Esta semana las autoridades chinas anunciaron que limitarían en ese país el
de los menores de edad a los
videojuegos en línea a unas tres horas semanales para “proteger de forma efectiva la
salud mental y física” y el “crecimiento sano” de los jóvenes.
Es una decisión que, además de los impactos que ya deja en materia económica con la caída en la bolsa de compañías que brindan este tipo de servicios, también pone de nuevo la atención en el debate sobre si se debe o no controlar el tiempo que les dedican a los videojuegos los menores de edad y cómo hacerlo.
Las personas pueden fingir que cumplen para evitar la sanción, pero en el fondo el proceso sigue estando presente y lo que se tiene que hacer es intervención de otro tipo.
Y es que los efectos negativos que pueden tener los videojuegos en quienes les dan un uso desmedido son reales. De hecho, en el 2019 la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluyó el trastorno por uso de videojuegos dentro de la ‘Clasificación estadística internacional de enfermedades y problemas de salud conexos’.
Según explica Marisol Lamprea, doctora en psicobiología y coordinadora del laboratorio de Neurociencias de la Universidad Nacional, con la adicción a los videojuegos ocurre una situación similar a la ludopatía, una patología muy bien descrita en la literatura médica relacionada con la expectativa de ganar que hace que los jugadores –pierdan o ganen– se mantengan intentándolo para revivir la experiencia que se tuvo cuando se descubrió que una situación puede generar un beneficio.
“Esa misma condición se aplica a los videojuegos: si bien no hay una ganancia monetaria, hay una de ganarle a otro, una competencia, y esa sensación positiva produce en el cerebro los mismos efectos que se obtienen mediante las drogas de abuso”, explica la experta, pero es enfática en que medidas restrictivas como las impuestas en China no son la aproximación adecuada para este tipo de problemáticas.
“Es como cualquier otra forma de represión forzada, lo mismo que pasa con las drogas de abuso. Las personas pueden fingir que cumplen para evitar la sanción, pero en el fondo el proceso sigue estando presente y lo que se tiene que hacer es intervención de otro tipo”, dice la experta.
Restringirlo es un enfoque facilista, en lugar de educar, de asesorar, brindar apoyo
Por su parte, David Bonilla, psicólogo de la Universidad El Bosque, explica que el aprendizaje en niños, niñas y adolescentes se da a través de la asignación de contingencias que principalmente deben ocurrir en su contexto inmediato como la escuela y familia.
Sin embargo, para él, “el hecho de que existan medidas de regulación impuestas por la cultura y la sociedad garantiza que la población esté en igualdad de condiciones y disminuya la aparición de algunas problemáticas, otorgando así a las políticas públicas la posibilidad de funcionar como medio de regulación”.
Pese a esto, considera que más que limitar el uso de videojuegos, pantallas y redes sociales, es importante asumir la responsabilidad que tienen padres y cuidadores alrededor del consumo y desarrollo de hábitos no saludables. “Es allí donde se deben enfatizar medidas de control, supervisión y cuidado. Las políticas de Estado podrían ser un medio de regulación, pero si en su contexto familiar, por ejemplo, no se discriminan los usos ni se asignan límites, ocurre una facilitación de conductas problemáticas o adictivas”.
El papel que deben jugar la familia y el entorno cercano de los niños también es algo que resalta Luis Fernando Jaimes, director de la Fundación Gamers, organización que aborda el fenómeno que ha surgido alrededor de los videojuegos y brinda asesoría a padres y tutores legales sobre las herramientas de control parental que tienen las consolas, además de las clasificaciones de contenido que existen para que los niños tengan a los que son acordes con su edad.
“La educación y la formación son claves, empezando por los chicos; después, las familias, docentes y colegios. Restringirlo es un enfoque facilista, en lugar de educar, de asesorar, brindar apoyo y herramientas que le permitan al mismo jugador controlar sus tiempos, y en el caso de menores de edad son los papás y los tutores los que pueden ir fomentando eso”, asegura.
REDACCIÓN VIDA DE HOY
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