ejercicio dependiendo del tipo de cáncer que se padece?
En el ejercicio oncológico no hay generalidades, partimos siempre de individuales, es decir la prescripción del entrenamiento cambia no solo con el tipo de diagnóstico o de cáncer, también lo hace dependiendo del tratamiento, los efectos secundarios de los mismos y de las características físicas del paciente.
¿En qué ayuda el ejercicio físico a las personas que padecen de algún tipo de cáncer?
El ejercicio físico moderado en pacientes oncológicos, mejora la recuperación gracias al descenso de los niveles de insulina y a la mejor circulación de las células inmunológicas en la sangre. Además, reduce el riesgo de incidencia y mejora la sensación de bienestar general también reduce la fatiga y mejora los niveles de energía, mejora la calidad del sueño, evita el estreñimiento, fortalece los músculos, reduce el dolor y mejora el rango de los movimientos.
Giovanni Echeverri con sus pacientes Foto:@oncofitcolombia
¿Qué factores deben tener en cuenta quienes realizan actividad física mientras luchan contra un cáncer?
El entrenamiento empieza con la determinación mental y emocional de entender que el cáncer es una condición que es limitante, más no es una condición incapacitante... La primera invitación es que los pacientes hagan lo posible para estar activos y no dejar sus actividades físicas cotidianas. La alimentación juega un papel clave en el sostenimiento del peso y la masa muscular.
Es necesario acompañar todos los tratamientos con la asesoría y la supervisión de un nutricionista, el cual nos da opciones que se acomoden en cada etapa del tratamiento y del entrenamiento físico.
Hay que ser conscientes que no todos los días siempre son buenos y que de alguna forma vamos a sentir más energía unos días que otros. La clave es aprovechar los días que tengamos energía y disposición física para tratar de movernos más.
Los ejercicios isométricos son una buena opción para estimular nuestra masa muscular y el caminar con una frecuencia de 2 a 4 días a la semana con un mínimo de 20 minutos es el ejercicio más recomendado para mantener una buena salud cardiovascular.
Es preciso ajustar la intensidad, duración, frecuencia semanal y tipos de ejercicios al estado físico actual del paciente.
El cáncer es una enfermedad que nos sigue enseñando cada día en todos los hábitos, lo más importante es no asociarla con la muerte ya que gracias a los avances científicos que tenemos y a la eficiencia de nuestros sistemas de salud tenemos la oportunidad de tratarla y curarla.
Lo otro es reforzar más a fondo la salud preventiva, hacer ejercicio de 3 a 4 veces a la semana con un mínimo de intensidad de 30 minutos. Ser conscientes de la responsabilidad con nuestra salud nutricional. no caer en los excesos y menos normalizarlos en nuestra vida.