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Noticia
Manuel Paredes, el científico que le devolvió la identidad a los desaparecidos de Colombia
Llevó la genética forense a las regiones, con laboratorios en Medellín y Villavicencio.
Doctor Manuel Paredes QPD Foto: Archivo particular
Cuando el doctor Manuel Paredes López entró a estudiar medicina en la Universidad Nacional, poco se conocía en el país sobre genética forense. Fue hasta su regreso de España, donde cursó sus estudios de doctorado en la Universidade de Santiago de Compostela, que con él llegaron a Colombia y al Instituto Nacional de Medicina Legal esas novedosas técnicas de investigación para resolver crímenes en 1993, en gran parte fundamentadas en la experiencia de sus docentes europeos con la identificación de víctimas de la guerra civil española.
Es por eso que al doctor Paredes se le considera como el padre de la genética forense en nuestro país. Una rama de la ciencia que cobró especial importancia en una nación marcada por un conflicto que se estima ha dejado más de 100.000 desaparecidos. “A Manuel en genética se le deben muchas de las identificaciones, por no decir todas, de los desaparecidos en Colombia. Todo el tema de identificación de cadáveres esqueletizados tenía que ver con Manuel”, recuerda el doctor Carlos Eduardo Valdés, exdirector del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, quien fue su jefe y compañero de trabajo por más de tres décadas en esta entidad.
A Paredes le debemos la llegada a Colombia de técnicas que resultaban innovadoras para los inicios de los años noventa, cuando la identificación humana, aunque ya se basaba en las huellas dactilares y en la carta dental, poco incluía de genética. Conocimiento que además se desmarcaba de las pocas referencias de genética forense que en ese momento habían llegado al país como copia de las empleadas por el FBI en Estados Unidos. “Manuel se empecina y por eso funda su laboratorio de genética forense de Medicina Legal”, señala Valdés. Laboratorio del que fue director hasta su jubilación y una evidencia del legado que se mantendrá vigente tras su muerte hoy en Santa Marta.
Paredes fue la única víctima fatal que dejó la explosión de una estufa de gas en el apartamento 1308 de la torre 5 en un conjunto residencial de Santa Marta, el pasado martes.
De acuerdo con el exdirector de Medicina Legal, el doctor Paredes, con su laboratorio recién inaugurado, lo ayudó en la identificación de la primera de las víctimas del holocausto del Palacio de Justicia que fueron exhumadas de la fosa del Cementerio del Sur, en 1998, y que finalmente fue entregado a sus familiares a comienzos de los 2000. Un trabajo que se realizó en colaboración del doctor José Antonio Llorente, de la Universidad de Granada.
Retoma del Palacio de Justicia. Foto:Archivo EL TIEMPO
Se trataba de los restos de Ana Rosa Castilblanco, una de las empleadas de la cafetería del edificio, quien durante años permaneció desaparecida y enterrada junto a los cuerpos sin identificar de 261 personas. “Estando en la Fiscalía, me propuse identificar los restos. Manuel me apoyaba con su laboratorio. Cuando fui director, aplicamos nuevas técnicas, desde el año 2012, se adquirieron nuevos equipos y él empezó a implementar lo que se conoce como tecnología de nueva generación. Cuando me retiré ya habían 53 identificados, pero si yo sacaba pecho como director era por su trabajo silencioso”, afirma Valdes.
Y es que los colegas del doctor Paredes lo describen como un investigador callado e incansable, y como un académico –fue docente en instituciones como la Universidad Nacional, la Universidad del Rosario y la Libre, además de conferencista nacional e internacional– brillante, de esos que califican como ‘cerebritos’ por el juicio y dedicación dedicado a su campo de estudio. Uno en el que además se cruzó con otras grandes mentes en Colombia, como es el caso de Emilio Yunis, considerado el padre de la genética en Latinoamérica, con quien sostuvo una amistad de encuentros y desencuentros científicos.
El doctor Paredes llevó la genética forense también a las regiones, creando laboratorios en ciudades como Medellín, Barranquilla y Villavicencio, este último motivado por el gran flujo de cadáveres recuperados en el oriente colombiano a partir de la ley de Justicia y Paz. “En el futuro tendremos que reconocerle a Manuel que seguimos avanzando en la identificación humana y somos pioneros en esto”, resalta el doctor Valdés, quien añade que Paredes, con quien no solo compartió en el Instituto Nacional de Medicina Legal sino como compañeros de universidad, fue uno de los creadores del Grupo Iberoamericano de Trabajo en Análisis de ADN (GITAD).
“Me quedan poquitas palabras para decir, yo tengo una iración por Manuel increíble. Me enteré de su accidente anoche. Y yo decía, pobrecito, se me va a morir mi hermano, mi colega”, señala el doctor Valdés, quien en medio del dolor que ha suscitado la muerte del doctor Paredes recuerda como su trabajo ha sido fundamental para resolver en el país las dudas que envuelven tragedias como la de Pueblo Bello, en Bojayá, donde participó en la identificación de las víctimas, o el asesinato de Yuliana Samboní, un crimen que fue resuelto por su laboratorio.