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Los secretos del hombre que manejó el grupo antisecuestro del DAS

Humberto Velásquez narra cómo las Farc compraban secuestrados a policías corruptos.

Humberto Velásquez Ardila manejó durante 12 años el grupo antisecuestro del DAS.

Humberto Velásquez Ardila manejó durante 12 años el grupo antisecuestro del DAS. Foto: Archivo particular

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Experto internacional en negociación de rehenes, testigo de la JEP en el caso 01 sobre los atroces secuestros ejecutados por las Farc, partícipe en 220 liberaciones y compañero de 25 investigadores desaparecidos.
Este es parte del currículum de Humberto Velásquez Ardila, quien durante 12 años fue jefe del grupo antisecuestro del DAS, institución en donde trabajó más de dos décadas.
Hizo parte de investigaciones claves, como la que desencadenó el secuestro del japonés Chikao Muramatsu (por el que las Farc pidieron 25 millones de dólares) o el plagio de políticos, uniformados de todos los rangos, finqueros anónimos y del sueco Eric Ronald Larsson, liberado en 2007, del que aún tiene noticias.
Velásquez, actual funcionario de Migración Colombia, habló con EL TIEMPO sobre ese oscuro capítulo que le correspondió vivir y combatir, y que recogió en su libro Secuestro: historias que el país no conoció de Cangrejo Editores.
¿Por qué decidió destapar episodios inéditos de casos de secuestro?
Para visibilizar la trasescena de investigaciones y del trabajo hecho por años por soldados y policías. El público solo ve unos cuantos segundos de un operativo en el se llega a tumbar una puerta y a veces termina en rescate o en muerte.
Pero en algunos casos hay intereses de Estado de por medio, familias que sufren, secuestrados e investigadores que jamás regresan. El país debe saberlo. Y la otra motivación es mostrar el rol que cumplió el DAS en este capítulo. Quiero mostrar que fue más que chuzadas y seguimientos no autorizados.
Hoy en día, en la zona del edificio contra el que se perpetró el atentado en 1989 funciona una sede de la Fiscalía General de la Nación.

Hoy en día, en la zona del edificio contra el que se perpetró el atentado en 1989 funciona una sede de la Fiscalía General de la Nación. Foto:Manuel Alzate

Colombia llegó a tener 10 secuestros cada 24 horas. ¿Cómo termina un país en ese nivel de degradación?
El secuestro se convirtió en el segundo renglón de financiación de grupos armados como las Farc y el Eln. Ver que otra persona lograba un dinero relativamente fácil e ilegal hizo que mucha gente –como expolicías, policías activos o familiares, incluso– encontrara una fuente de recursos. Además, la guerrilla ha usado el secuestro como una forma de someter a una región o a una población.
¿A manera de extorsión a un país? ¿Como los secuestros del cartel de Medellín, que buscaban frenar la extradición y obtener privilegios?
Sí, yo llegué al DAS en 1990. Ahí se marca la diferencia: el país conoció la presión que podían ejercer a través de una persona secuestrada ante autoridades. El grupo Muerte a Secuestradores (MAS) surge con el secuestro de Marta Nieves Ochoa, hermana de los Ochoa. Luego, la guerrilla terminó replicando ese modelo de secuestros. Las Farc buscaba pasar de una guerra de guerrillas a ser un actor armado reconocido y ganar notoriedad. Empezaron a atacar bases militares, a llevarse a soldados y policías y, con eso, negociar con el alto nivel de gobierno.
La primera liberación grande fue en el gobierno de Ernesto Samper, en Las Delicias (Putumayo). Luego, convirtieron el secuestro en la segunda fuente de ingresos, después del narcotráfico. Nosotros manejamos secuestros grandes, como el del empresario japonés Chikao Muramatsu, por el que las Farc pedían 25 millones de dólares en 2001.
Velásquez, actual funcionario de Migración Colombia, habló con EL TIEMPO sobre ese oscuro capítulo que le correspondió vivir y combatir, y que recogió en su libro Secuestro: historias que el país no conoció.

Velásquez, actual funcionario de Migración Colombia, habló con EL TIEMPO sobre ese oscuro capítulo que le correspondió vivir y combatir, y que recogió en su libro Secuestro: historias que el país no conoció. Foto:El Cangrejo Editores

¿En ese secuestro apareció la banda de ‘los Calvos’?
En ese caso se dio una división de tareas. La banda de ‘Los Calvos’ (policías corruptos activos) hacía inteligencia, les planteaban el negocio a sus os guerrilleros y ejecutaban secuestros como el de Chikao. Vieron que era una persona relativamente vulnerable y lo secuestraron en una calle de Bogotá.
El Gobierno de Japón y el de Colombia buscaban que saliera con vida, abrimos varios grupos de trabajo y se iniciaron acercamientos en busca de algún tipo de acuerdo.
Mientras tanto, el Gaula inició la investigación, rastreó teléfonos y radios de alta frecuencia, con claves que enviaban os de las Farc. Esos radios se tenían que adquirir en los 'sanandresitos' de Bogotá y se tenía que buscar un sitio para operarlo. Ahora, todo es por celular.
Jimmy Mejía se desplazaba por el municipio de San pedro cuando fue detenido en un falso retén.

