¿Prohibir el celular en los colegios? Estudio dice que reduce problemas de salud mental, bullying y mejora el rendimiento académico

Hace unos meses, un grupo que reúne a 27 de los colegios más importantes del país tomó la decisión de prohibir el uso de celular en sus instalaciones. La medida, aplaudida por muchos y cuestionada por otros, se tomó argumentando efectos negativos de estos dispositivos en el bienestar y desarrollo de los estudiantes.

Pero, ¿qué tan efectiva es esta medida y cuál es su impacto verdadero en la salud mental, la convivencia y el desarrollo académico de los menores? Pues una reciente investigación publicada por el Norwegian Institute of Public Health no solo respalda este tipo de restricciones, sino que logró calcular, con datos reales y medibles, importantes reducciones en afectaciones a la salud mental y en los casos de bullying, así como un incremento en los resultados académicos de los menores.

Se trata de una investigación liderada por Sara Abrahamsson, investigadora postdoctoral de la institución, quien se dio a la tarea de analizar cómo cambiaron esos tres factores (salud mental, convivencia y resultados académicos) en los menores que estudian en colegios donde se tomó la decisión de prohibir el uso de celulares.

Y es que, aunque evidentemente los sistemas educativos noruego y colombiano son muy diferentes y tienen diferentes resultados en mediciones como las pruebas Pisa, tienen algo en común: En ninguno de los dos países se han tomado medidas para prohibir o limitar, por disposición gubernamental, el uso de celulares en entornos escolares, y en cambio son los colegios los que tienen la autonomía de regularlo según les parezca, eso sí, solo durante las horas de clase.

Esto se diferencia de lo que ha venido ocurriendo en países como Finlandia, Irlanda, Francia, Suecia e Italia, donde se están tomando medidas estrictas para el uso de dispositivos digitales en colegios, e incluso de unos recientes lineamientos de la Unesco, donde se insta a los países a establecer políticas para regular estos aparatos.

La diferencia entre Noruega y Colombia es que en el país nórdico los colegios vienen restringiendo los dispositivos desde hace más tiempo, lo que permite ver la efectividad de esta medida, recientemente adoptada por colegios como Los Nogales, en Bogotá.

Los resultados de la investigación de Abrahamsson, que se aplicó al 45 por ciento de todas las escuelas secundarias noruegas, son contundentes. Basta nada más con ver lo que ocurrió al analizar cómo bajaron los índices de afectación a la salud mental.

El estudio encontró que en el caso de las niñas la medida de restricción de dispositivos dio como resultado a una disminución significativa en el número de consultas, diagnóstico y tratamiento de enfermedades psicológicas entre un 29 por ciento (un año después de iniciar la prohibición) y un 60 por ciento (a los cuatro años). Algo similar ocurrió en los niños, aunque con porcentajes más bajos.

Más significativo aún es lo que ocurre con el acoso escolar, o bullying. El estudio encontró una importante reducción en los incidentes presentados después de dos años de exposición a la prohibición de teléfonos inteligentes.

Así lo explicó Abrahamsson: “Las niñas expuestas a una prohibición de teléfonos inteligentes a tiempo completo durante tres años en la escuela secundaria experimentaron una disminución en la denuncia de incidentes de acoso escolar del 46 por ciento en comparación con la media previa a la medida. En el caso de los niños, cuatro años después de la prohibición experimentan una disminución en el acoso escolar que corresponde al 43 por ciento”.

Y si se quiere sacar este indicador del contexto noruego, y mirar qué pasa en otros países, una investigación realizada en dos regiones de España donde los gobiernos locales prohibieron los teléfonos en los colegios encontró que allí las denuncias por bullying cayeron entre un 15 y 18 por ciento para adolescentes de 12 a 14 años y entre un 9 y 18 por ciento para adolescentes de 15 a 17 años. Unas reducciones menores pero igualmente importantes para demostrar cómo este tipo de restricción afecta la convivencia escolar.

Pero lo más novedoso del estudio es cómo no utilizar teléfonos en las aulas puede tener un efecto positivo en el rendimiento académico. Aunque la investigación no detalla exactamente los porcentajes de mejoras en calificaciones internas como en pruebas externas, sí habla de una mejora en los promedios obtenidos, los cuales alcanzan incluso niveles mayores de mejoría con respecto a otras medidas como reducir el tamaño de las clases.

A esto se debe sumar que, particularmente, las niñas presentaron importantes mejorías en matemáticas, la única materia donde suelen tener peor desempeño que los niños (como ocurre también en Colombia, según datos del Icfes).

“El aumento en el rendimiento en matemáticas entre las niñas es importante, ya que las calificaciones de los exámenes influyen en la elección de la rama de educación secundaria, posteriormente pueden influir en el tipo de programa en el que se matriculan en la universidad y, finalmente, afectar las diferencias de género en los ingresos, ya que las mujeres a menudo se alejan de los campos STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), que suelen representar mayores ingresos”, explicó Abrahamsson.

