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'En el futuro existirán concesionarios de naves': cosmonauta ruso
Cosmonauta Fiódor Yurchijin estará en el Festival Astronómico de Villa de Leyva 2021.
El cosmonauta ruso de ascendencia griega Fiódor Yurchijin hizo parte de la misión del transbordador Atlantis. Foto: Roscosmos
Este año se celebra la edición número 24 del Festival Astronómico de Villa de Leyva, el más grande de Colombia y uno de los más importantes de Latinoamérica. Como es habitual en este evento, que se desarrollará del viernes 30 de julio al domingo 1.º de agosto, habrá diferentes actividades de interés para los visitantes: telescopios para observar el cielo diurno y nocturno, conferencias especializadas, concursos de astrofotografía, exposiciones, una exhibición de Lego con motivos de astronomía, rutas turísticas por las constelaciones y talleres para niños, entre otras.
El festival, organizado por la Asociación de Astronomía de Colombia (Asasac), tendrá como temática principal la celebración del aniversario número 60 de la llegada del primer hombre al espacio exterior, Yuri Alekséyevich Gagarin, cosmonauta y piloto soviético quien, el 12 de abril de 1961, dio una órbita a la Tierra a bordo de la nave Vostok 1.
Como parte de esta conmemoración, y gracias al apoyo de la embajada de Rusia en Colombia, el evento contará con la participación especial del cosmonauta ruso de ascendencia griega Fiódor Yurchijin, de 62 años, ingeniero participante de cinco misiones espaciales y condecorado como héroe de la Federación Rusa.
¿Podría contarnos acerca de su trayectoria profesional?
Mi camino profesional empezó en la infancia con un sueño, el de ser cosmonauta. Este sueño me llevó, en el colegio, al grupo con énfasis en física y matemática. Al graduarme apliqué al Instituto de Aviación de Moscú Sergó Ordzhonikidze, alma mater de nuestros cosmonautas. Después de la graduación, en 1983 tuve suerte de empezar a trabajar en la corporación coheteril y espacial Energía Sergei Korolev, la entidad donde se desarrollaron el primer satélite del mundo y la nave espacial Vostok, en la cual Yuri Gagarin hizo su vuelo histórico, así como muchas otras misiones pioneras de la exploración espacial.
Soy muy feliz por haber cumplido mi sueño de infancia
En 1986 presenté la solicitud para participar en el concurso de selección de cosmonautas, pero durante casi 11 años no logré pasar todos los exámenes médicos requeridos. Y solo hasta el año 1997, por fin, fui inscrito como candidato para ser un cosmonauta de pruebas. Después todo resultó más fácil: en 2002 hice el primer vuelo con la misión STS-112 a bordo del transbordador Atlantis, y luego siguieron cuatro vuelos más a la Estación Espacial Internacional (EEI): en 2007 (expedición EEI-15), 2010 (EEI-24/25), 2013 (EEI-36/37) y 2017 (EEI-51/52). Fui también el capitán de la EEI y de las naves espaciales Soyuz. Pasé más de 672 días en el espacio e hice nueve caminatas espaciales. Soy muy feliz por haber cumplido mi sueño de infancia.
¿Qué ha sido lo más gratificante de ser cosmonauta?
El reencuentro con mi familia después de cada vuelo. Atrás queda todo el ajetreo, y estar nuevamente con mis seres queridos. Son minutos inolvidables cuando los puedo abrazar.
¿Y lo más difícil de este trabajo?
Dos cosas, al menos para mí: la esperanza de un nuevo vuelo, si lo va a haber o no. Y la segunda es comprender, como en 2017, ya estando en la órbita, que ese es el último vuelo, que eso es todo.
¿Quién fue su ídolo de la infancia? Pensaría uno que Yuri Gagarin.
Nací en ese tiempo feliz en el que todos hablaban de los primeros cosmonautas. Gagarin es el primero de todos. Yo lo ‘conocí’ en tres caras. La primera era la de Gagarin como tal, el ganador y campeón, el héroe. Así era para nosotros, los niños, en los juegos: el que ganara era Gagarin. En el colegio lo conocí como Yuri Gagarin.
