Las fantasías: dulces escenarios donde se gesta el deseo y se desenvuelven las pasiones. Todos las han experimentado y mucho se habla y se estudia sobre estos relatos que teje la mente, con la única intención de conducir las relaciones sexuales al cénit del placer.
Parece curioso que, a pesar de ser tan comunes, las fantasías susciten tantos cuestionamientos y que su origen sea casi tan insondable como la mente. Sin embargo, se trata de ensoñaciones naturales y, de acuerdo con un estudio de la Universidad de Granada (UGR), casi el cien por ciento de hombres y mujeres han experimentado alguna fantasía sexual de modo placentero y agradable a lo largo de su vida.
Esta investigación señala que no parecen existir diferencias significativas entre las fantasías que experimentan habitualmente los hombres y las mujeres. En ambos casos se determinó que estas representaciones atienden imaginarios similares y que, a la larga, resultan ser en extremo beneficiosas para la salud sexual, dado que activan los receptores del placer del cerebro y estimulan el deseo.
Claramente, la investigación documentó algunas diferencias mínimas con respecto al tipo de narrativas que hilaban los participantes, dependiendo de si se trataba de hombres o mujeres –en este caso, heterosexuales–.
Así, por ejemplo, ellas suelen experimentar con mayor frecuencia que los hombres fantasías de tipo íntimo y romántico, teniendo estos pensamientos aproximadamente algunas veces al mes. Por otro lado, los hombres piensan con mayor frecuencia que las mujeres en actividades exploratorias relacionadas con la búsqueda de nuevas sensaciones y aventuras.
Si bien estos estudios pueden ser interesantes y aportar al entendimiento sobre el imaginario sexual, son meramente exploratorios y debe quedar claro que ninguna persona puede reducir la creatividad de este campo asociado al placer a clasificaciones y especificaciones de ningún tipo.
Cada quien las crea y experimenta en su propia particularidad y están completamente libres de significados ocultos. Estos escenarios de la mente no son buenos ni malos, solo son. Toda fantasía responde a un impulso sano, natural e individual que no necesariamente se quiere vivir o recrear en la realidad.
Es más, gran parte del encanto que tienen las fantasías sexuales deriva, precisamente, de que ocurren en la mente y, por lo tanto, se pueden llevar a cabo sin dolor, miedo o remordimientos. Hasta luego.
ESTHER BALAC
Para EL TIEMPO
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