Para el mes de agosto, según la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) realizada por el Dane, el 49,1 por ciento de las personas consultadas aseguró que la crisis desatada por la pandemia de la covid-19 los obligó a suspender sus estudios presenciales tras la interrupción de las clases.
Así lo reveló un reciente análisis realizado por el Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Universidad Javeriana, el cual estudió a profundidad los datos arrojados por la encuesta del Dane, encontrando situaciones preocupantes en el ámbito educativo durante la actual emergencia.
Es importante aclarar que, al referirse a suspensión de clases, los investigadores no se refieren a deserción, que implica desvinculación al sistema educativo, sino a que la situación de la pandemia llevó a muchos a poner en pausa sus estudios al no poderlos realizar de manera presencial.
El ejercicio reveló la difícil realidad que atraviesa actualmente la educación del país. Por ejemplo, el 50,2 por ciento de todos los estudiantes del país que asistían a instituciones oficiales manifestó que dejaron de asistir a las aulas, lo que representa el 78,5 por ciento de la totalidad de alumnos que suspendieron actividades.
Los investigadores buscaron determinar qué tan grande ha sido el impacto segmentado por áreas metropolitanas, ciudades principales y lo que se catalogó como resto (municipios rurales y rurales dispersos). Así mismo, se estudió si había diferencias significativas de acuerdo al nivel socioeconómico.
De esta forma, se encontró que la afectación en personas pertenecientes a un nivel socioeconómico catalogado como bajo-bajo fue del 77 por ciento.
Y a medida que el nivel es más alto, disminuye la afectación. De esta forma, en estrato bajo la cifra fue del 65 por ciento, en estrato medio-bajo del 55 por ciento, estrato medio del 34 por ciento, medio-alto del 18 por ciento y alto de apenas el 11 por ciento.
En esto jugó un papel clave el tema de la conectividad, según el LEE: “Se puede señalar que, de acuerdo con la GEIH, el 63 por ciento de las personas que tiene computador e internet en su vivienda continuó con las clases y el 92 por ciento de las personas que tiene a celular e internet también pudo continuar clases”.
Por otro lado, el Laboratorio asegura que podría haber una afectación emocional o psicológica en quienes no pudieron continuar estudiando, dado que el 24,01 por ciento de las personas que en la GEIH dijeron sentirse solas, estresadas, preocupadas o deprimidas corresponden a estudiantes que suspendieron sus clases.
“Es importante implementar estrategias de nivelación académica de manera integral que incluya acompañamiento psicológico, económico y familiar para las poblaciones que no continuaron en sus clases. Esto en aras de que prime la calidad educativa y se puedan contrarrestar las brechas existentes asociadas a los niveles económicos y a la ubicación geográfica”, puntualiza el estudio.
REDACCIÓN EDUCACIÓN
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