Hoy parece impensable, pero hace cuatro décadas las mujeres en Colombia necesitaban el permiso de su pareja para hacerse una cirugía con el fin de no tener hijos. Hace 24 años, en el país era imposible conseguir una píldora del día después, el método de anticoncepción de emergencia más conocido. Y hace apenas 17 años las mujeres podían ser judicializadas si abortaban aun cuando su vida estuviese en riesgo, hubiesen sido víctimas de abuso sexual o existiesen malformaciones en el feto.
Todos esos derechos seguirían siendo vulnerados si no fuera por las incansables luchas que dieron figuras como María Isabel Plata, un referente de la salud sexual y reproductiva en Colombia que cumple un mes de fallecida el próximo 16 de octubre.
Fue directora de Profamilia durante 17 años, cofundó la Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres (determinante para los debates sobre el aborto), ayudó a diseñar instrumentos que permitieron medir y visibilizar la violencia de género e impulsó cambios sustanciales en las prácticas médicas en Colombia.
Plata murió en la madrugada del 16 de septiembre, a los 71 años, y dejó a su paso un legado fundamental para la historia sanitaria, feminista, política y jurídica del país.
“María Isabel cambió para bien la vida de millones de mujeres y hombres de este país. En especial, la de las jóvenes”, dice Germán López, quien dirigió el programa jurídico en Profamilia y trabajó con Plata desde los años 80.
Antes de convertirse en la mentora de los derechos sexuales y reproductivos, Plata estudió Jurisprudencia en la Universidad del Rosario durante los años 70, cuando las facultades estaban repletas de hombres.
Después, en 1985, se vinculó de lleno a Profamilia, donde fundó una oficina jurídica que fue un hito porque ofrecía asesoría con enfoque de género en una época en que la violencia intrafamiliar era una práctica tan frecuente como invisibilizada.
“Se iban a los barrios en Bogotá para capacitar a las mujeres sobre sus derechos, no solamente a nivel de anticoncepción, sino también de violencia”, explica Marcela Sánchez, la actual directora de Colombia Diversa, quien estuvo al frente de la oficina asesora de género de Profamilia en el año 2000.
Sánchez recuerda que en el país, antes de los 90, la violencia de género no era castigada con suficiente rigor por la ley, lo cual les ponía un reto enorme a los abogados que debían defender a mujeres víctimas de maltrato.
Pero en Profamilia encontraron algo que Sánchez calificó como una estrategia “jurídicamente novedosa”. En 1985, el país había promulgado una ley en la cual se comprometía a cumplir la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (Cedaw), que fue adoptada por la Asamblea General de la ONU en 1979.
A partir de ese precedente, las abogadas de Profamilia “iban con los casos a los juzgados y allá los jueces les decían: ‘Eso no es un delito en Colombia’, pero ellas les decían que sí, que debían aplicar la convención”, explica.
Ese no fue, sin embargo, el único frente de batalla que abrió Plata contra la violencia de género durante sus primeros años de carrera. Una de sus preocupaciones era tomarles el pulso a las agresiones que sufrían las mujeres en sus hogares.
“María Isabel cambió para bien la vida
de millones de mujeres y hombres de este país. En especial, la de
las jóvenes”.
Germán López recuerda que a finales de los 80 la exdirectora de Profamilia trabajó con comunidades del Magdalena Medio y Bajo. Allí notó de primera mano los vejámenes que sufrían las mujeres.
“Ella dijo que teníamos que meter ese tema de la violencia en la Encuesta de Demografía y Salud (un instrumento que usa el Estado colombiano para palpar la situación sanitaria del país). Era la única forma de que el país se diera cuenta de cómo estaba ese asunto, en qué partes es más fuerte y cuáles eran las formas de violencia que los hombres y los grupos armados ejercían sobre las mujeres”, anota López.
Para materializar la idea, Plata constituyó un comité técnico con profesionales de distintas ramas para incluir las preguntas en la encuesta, algo que implicaba unos costos altísimos debido a la envergadura de la medición.
Los hallazgos fueron dolorosos. “Las dos terceras partes de las entrevistadas itieron tener peleas con los cónyuges y una tercera parte declararon sufrir insultos. Una de cada cinco mujeres recibió golpizas de sus maridos”, rezaba la publicación, que vio la luz en 1990 y se volvió un insumo para investigadores y tomadores de decisiones.
Cada vez más libres
Las personas que conocieron a Plata en sus primeros años en Profamilia también recuerdan que fue una de las primeras en criticar una práctica médica que se implementaba con las pacientes que querían someterse a cirugías de esterilización. A finales de los 80 y principios de los 90 las mujeres aún debían pedirles permiso a sus maridos antes de someterse a esos procedimientos.
María Cristina Calderón, quien fue directora jurídica de Profamilia y una de las mejores amigas de Plata, advierte que si bien los profesionales de salud solicitaban este consentimiento a las parejas de las mujeres, no había ninguna norma que lo reglamentara.