El del programa espacial soviético. Abrimos a los humanos el camino al espacio. Y lo abrimos en una amplia gama de formas
Comprendí que era la primera persona en volar al espacio y quien abrió el camino hacia allá para toda la humanidad. En la época estudiantil se hizo para mí Yuri Alekséyevich Gagarin, cuya hazaña civil no es ni siquiera comparable con la profesional. Imagínese a un joven de Gzhatsk (una pequeña localidad en el occidente de Rusia que fue rebautizada como Gagarin), quien no tiene ni 30 años y a quien le cae encima la gloria mundial. Lo reciben la reina de Inglaterra, presidentes de varios países, estrellas de cine... Y él no se perdió entre ellos. Siguió siendo Gagarin. Voy a citar sus palabras: “Al hacer la vuelta alrededor de la Tierra en una nave espacial me maravillé de la belleza de nuestro planeta. ¡Seres humanos, conservemos y multipliquemos esta belleza, no la destruyamos!”. Estas palabras son apremiantes hoy. Con cada vuelo entiendes mejor lo frágil que es nuestro planeta. Desde el espacio pudimos ver las consecuencias catastróficas de la fuga de petróleo en el golfo de México, incendios, consecuencias de erupciones volcánicas, desastres causados por el hombre.
¿Cuál ha sido el principal aporte del programa ruso a la exploración espacial?
El del programa espacial soviético. Abrimos a los humanos el camino al espacio. Y lo abrimos en una amplia gama de formas: el primer satélite, el primer humano en el espacio, la primera caminata espacial, la primera estación orbital, las primeras plantas en el espacio, los primeros animales. Y muchos otros avances de la cosmonáutica precedidos por la palabra ‘primero’.
A usted le tocó vivir parte de la carrera espacial. ¿Qué es lo que más recuerda de aquellos tiempos de batalla científica entre Estados Unidos y la Unión Soviética?
En 1975, el programa Soyuz-Apollo (cuando una nave soviética y una estadounidense se acoplaron en el espacio). Fue un ejemplo de la cooperación fructífera de los dos países, un ejemplo de la facilidad en ponerse de acuerdo de los ingenieros y constructores si existe voluntad política de los dirigentes.
¿Cómo imagina el futuro de la exploración espacial mundial?
Por un lado, está la investigación con la ayuda de aparatos autónomos y, por el otro, la cosmonáutica tripulada. En el primer caso preveo una vía prometedora, que es el estudio, con la ayuda de robots e inteligencia artificial, de los planetas y cuerpos del sistema solar, con Venus ocupando un lugar importante. Entendiendo el mecanismo del cambio climático en ese planeta se pueden hacer pronósticos para prevenir una catástrofe climática en la Tierra. Luego están el estudio del Sol, del cual depende nuestra vida, y la investigación de la Luna y Marte, que ha sido y seguirá siendo posible con la ayuda de máquinas. Es menos caro. Una enorme nave espacial con un humano a bordo no puede aterrizar sin una plataforma preparada en Marte. Es un riesgo bastante serio para los de la misión. En mi opinión, son los robots los que deben preparar el terreno para el aterrizaje de las naves espaciales tripuladas.
Estación Espacial Internacional (EEI) Foto:EL TIEMPO
Otro tema es el estudio del espacio profundo con la ayuda de radiotelescopios lanzados a órbitas superiores. Y no olvidemos los problemas de nuestro planeta, como el cambio climático y otros asuntos ambientales, que requieren investigaciones especializadas internacionales y aparatos sofisticados para llevarlas a cabo.
¿Alguna vez imaginó que la arena espacial estaría dominada por empresas privadas como SpaceX?