Jimmy Mejía se desplazaba por el municipio de San pedro cuando fue detenido en un falso retén. Foto:Procaña


¿Qué ocurrió en el caso de Chikao?
Él pasó por varios cabecillas. El principal fue Wilmar Antonio Marín Cano, que está actualmente preso. Él lo recibió y entregó a mandos medios: a alias Jeremías. En esa época empezó la expansión de la guerrilla en Cundinamarca, con cabecillas antiguos.
Algunos se dieron de baja en la operación 'Libertad 1 y 2'. Al parecer, se efectuaron movimientos de importantes sumas de dinero que grupos de delincuentes se robaron y eso llevó a que se rompieran las negociaciones.
Cuando se reanudaron, después de algunos meses, a través de un o en la cárcel La Picota, las Farc ya estaban desmanteladas y golpeadas. Todo indica que se sintieron amenazadas, detectaron una patrulla cercana y procedieron a asesinar a Chikao con una ráfaga de fusil.
¿Ese fue el caso de mayor impacto que manejaron en el DAS?
Por el despliegue e inteligencia usadas, sí, pero también recuerdo el del sueco Roland Larsson, secuestrado por un frente de las Farc en Tierralta (Córdoba), donde tenía una finca. Fue uno de los ingenieros que ayudaron a construir la hidroeléctrica de Urrá.
El Gobierno sueco estuvo, a través de su embajadora, encima del caso, luchó mucho por él (...). Se hizo un proceso de negociación que lo adelantó la familia a través de un mediador de nacionalidad sueca (les pedían 5 millones de dólares). Pero siempre tuvimos como objetivo rescatarlo con vida.
¿Lo liberaron o entregaron?
Ubicamos a la novia del último cabecilla que lo ocultaba. Ella nos dijo que estaba vivo, pero muy enfermo. En cautiverio sufrió un accidente cardiovascular que le dejó paralizado la mitad de su cuerpo.
Pero la guerrilla lo cargaba en hamacas, en lo que fuera para sacar el dinero del rescate. Logramos que nos dieran una prueba de supervivencia, un video en el que el mundo vio cómo estaba Roland.
En diciembre de ese año, nos fuimos a la represa con soldados y un sacerdote, que subió con la novia del cabecilla. Pero no lo entregaron. Finalmente, convencimos a uno de los cabecillas de que lo bajara hasta el río.
Hicimos una especie de paquete chileno en uno de los retenes de las Farc y se les dijo que ya se había hecho el pago. El cabecilla y su novia lo movieron en lancha y ahí entramos nosotros.
Sé que compró una casa en la parte más nórdica, y que ya puede caminar con bastón. Vive contento y tranquilo. Los casos en los que el secuestrado sale con vida se recuerdan como un triunfo moral y personal.
¿Cree que, como dicen, las Farc estuvieron cerca de ingresar a Bogotá, antes de que se desplegara la llamada política de seguridad?
Es una opinión personal, pero considero que sí. Si no se da ese quiebre en la confrontación, hubieran ingresado a Bogotá para dar una muestra de poder y la negociación hubiera sido diferente a la que conocemos. Llegaron a hostigar La Calera, San Juan de Sumapaz, Usme, Fusa, Chinauta...
Además de las Farc, ¿quiénes han sido los grandes secuestradores en Colombia?
Definitivamente, la ‘industria del secuestro’ era manejada por las Farc, con cerca de un 80 por ciento de todos los casos. Luego, el Eln, que además extorsiona y vuela el oleoducto.
En tercer lugar, la delincuencia común y reductos del Epl en el Catatumbo y el Eje Cafetero. Uno de esos frentes tuvo secuestrados al hijo de Óscar Tulio Lizcano y a gerentes de hospitales... un grupo sanguinario.
Definitivamente, la ‘industria del secuestro’ era manejada por las Farc, con cerca de un 80 por ciento de todos los casos
Hay una célula que sigue vigente: ‘los Magníficos’. Policías corruptos que hacen un gran secuestro cada 2 o 3 años. ¿Qué sabe?
Ese grupo era muy nombrado. Se decía que tenían una organización muy bien constituida, con personas de la Fuerza Pública. El esfuerzo mayor contra ese grupo lo hizo el propio Gaula de la Policía.
Lo difícil de combatirlo es que realizan un secuestro de mucho dinero y se esconden durante algún tiempo. Es difícil lograr determinar quiénes lo integran. Incluso hay relevos: salen los padres y quedan los hijos al mando.
General retirado Miguel Maza Márquez.

