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Las mujeres al mando de las universidades más importantes del país
Las rectoras de los Andes, la Nacional y Eafit hablan del papel de la mujer en la educación.
Raquel Bernal, rectora de la Universidad de los Andes, Dolly Montoya, rectora de la Universidad Nacional, y Claudia Patricia Restrepo, rectora de la Universidad Eafit. Foto: Universidad de los Andes, Universidad Nacional y Universidad Eafit.
Poco a poco, las brechas de género e el sector educativo se han ido reduciendo. Al menos, eso es lo que se puede observar al notar que tres de las universidades más importantes del país tienen en la rectoría a mujeres: Dolly Montoya, en la Nacional, Raquel Bernal, en los Andes, y Claudia Patricia Restrepo, en la Eafit.
De acuerdo con datos del Ministerio de Educación, actualmente 63 de las 298 instituciones de educación superior son lideradas por mujeres, con nombres como Brigitte Baptiste en la Universidad EAN, María Clara Rangel en El Bosque, Emilia Restrepo en el CESA, entre muchas otras.
Y esta relevancia se ha difundido a todo el sector educativo, siendo actualmente las mujeres la mitad de la fuerza laboral del mismo, con 202.233 docentes, 8.896 directivas docentes y 2.066 rectoras, contando también la educación básica y media.
EL TIEMPO habló con las rectoras Montoya, Bernal y Restrepo sobre el papel de las mujeres en la academia, este cada vez mayor impulso femenino en el sector y el trabajo de las instituciones que representan en la lucha contra la desigualdad y la violencia de género.
¿Cuál debe ser el papel de las mujeres en el mundo de la academia?
Claudia Restrepo, rectora de la Universidad Eafit. Foto:Universidad Eafit
Claudia Restrepo (CR): En general, las mujeres tenemos una gran responsabilidad de hacer más plurales y diversas las conversaciones en escenarios que normalmente están 'masculinizados'. El pluralismo y la diversidad son de los grandes retos de la academia, y en ellos las mujeres son fundamentales. Además, tenemos la capacidad de darle una mirada más sensorial e intuitiva, dos cosas que parecen lejanas del ejercicio académico, que suele ser muy cognitivo, pero que por el contrario enriquecen al mismo.
Dolly Montoya (DM): La capacidad de asumir la complejidad de los problemas y de articular la experiencia con los conceptos teóricos ha puesto en evidencia la importancia estratégica del aporte académico de las mujeres en todas las áreas del conocimiento y en particular en las más directamente asociadas a los problemas de la vida colectiva. Tareas tan urgentes como la paz, la equidad y el cuidado del planeta nos exigen avanzar en investigaciones que conduzcan a grandes transformaciones sociales. Como tejedoras y maestras podemos construir el liderazgo compartido, colaborativo y transformador que requiere el trabajo mancomunado de la academia con las comunidades.
Raquel Bernal (RB): En términos de participación, a pesar de que aún falta mucho por avanzar, se ha abierto un campo para las mujeres en la academia, y creo que esta oportunidad debe ser aprovechada para que aportemos, no solo desde lo intelectual como investigadoras o docentes, sino a través de un modelo de rol ético y protagónico. Tenemos una responsabilidad muy grande con las generaciones futuras, de sentar precedente, generar impacto, ser ejemplo para las niñas y adolescentes que quieren generar un cambio en la sociedad a través de las diferentes áreas del conocimiento. Nosotras crecimos, en su gran mayoría, leyendo y aprendiendo de autores y académicos hombres, conociendo sus perspectivas y su manera de ver el mundo. Es momento de que ahora seamos nosotras las que socialicemos nuestros puntos de vista, nuestras ideas e investigaciones.
¿Cómo se aborda la violencia de género en la universidad?
Raquel Bernal asegura que la
recalificación de los estudiantes se
impondrá en las universidades del
futuro. Foto:Héctor Fabio Zamora
CR: Eafit ha hecho un aprendizaje inmenso. Es un tema complejo de desnaturalización de prácticas que eran vistas como normales. La universidad cuenta con protocolos para atender temas de diversidad y violencia de género. Hace unos días presentamos una declaración sobre diversidades, a propósito del Día de la Mujer, y estamos en un proceso continuo de actualización de estos protocolos para garantizarle a la comunidad, a las mujeres en particular, que la institución sea un lugar seguro. Entendemos que debemos ser mucho más contundentes para rechazar cualquier tipo de acción que vulnere la integridad de una estudiante o cualquier mujer en la universidad.
DM: En la Universidad Nacional tenemos el compromiso de fortalecer las estrategias de inclusión y equidad en la comunidad. Contamos con la Política Institucional de Equidad de Género y de Igualdad de Oportunidades para fortalecer la participación, la protección de los derechos y la dignidad, además de prevenir, sancionar y eliminar las violencias de género. Para el año 2018 se implementó el protocolo de atención y prevención a las violencias sexuales y de género, el cual está siendo modificado con el liderazgo del Observatorio de Asuntos de Género. Esta actualización está en trámite de aprobación en los cuerpos colegiados. Pero es claro que erradicar las violencias de género de nuestros campus universitarios y de la sociedad en general requiere que acometamos un profundo cambio cultural.