“Era una práctica para que las mujeres no pudieran tomar decisiones solas, sino que necesitaran el consentimiento de su pareja. Pero para la vasectomía nunca se pidió el permiso de las mujeres”, dice Calderón.
A las mujeres tampoco les permitían acceder a cirugías de esterilización si no tenían cierta cantidad de hijos. “Eran unas restricciones inventadas, porque no estaban en ninguna norma”, añade Calderón.
Lo que hicieron, entonces, fue asesorar a los profesionales de la salud que practicaban las cirugías y establecer nuevos formatos para que las mujeres pudieran firmar los formularios por sí mismas, no importaba si tenían pareja o hijos. Pronto, pedir el consentimiento de los esposos dejó de ser una práctica frecuente y más tarde pasó a ser inconcebible.
“Se iban
a los barrios
en Bogotá
para capacitar a las mujeres sobre sus derechos, no solamente a nivel de anticoncepción, sino también de violencia”.
Una de las facetas más fascinantes de Plata era la de estratega. Tenía la prudencia de una buena jugadora de póker. Sabía guardar silencio cuando era necesario, pero tenía claro que había ocasiones en las cuales había que actuar con agilidad y firmeza.
Uno de esos momentos fue a comienzos de siglo. Plata lideró una apuesta que despertó molestia en algunos sectores de la sociedad: logró, junto a un amplio equipo de profesionales de distintas áreas, que Profamilia importara la píldora del día después, el método de anticoncepción de emergencia más popular.
“Fue muy inteligente para abordar ese tema”, dice López. Y asegura que la intención de ella no era traerla a Colombia como un mero producto comercial, sino mostrarle al país que se trataba de una herramienta para acceder a un derecho.
“Eso fue un gran boroló”, dice al respecto Sánchez, quien recuerda que desde la oficina jurídica de Profamilia dieron una batalla feroz para que el medicamento pudiera venderse adecuadamente en Colombia.
Incluso hubo una tutela que llegó a la Corte Suprema de Justicia en 2004, la cual buscaba prohibir la venta de ese producto. El recurso jurídico fue interpuesto contra el entonces Ministerio de la Protección Social, la Vicepresidencia de la República, el Invima y, claro, contra Profamilia.
Pero el alto tribunal confirmó que la tutela era improcedente, pues no consideraba que fuese el mecanismo adecuado para proteger el derecho de los fetos, que era uno de los argumentos del demandante.
La mesa y el aborto
“Si yo pudiera, declararía un día nacional de María Isabel Plata”, dice Claudia Gómez, una de las mujeres que ayudaron a cimentar las bases de la demanda que en 2006 consiguió la despenalización del aborto en Colombia bajo tres causales.
Gómez recuerda que la flexibilización de las normas sobre el aborto en un principio se abordó en el Congreso de la República. Pero aun los legisladores más liberales temían aprobar proyectos de ley de este tipo por el costo político que podrían asumir.
La estrategia debía cambiar. Así lo concluyeron las integrantes de la Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres, un colectivo feminista que fue cofundado en los 90 por María Isabel Plata y mujeres como Ana Cristina González, Florence Thomas, Cristina Villarreal, Beatriz Quintero y Ximena Castilla.
“Yo era feminista y tenía relación con distintos grupos de mujeres, pero María Isabel me abrió el espacio para que articuláramos el trabajo que hacíamos en Profamilia con los movimientos”, cuenta González, quien más tarde también lideraría el movimiento Causa Justa, que en 2022 consiguió la despenalización del aborto hasta los seis meses de gestación.
Profamilia, señala, también prestó sus instalaciones para que las integrantes de la Mesa se reunieran y discutieran sobre las estrategias de despenalización del aborto. El camino, sin embargo, fue mucho más difícil de lo que esperaban.
De otro lado, Claudia Gómez recuerda que la Corte Constitucional emitió un fallo inhibitorio –que puso fin a una etapa procesal, pero no decidía de fondo el asunto– sobre una demanda inicial que pretendía despenalizar el aborto en diciembre de 2005.
Fue un tropiezo doloroso para el movimiento feminista del país. “Recuerdo que yo estaba muy molesta. Estábamos en la casa de Florence Thomas. Todas muy molestas. De pronto, María Isabel dijo: ‘Bueno, ya, no vamos a llorar más. ‘¿Qué vamos a hacer?’ ”, relata Gómez.
Entonces se repartieron tareas, replantearon la demanda y volvieron a presentársela a la Corte.
La historia dice que les dieron la razón en 2006, que desde entonces miles de mujeres abortaron sin ser perseguidas y que ese derecho se amplió aún más en 2022, cuando las causales dejaron de importar para los abortos que se practicaban antes del sexto mes de embarazo. La historia también dirá que María Isabel Plata sembró en Colombia un puñado de revoluciones que facilitaron el a derechos que, hoy lo sabemos, son fundamentales.
SEBASTIÁN RAMÍREZ TORRES
REDACCIÓN IMPRESO
EN X: @Denocheunpajaro