General retirado Miguel Maza Márquez. Foto:Archivo EL TIEMPO

A pesar de las violaciones a los DD. HH., los escándalos y su cierre, ¿usted insiste en que la historia ha sido injusta con el DAS y con el rol que cumplió?
Totalmente. En sus orígenes tuvo épocas muy gloriosas. En los Llanos Orientales, Casanare y Arauca eran los únicos que llegaban a determinadas zonas y pueblos. Tenían una presencia grande y eran de total confianza de la gente. A nivel urbano, el DAS fue el que inició la lucha antisecuestro.
Pero ¿se autodestruyó con alianzas con ‘paras’ y seguimientos ilegales a magistrados y periodistas, entre otras ilegalidades?
Hay unas condenas que en un Estado de derecho se tienen que respetar, como la de Jorge Noguera y Miguel Maza Márquez. Pero el DAS era una institución de 7.200 hombres y quizá fueron investigados alrededor de 100, que generaron un impacto muy grande en el interior de la institución y del país.
La capacidad que tenía el DAS fue, quizá, mal orientada en esos aspectos, pero en la parte misional y operativa siempre mantuvimos un norte muy claro en la defensa y respeto a los derechos humanos.
El DAS les salvó la vida a muchos líderes, como en el atentado que le hicieron a Aida Avella hace muchos años. Fue el DAS el que repelió ese ataque. Han sido innumerables los casos. Además, hubo algunas chuzadas que no fueron demostradas. Le puedo decir que yo nunca recibí una orden ilegal, y así se lo he dicho a la JEP.
Hubo algunas 'chuzadas' que no fueron demostradas. Le puedo decir que yo nunca recibí una orden ilegal, y así se lo he dicho a la JEP.
Acaban de secuestrar a un cañicultor en el Valle y se han registrado otros casos recientes. ¿Cuál es la realidad del secuestro hoy en Colombia?
No podemos decir que volvimos a la época de diez secuestros diarios. Incluso, la cifra oficial de secuestrados que manejaba País Libre y Fondelibertad nunca fue depurada para establecer cuántos fueron los secuestrados que teníamos, pero jamás podían ser 24.000.
Haciendo la salvedad de que no estoy manejando el tema directamente, le puedo decir que en este momento el principal secuestrador en Colombia es el Eln, especialmente en Arauca, bajo el mal liderazgo de alias Pablito, un capítulo que también narro en el libro.
La gente que ha sido afectada por extorsiones y secuestros es numerosa en esa región. Esa guerrilla no se ha comprometido a frenar el secuestro ni a liberar a la gente que tiene retenida.
¿Y las disidencias?
Las disidencias de las Farc están retomando esta conducta nuevamente. No conozco a fondo el caso del cañicultor, del industrial secuestrado hace una semana. Pero en esa zona del Valle están surgiendo reductos de esa guerrilla.
Aunque la delincuencia común sigue actuando, han servido las mayores condenas que se aplican en contra de secuestradores y los operativos, que incluso han llevado a que algunos terminen muertos.
Tiene que haber un grupo muy fuerte para que se le mida a hacer un secuestro. Ahora no es fácil. El Gaula de la Policía en este momento es muy fuerte en operativos antisecuestro, al igual que el Ejército Nacional.
Usted recalca en su libro que el secuestro no solo lo sufren las élites, sino también gente muy humilde...
Sí. Hay un caso de una pareja mayor en La Calera de la que se perdió totalmente el rastro. Al parecer, un grupo bajo el mando de alias Romaña (hoy en las disidencias) los enterró en un lugar donde la familia nunca va a poder recuperarlos.
Ese mismo personaje es responsable de secuestros en la vía al Llano de varias personas que siguen desaparecidas. Es necesario saber qué pasó con ellas. Llegar a la verdad, que su sacrificio nos lleve a buscar una verdad total y no parcial.
¿Cuántos compañeros suyos perdieron la vida?
Muchos. Recientemente hablaba con la esposa de un compañero que fue secuestrado en el Putumayo por las Farc, exhibido en uno de los pueblos, arrastrado por caballos y desaparecido.
También está el caso de Ramiro Carranza, hijo de Eduardo Carranza y hermano de María Mercedes Carranza. Fue secuestrado en Quetame (Cundinamarca) y desaparecido por sujetos bajo el mando de ‘Romaña’.
Desafortunadamente, no lo pudimos ubicar, a pesar de los múltiples operativos. El número de vidas que se sacrificaron por la libertad y tranquilidad de los colombianos fue alto.
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