RB: En el año 2016 la Universidad de los Andes expidió el Protocolo para la atención de casos de maltrato, acoso, amenaza y discriminación (MAAD). Este protocolo ha tenido varias actualizaciones para lograr estar más acorde con la normativas y las realidades de las nuevas generaciones. La universidad está comprometida con la política de cero tolerancia a estas conductas. Este instrumento nos ha permitido brindar un espacio seguro en nuestro campus, especialmente para las mujeres, y generar pedagogía respecto a este tipo de violencias o discriminaciones con el fin de evitar futuros comportamientos en Uniandes.
¿Cómo observa la reciente tendencia de mujeres al frente de las universidades más importantes no solo del país sino del mundo?
La nueva rectora, Dolly Montoya, es la única mujer en los 150 años de la Universidad Nacional en ocupar ese cargo. Foto:Abel Cárdenas
CR: Este es un fenómeno muy interesante, con un mensaje muy poderoso sobre que hay cambios en la transformación cultural de las instituciones. En muchos de estos casos, las mujeres que llegamos somos las primeras. Pero, al mismo tiempo, sigue habiendo sesgos por romper. Un ejemplo de ello es que, sí, cada vez hay más rectoras, pero al mismo tiempo las juntas directivas y los consejos superiores, que son los máximos órganos universitarios, siguen siendo predominantemente masculinos, en gran parte de los casos, sin mujeres que sean . Los gobiernos universitarios siguen siendo espacios donde toca trabajar por una paridad de género. En Eafit cada vez más se avanza a esa diversidad, pero aún queda mucho por hacer.
DM: Es un gran avance en la lucha por los derechos de las mujeres y muy probablemente implica también un salto adelante en la vida universitaria. En estos tiempos de crisis se necesita del liderazgo colectivo y transformador de las mujeres. El que hoy estemos en los puestos de liderazgo en las universidades es precisamente un reconocimiento a nuestra capacidad de dialogar y de gestionar el conocimiento para el bien común.
Las juntas directivas y los consejos superiores, los máximos órganos universitarios, son predominantemente masculinos, en gran parte de los casos, sin mujeres que sean .
RB: Desde lo personal, creo que es una oportunidad enorme para brindar nuevas perspectivas a la educación superior en Colombia, la región y el mundo. Cada vez somos más las mujeres que llegamos a cargos directivos, y lograrlo desde la academia, es un paso importante para poder transformar vidas a través de la pedagogía, de ser ejemplo para otras mujeres y generar un impacto en la sociedad. Las universidades fueron creadas para pensar, hacerse preguntas, encontrar respuestas y plantear soluciones a diferentes problemáticas. Al ser un espacio abierto al diálogo, tienen un rol protagónico en las grandes transformaciones de la sociedad, por lo que son fundamentales en el proceso de cerrar brechas de género, y ¿qué mejor que hacerlo a partir del ejemplo?
¿Cree usted que se han logrado reducir las brechas de género en las universidades y la educación superior en general?
CR: Este es un camino que se está dando. De hecho, en la dirección de las universidades hay cada vez más voces femeninas, cosa que no ocurría hace unos años. Creo que, además, temas que antes no eran parte de la conversación en la educación superior, hoy son fundamentales para ellas gracias a la participación femenina. Pero al mismo tiempo, nos falta mucho. Hay áreas del conocimiento donde las mujeres no son representativas, como en la ciencia y las carreras STEM, donde ha habido sesgos al ser áreas tradicionalmente masculinas. Y ese debe ser el paso por la equidad que debemos dar.
DM: Sin lugar a dudas hemos avanzado en la materia, no en vano ahora ocupamos algunos de los cargos más importantes en las principales universidades del país y en el gobierno nacional. También se han hecho más visibles las estructuras de violencia y hemos conquistado nuevos derechos que garantizarán una vida más digna a las futuras generaciones de mujeres. Esta tarea es titánica y no se detiene, debemos seguir cultivando ese cambio cultural que nos permitirá construir una nueva sociedad igualitaria, incluyente y en paz.
RB: Hemos recorrido un largo camino, pero falta mucho por hacer. Las mujeres todavía tenemos menores salarios, somos menos las que ocupamos cargos directivos, y eso sin contar lo que ocurre en diversos lugares del mundo en los que las mujeres se encuentran en gran condición de vulnerabilidad: mutilación genital, maltrato, violencia doméstica, y falta de a la educación, entre otros problemas a los que se ven enfrentadas. Desde la educación creo que se ha logrado mucho, pero aún hay barreras por romper, sobre todo en cuanto al .