Como ya he dicho, he soñado con el espacio desde niño. Mis libros favoritos eran los de ciencia ficción. Allí está escrito lo que tarde o temprano va a ser realidad, incluyendo los vehículos de lanzamiento reutilizables, con el aterrizaje vertical, como lo está haciendo SpaceX. Estoy seguro de que a Elon Musk en su infancia también le gustaba leer ciencia ficción y de que eso lo llevó a la creación de las naves espaciales del futuro. Para comprar un automóvil y viajar en él nosotros vamos a un concesionario. No sé cómo se van a llamar los concesionarios de naves espaciales en el futuro, pero creo que seguramente van a existir y en cantidades bastante grandes. Es muy probable que uno de ellos se llame SpaceX for You.
En su tiempo, y aún hoy, el entrenamiento para los astronautas ha sido muy exigente. Ahora, con la apertura comercial del espacio, cualquiera puede ser astronauta en tiempo exprés. ¿Qué opina?
Cuando usted compra un tiquete aéreo, por ejemplo, de Bogotá a Moscú, ¿acaso se hace piloto? Ser cosmonauta es una profesión para la cual ayer, hoy y mañana se necesitan una excelente salud, nuevos conocimientos en diferentes ámbitos, una preparación larga y difícil, y una espera por su turno. Una labor incansable de uno y de sus instructores. Todo esto tarda años. No es una profesión para todos. Pero si uno solo quiere echar un vistazo desde la ventanilla del avión, compra los tiquetes, y adelante.
¿Cómo cree que va a cambiar la relación entre EE. UU. y Rusia ahora que la Nasa ya no dependerá de los cohetes Soyuz para ir al espacio, pues lo hará con operadores privados?
Ya he citado el ejemplo del Soyuz-Apollo. Ahora voy a citar el programa Mir-Shuttle (que involucró la visita de astronautas estadounidenses a la estación espacial rusa Mir). Cada nación tiene sus naves espaciales.
Los cosmonautas se van a la expedición de forma voluntaria, mientras que el aislamiento durante la pandemia ha sido forzoso
Si no existiera la voluntad política de los dirigentes, no habría este tipo de programas. Ni siquiera el programa de la Estación Espacial Internacional. Lamentablemente, la cooperación en cualquier ámbito, incluyendo el espacio, depende de los políticos y no de la disponibilidad de naves espaciales. Imagínense si los políticos acordaran emprender un programa espacial en el que participen todas las potencias espaciales: Rusia, EE. UU., China, Europa, Japón, Canadá, con base en la equidad. Ya habríamos pensado más allá de Marte. Pero así no va a ser. Por lo menos no en el futuro más cercano.
¿El aislamiento que experimentamos durante la pandemia es parecido al que se siente en un vuelo especial?
Sin duda hay mucho en común entre el aislamiento epidemiológico y el vuelo espacial. Se trata de cumplir con una rutina de trabajo y descanso en un espacio cerrado para evitar trastornos del sueño; hacer los ejercicios obligatorios, hablar con amigos a través de los medios de comunicación modernos, tener procedimientos higiénicos... Muchas cosas. Pero hay una diferencia fundamental: los cosmonautas se van a la expedición de forma voluntaria, mientras que el aislamiento durante la pandemia ha sido forzoso.
¿Qué debe hacer un país como Colombia, que aún no tiene un programa espacial, para involucrarse en estos desarrollos?
Instruir a sus especialistas. Para esto, en primer lugar, hay que creer en la juventud. Entre ellos seguramente hay quienes soñaban con el espacio en su infancia. Denles la posibilidad de cumplir su sueño. Empiecen con algo pequeño, como la creación de satélites desde las universidades. Estamos listos para ayudarles en eso. Tenemos una amplia experiencia de trabajo en este eje, tanto en los programas nacionales como internacionales. Tenemos universidades que trabajan desde hace mucho tiempo y con bastante eficiencia con muchas universidades de América Latina. Junto con estudiantes de Perú y Ecuador, ellos crearon y lanzaron los satélites estudiantiles. Los estudiantes con quienes empezamos el trabajo hace 10 años son ya especialistas con experiencia. Creo que este trabajo es muy prometedor.