Específicamente, el estudio encontró que el promedio de niñas que elegían este tipo de carreras STEM aumentaba entre un 8 y un 14 por ciento si asistieron a colegios donde se había prohibido el uso de celulares.

Además, la investigadora sostiene que “las magnitudes de todas las estimaciones son mayores entre niños de entornos socioeconómicos bajos, lo que sugiere que este grupo particular de estudiantes se distrae con la tecnología no estructurada en el aula. Así mismo, no hay efectos negativos de prohibir los teléfonos inteligentes en estudiantes de familias de alto nivel socioeconómico o en los niños”.

“Es sorprendente ver cómo los niños llegan en la mañana al salón de clase y ni se saludan. Solo se sientan y se ponen a hablar entre ellos por teléfono”, dice a este diario Luis Carlos Camargo, quien se desempeña como profesor en un colegio privado del sur de Bogotá.

“Antes peleábamos con los muchachos para que dejaran la bulla para poder iniciar clase. Ahora la pelea es para que dejen suelto el celular”, dice por su parte Luz Ángela García, otra docente.

“En mi caso, el reto ha sido llamar la atención de los muchachos. Con los dispositivos su nivel de atención ha disminuido mucho, es realmente un reto mantenerlos concentrados por 10 minutos”, señala Lenny Mora, otra profesora con más de 20 años de experiencia.

En Colombia, el Ministerio de Educación reconoce la autonomía de los colegios a la hora de asumir medidas que restrinjan el uso de dispositivos móviles, pero sostiene que antes de hacer extensiva la restricción en todo el país es necesario habilitar espacios de diálogo y concertación porque considera que en ocasiones la tecnología sí es necesaria.

De cualquier forma, los mencionados 27 colegios que ya prohibieron estos elementos insisten en que fue necesario tomar esta decisión ante las dificultades que los dispositivos han generado en las aulas.

Al momento de anunciar la medida, EL TIEMPO habló con Camilo Camargo, rector del Colegio Los Nogales y presidente de la Unión de Colegios Internacionales (Uncoli), quien explicó que la medida se tomó teniendo en cuenta la evidencia científica y las dinámicas propias observadas en los entornos educativos.

“Lo que vemos es que el celular es un distractor porque le entra una notificación al estudiante y muchas veces están tan inmersos que no logran ignorarlas. Inclusive hay momentos cuando han entrado llamadas en la mitad de la clase y eso es un distractor grande. En horas de descanso, que tienen el uso permitido, hay mucha interacción mediada por el celular versus una interacción uno a uno, en persona”, asegura el rector a este diario.

La medida acordada por Uncoli establece una restricción total del uso de estos dispositivos durante el horario escolar, extendiéndose esta medida, en principio, a las rutas escolares.

“Cada colegio asociado a Uncoli desarrollará y aplicará su propia política detallada respecto a esta restricción, ajustada a su contexto y necesidades particulares. No obstante, existe un consenso claro entre todos nosotros sobre el impacto negativo de los dispositivos móviles en el ambiente educativo y, sobre todo, en el bienestar de los estudiantes”, reza la comunicación de Uncoli.

Horacio Álvarez Marinelli, economista sénior en educación del Banco Mundial, celebró la medida.

“Yo, como papá, hubiera prohibido los celulares en los colegios hace cinco años. Ahora, con la evidencia científica, también. Hay un libro muy interesante del profesor Jonathan Haidt, de la Universidad de Nueva York, llamado The Anxious Generation (La generación ansiosa), que advierte que la cantidad de tiempo que los chicos pasan con sus amigos ha ido disminuyendo en forma dramática en la última década y coincide con el advenimiento de los teléfonos inteligentes”, dice Marinelli a EL TIEMPO.

De acuerdo con expertos consultados por este diario, el uso de pantallas e internet, sin responsabilidad, encarna diversos riesgos para la salud mental, en parte por las constantes amenazas a las que niños, niñas y adolescentes se ven expuestos.

“Conductas compulsivas y la incapacidad de la desconexión pueden llevar al aislamiento y al rechazo de actividades recreativas o académicas; en casos más extremos, la ciber-dependencia puede afectar la salud mental y física de las personas constituyendo una conducta nociva, que afecta el funcionamiento del individuo, su capacidad de interacción, y lo conduce al descuido de sí mismo y de los hábitos básicos de vida saludables como el comer, el dormir o ejercitase", alerta a EL TIEMPO el doctor Cesar Gonzalo Hernández, médico psiquiatra especialista en Pedagogía para la Educación.

Menciona que "las alteraciones más frecuentes van orientadas a cuadros de ansiedad y depresión siendo los jóvenes, niños niñas y adolescentes los más afectados, aunque pueden presentarse a cualquier edad".

También, puede “conducir a ciertos problemas relacionados con el control de impulsos. Las personas pueden empezar a creer que sus amigos, conexiones o seguidores virtuales son más importantes que las relaciones en sus vidas reales”, afirma la Dra. Mónica Pinzón, psicóloga.

MATEO CHACÓN

Periodista de Educación